jueves, 28 de junio de 2018

Orgullo gay

Que te gusten los chicos, si eres un chico, o las chicas, si eres una chica, no es un orgullo. Es algo que forma parte de ti de modo natural. Como lo es el color de tu pelo o de tus ojos. Lo que es un orgullo es sobrevivir a todas las hostias que la vida que va proporcionando a lo largo de sus diferentes etapas por el hecho de que te gusten las personas de tu mismo sexo. Lo que es un orgullo es vivir tu vida de la manera en la que crees y no avergonzarte de lo que para algunas personas insensatas e intransigentes sigue siendo motivo de vergüenza. Lo que es un orgullo es alzar la voz y clamar contra las amenazas y la discriminación. Y lo que también es un orgullo es saber que otra gente con tus mismos posicionamientos hizo lo mismo en tiempos y circunstancias muy complicadas. Por eso hoy es un día para recordarlas a todas ellas, y para recordar también que hay mucha gente en muchos lugares del mundo que no puede decir públicamente lo que yo estoy diciendo ahora. 

miércoles, 27 de junio de 2018

Recordando a la Matute

Abrir de nuevo los libros de Ana María Matute es regresar al mundo de la infancia, de la adolescencia, de la belleza y de la crueldad. Al mundo del tiempo azul y de los tiempos negros. A esas luces que, trémulas, iluminan una parte de la noche, y son faros y son preámbulo de sorpresa y de misterio, según el instante de la narración. Volver a esos libros es descubrir otra vez la vida en toda su extensión y complejidad, contada, eso sí, de un modo tan sencillo como poderoso, como si alguien nos narrase un cuento donde las piedras y los abrazos se sucedieran y confundieran a su libre albedrío, casi de una manera mágica e imprevisible. Volver a esos libros es regresar a todas las edades que hemos tenido. Es, también, adentrarse en la edad actual como si uno, como todo su bagaje, se adentrase en un bosque frondoso y liberador, que es, con sus variaciones, como nos enfrentamos a la vida, cada mañana.

sábado, 16 de junio de 2018

Cafetería San Francisco

La cafetería San Francisco es uno de esos pocos lugares que sigue conservando en esta ciudad la decoración de finales de los 70. Las paredes, la barra, el suelo, las lámparas... Se resiste a las reformas y ahí, a mi modo de ver, reside su encanto. Ahí, y en la estupenda comida que sirve, lógicamente. Comer un plato combinado allí es retroceder treinta y pico años atrás, verte sentado en una de esas sillas cuando los pies apenas te llegaban al suelo y escuchando las explicaciones de tu madre sobre cualquier asunto de la vida, comiendo un plato combinado, merendando unas tostadas con mantequilla y mermelada o un bocadillo de calamares, después de volver del médico (por ejemplo). 
Todos estos lugares van despareciendo porque los cierran o los convierten en franquicias de medio pelo. Ojalá esta cafetería aguante muchos años. Porque, comida al margen, constituye una especie de refugio donde la memoria se mantiene a flote, ofreciendo todas esas estampas que conforman lo que somos a día de hoy. 

miércoles, 13 de junio de 2018

Mamá cumple 69 años

Mi madre cumple hoy 69 años. El mejor regalo que se le puede hacer es invitarla a comer. Aunque es una buena cocinera, huye de los fogones en cuanto puede. Por eso he preparado bacalao y flan de huevo, dos de sus platos favoritos. Miro hacia atrás y el camino a su lado es tan positivo que ninguna de las enfermedades con las que hemos tenido que aprender a convivir logra oscurecerlo en modo alguno. Miro hacia delante y sólo veo cazuelas con bacalao y grandes platos con flan de huevo. Muchas cazuelas de bacalao, muchos platos con flan. Vivir con miedo siempre es un asunto de cobardes. 

lunes, 11 de junio de 2018

Maneras de escapar

Acabo de leer 'Maneras de escapar', de Bárbara Aranguren, publicado por Huerga & Fierro, porque la escritora María Tena lo recomendó. Unos relatos me gustan más que otros, lo que es normal en un libro así. Tienen algo inquietante, una atmósfera muy bien medida y varias incógnitas quedan en el aire después de leerlos. La clase de relatos que me gustan, los que dejan incógnitas y no te lo dan todo hecho. Es, en conjunto, un libro magnífico. Con un relato, a mi juicio, absolutamente redondo, 'Salvadas por Clint'. Uno de esos relatos que perduran en la memoria mucho tiempo después de leerlo. 

sábado, 9 de junio de 2018

Echando de menos a Francesca

Me deja un poco perplejo esa gente que, al enterarse de la muerte de Francesca, me pregunta si no queremos hacernos con otro gato inmediatamente. Vamos a ver: respeto todas las opciones de cada persona, pero con nosotros vivió una gata a la que adorábamos tanto como ella a nosotros. Y no me parece normal eso de a rey muerto, rey puesto, de hoy para mañana (es nuestra opción, insisto). No echamos de menos a una gata: echamos de menos a Francesca. Y mucho. La manera en que su vida se acopló a la nuestra y la nuestra a la suya. El fuerte vínculo que establecimos desde el primer día hasta el último. Aún no han pasado ni dos meses de su desaparición y su ausencia sigue presente por todos los rincones de la casa. Aún cuesta abrir la puerta de la calle y que no salga a recibirnos, que no venga al estudio al sentir mis manos sobre el teclado de madrugada, que no revolucione la hora del desayuno, que... En fin. La vida es así. Luminosa y jodida. 

viernes, 8 de junio de 2018

Fotos

Hay hombres a los que no les gustan que les hagan fotos. Él es uno de ellos. A mí me gusta hacerle fotos. Cuando está distraído, cuando no se lo espera. Captar instantes que quedan reflejados en fotos imperfectas (no soy fotógrafo: sólo un entusiasta de la gente que tiene verdadero talento para ello). Fotos en la playa, en el campo, en la calle, en los cafés, en las librerías que visitamos, en los ascensores de los hoteles en los que nos hospedamos... Fotos imperfectas que puede que atrapen códigos que sólo yo alcanzo a descifrar (no sé), pero que indiscutiblemente reflejan la luz de su rostro. Ese rostro que se resiste a ser fotografiado. Puede que ahí esté la clave, la raíz del fogonazo, la sorpresa del instante. El misterio que existe en el ascensor de un hotel, antes de perderse por ese entramado que puertas y pasillos. 

martes, 5 de junio de 2018

Carlos Berlanga

A mis catorce años, Carlos Berlanga, aquel chico que cantaba algunas veces con Alaska y que componía las canciones de su repertorio, me parecía un chico muy atractivo. Siempre aparecía tímidamente al lado de la cantante. Timidez que también se dejaba entrever en las fotos de los discos. La letras de algunas de aquellas canciones y, sobre todo, la mirada, mostraban cierta tendencia a la melancolía. El pop, a veces, no está reñido con la melancolía. Se intuía una manera de ver el mundo desde una perspectiva diferente, desde una determinada distancia. Las canciones que compuso después de abandonar Dinarama así lo demuestran. Era un músico especial, elegante, cultivado. Hoy se cumplen dieciséis años de su desaparición. Creo que aún no se le ha hecho el homenaje que su legado merece.