martes, 3 de noviembre de 2009

Cómicos

Regresamos de Llanes al anochecer, con el cuerpo cansado y el maletero del coche algo más ligero de cajas. Siempre que volvemos de este tipo de ferias, me siento un poco como aquellos viejos cómicos que iban de pueblo en pueblo, hacían sus funciones, dormían en hoteles de tercera categoría y retornaban satisfechos a sus casas. (Un recuerdo aquí para José Luis López Vázquez, grande entre los grandes, uno de esos actores siempre impecables, capaces de convencerte en cualquier papel). Se vendan libros o no se vendan (mejor si se venden, claro), lo interesante de acudir a estos sitios pequeños es comprobar cómo se transforma el pueblo durante esos días, cómo ese acontecimiento supone toda una novedad, casi una fiesta: motivo indiscutible para arreglarse, salir de casa y acercarse a la carpa antes de tomar el vermú en alguna terraza. La gente, compre o no compre, se acerca al puesto, hojea, toquetea, pregunta tímidamente, comenta la portada de ese libro, la cercanía de aquel autor. Los libros de cocina y los infantiles, nunca fallan. Si para los mayores estos encuentros suponen casi una algarabía, para los niños resulta todo un festín. Los niños, como las mujeres, son un público fiel. El mejor. (Algún día habría que preguntarse por qué las mujeres, entre otros libros, son, básicamente, las que compran los de cocina y las que animan a sus hijos a la lectura). Y si encima de libros, hay algún espectáculo, teatral o musical, mejor que mejor. (No quiero pasar por alto, a este respecto, la bonita representación en directo de Mestura, que tanto gustó a los más pequeños, siempre tan exigentes, tan difíciles de convencer). Allí, el día de difuntos, después del templado sol de días anteriores, nos sorprendió la entrada real del otoño. Lluvia y el primer frío. La estación ideal para seguir leyendo.

1 comentario:

  1. Ovidio: Habiendo nacido y vivido siempre en una gran ciudad, tu relato, ademas de magico y enternecedor, me da como cierta nostalgia de algo que nunca vivi y probablemente nunca vivire. Gracias por compartirlo y dejarme estar un rato en esa feria!

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