sábado, 28 de mayo de 2022

Escribir

La vida, si no se quiebra antes, es un camino largo y complicado. Encontrar amigos, encontrar pareja, encontrar trabajo, encontrar el cauce adecuado para tu vocación. Escribir, sin ir más lejos. Uno no se levanta una mañana y dice que quiere dedicarse a esto. A esto, por cierto, de lo que la inmensa mayoría no podemos vivir. Ser escritor es tener nueve años, observar a tu madre y a tu abuela en la otra parte de la cocina y plasmar en un papel lo que la imaginación te sugiere acerca de la conversación entre esas dos mujeres. Es un ejemplo. Y de ahí en adelante. Llenar hojas y cuadernos cuando sabes que te van a publicar y también cuando intuías que eso era algo casi imposible. Escribir como necesidad porque todo lo demás no importa. Escribir porque disfrutas haciéndolo, claro. Caminar por la calle o estar en un trabajo que no te gusta y pensar constantemente en esa historia que te ronda por la cabeza. Hacer esfuerzos para que esa idea, si no puedes anotarla en ese momento, no desaparezca. Aquí es donde literatura y deseo se cruzan. Desear que esa historia llegue a buen puerto como desear el cuerpo de esa persona que acabas de conocer y que luego será tu pareja. El camino es largo y complicado, decía antes. Ahí está mi tercera novela, 'La noche se detiene', en la caseta 8 de la Feria del Libro de Madrid, la del Gremio de Editores de Asturias, junto a otros libros magníficos que se editan aquí. Ahí está, digo, mientras escribo mi cuarta novela y aguardo la publicación de mi nuevo libro de relatos (con gran sorpresa incluida). Nada me gustaría más que estar hoy en ese Retiro luminoso. Mi novela lo hace por mí.  

martes, 24 de mayo de 2022

Vieja fotografía

Éramos jóvenes y no sabíamos que ese tiempo, el de la juventud, tenía fecha de caducidad. Como la de los yogures o las pizzas congeladas. Ni hacíamos caso de los consejos ni mirábamos las fechas de caducidad de los alimentos. Ya llegaría el momento. Leíamos las Crónicas de motel, de Sam Shepard, una y otra vez, y escuchábamos a Bob Dylan en el coche, a todo volumen, camino de la playa. Cantábamos mal, pero eso qué importaba. Aún quedaba alguna playa salvaje y pasear desnudos por la orilla no era rebeldía sino más bien una especie de necesidad después de tanto encorsetamiento. Pasear y gritar, llegado el caso, como aquel grito de Debra Winger en el desierto de Paul Bowles, cuyos libros también estaban bastantes manoseados. No había amor ni tampoco sexo, solo amistad, pensara lo que pensara alguna gente. Alguna gente casi siempre piensa lo que no debe: con algo hay que entretener el aburrimiento y espantar a las moscas. Algunos años más tarde, como la de los yogures y las pizzas congeladas, llegó la fecha de caducidad. Quién sabe lo que pasa por el interior de las cabezas en determinadas noches de tormenta. Los rayos pueden llegar a ser más poderosos que los sentimientos. La fotografía ha regresado hoy porque Dylan está de cumpleaños. Ochenta y uno. Solo por eso. Demasiadas páginas del álbum se han colocado ya sobre ella, convirtiéndola en una especia de pergamino difuso. 

Qué lejos todo, qué lejos. 

lunes, 23 de mayo de 2022

Ojo de gato

Me gusta toda la obra de Margaret Atwood. Lógicamente, al ser tan extensa, unos libros me interesan más que otros. 'Resurgir', 'Desorden moral', 'Doña Oráculo' y, sobre todo, 'Ojo de gato' están entre mis favoritos. Están todos descatalogados. Acabo de ver que Salamandra reeditará en septiembre 'Ojo de gato', lo que sin duda es una gran noticia. A ver si, de paso, le dan el Nobel.  

domingo, 22 de mayo de 2022

Cinco lobitos

La vida se escapa deprisa. Todo está aquí y, de repente, todo ha echado a volar. El llanto de un bebé y el aullido del moribundo. Entre medias, las vidas que no fueron y la vida que se asienta en costumbres, rutinas, planteamientos, ilusiones, dificultades y decepciones. El amor, la maternidad, las madres, los padres, los maridos, la enfermedad, los trabajos, la familia, los cuidados... Las nanas de una madre, las de una abuela. Esos cinco lobitos que tenía la loba. Ir posicionándose, con el recuerdo de la nana, en el mundo (casi siempre tan inhóspito). Las interpretaciones de Laia Costa y Susi Sánchez (premio compartido en el último Festival de Málaga) son sobresalientes. Ramón Barea está, como siempre, perfecto. Esta película te remueve, desde la serenidad y la contención, continuamente. Te muerde y también te alivia. Sabio equilibrio.    

Qué gran ópera prima de Alauda Ruiz de Azúa (suyo también es el guion). Qué gran futuro le aguarda a esta directora. 

domingo, 15 de mayo de 2022

El relámpago y después el trueno

Debajo de la superficie, siempre anida el misterio. Detrás de lo cotidiano, lo terrible y también lo surrealista. Al otro lado de la cortina, el miedo. Todos los miedos sobre los que escribió Carver en aquel poema. A veces, una simple naranja en el interior de una caja puede significar algo atroz y desencadenar más pronto que tarde la tormenta. Arriba y abajo. La plácida imagen del porche y el secreto del sótano. Lo que se muestra y lo que se oculta. Nada nuevo. Solo hay que observar y tener paciencia. Tras el estallido, todo termina saliendo a flote. El día a día no hace otra cosa que certificar todo esto. Y los buenos cuentos, así suelen reflejarlo. Eso es lo que hace Javier Pillastre en el magnífico libro que acaba de publicar con la editorial Pez de Plata, 'El relámpago y después el trueno'. Un conjunto de historias sobre la condición humana, sobre los peligros de levantarse cada mañana, sobre lo inesperado que nunca deja de sorprender o paralizar. Como apuntaba antes, sobre lo que estalla y lo que termina saliendo a flote. Y las consecuencias de todo eso, tiempo al tiempo. La letra pequeña que se encierra en el interior de la grande y que es más poderosa que ésta. Las huellas que los animales heridos van dejando sobre la nieve. Ese rastro que encierra belleza y dolor, no siempre a partes iguales.  

miércoles, 11 de mayo de 2022

Espejismo

Parece que llega el buen tiempo. Nos revolucionamos. Guardamos los abrigos. Intentamos emparejar los dichosos calcetines para meterlos en el fondo del cajón. Siempre se queda alguno por el camino. Abrimos las ventanas a cualquier hora, de par en par. Siempre hay una mujer en el edificio de enfrente limpiando los cristales. Se podría contar una historia con esa imagen: la misma mujer, la misma ventana, a través de los años. Metemos una botella de vino blanco en la nevera, por si hay algo que celebrar. Hacemos planes que incluyen carreteras secundarias, bañadores, playas. Qué cerca vuelve a estar el cumpleaños de mi madre (junio), qué cerca el mismo mar de todos los veranos. Tachamos los días del calendario. Imaginamos que la humedad ha desaparecido, pero es mentira: la garganta nunca deja de protestar. No importa. Nos creemos el espejismo. Nos quedamos a vivir dentro de él. Incluso cuando, a mitad de semana, todo se desmorona. Cuando vuelven a anunciar lluvias para los próximos días, bajada de temperaturas. Otra vez: abrigos, paraguas, calcetines. El retorno a la casilla inicial (o casi). Qué bonito es el paisaje del norte. Aunque, a estas alturas, nos quedemos dentro del espejismo. Haciendo tiempo. Disimulando. 

sábado, 7 de mayo de 2022

Jane por Charlotte

Jane Birkin tiene setenta y cinco años. Su hija, Charlotte Gainsbourg, la graba con una cámara. Y lo recoge en el documental 'Jane por Charlotte'. Las arrugas en el rostro, las manos con manchas marrones, el andar sosegado. La voz no parece castigada. Mira a un lado a otro, pasea cerca de la orilla del mar, trajina por la casa, mueve la melena corta, se sienta. Y la cámara la sigue en todo momento. A la cámara le gusta la actriz y cantante, es evidente. Y las dos, Birkin y Gainsbourg, lo saben. Hablan mientras pasean o toman una copa de vino blanco en la playa, al atardecer. De Serge Gainsbourg, del paso del tiempo, del insomnio, de la enfermedad, de la música, de la infancia, de las relaciones amorosas, de la hija fallecida. Ahí algo se quiebra. En la voz y en la mirada de Jane. Dice que desde esa muerte, la de la hija, le gusta quedarse muchos días en la cama, sin hacer otra cosa que contemplar la pared, hasta pasadas las tres de la tarde. La fragilidad de las personas que han perdido a un hijo siempre es la misma. Hay algo que las delata. Un gesto, un movimiento, una mirada. Birkin no es una excepción. Ese dolor está ahí, traspasa esa cámara que tanto la quiere. El dolor y la verdad. El talento. La belleza de la vejez. Y la belleza de las palabras de una hija que no quiere perder nunca a su madre. Todo queda registrado en este sencillo, sincero y hermoso documental que puede verse en Filmin. 

miércoles, 4 de mayo de 2022

Audrey Hepburn

El 4 de mayo de 1929, en Bélgica, nacía Audrey Hepburn. Ver cualquiera de sus películas, sobre todo de madrugada, significa entrar en uno de esos mundos que jamás decepcionan. La magia de la actriz es tan poderosa que consigue transportarte a ese cine clásico tan bien narrado e interpretado, dejando atrás todos los problemas y todos los desagradables asuntos de la actualidad. Qué necesario volver a consentir que su luz sea la única que inunde la habitación y te reconcilie durante un rato con este mundo absurdo y enfermo. Qué haríamos sin esa luz. Sin la luz de esos viejos camaradas que nunca defraudan. Sin ella, Audrey. 


martes, 3 de mayo de 2022

It´s a sin

El Londres de los años 80. Las fiestas, la libertad sexual, la música. El contraste de la vida en las ciudades pequeñas y en la gran ciudad. La aparición de los primeros casos de sida. Las noticias que van llegando de San Francisco. La foto de Rock Hudson enfermo dando la vuelta al mundo, poco antes de morir. Las incógnitas, el desconcierto, la marginación. El comportamiento de los sectores más reaccionarios de la sociedad. El miedo. La valentía de los que se enfrentan a los poderosos. El miedo, siempre. La empatía de la buena gente. Las ilusiones y las ilusiones rotas. Un puñado de vidas que reflejan todo aquello. Qué gran serie.