sábado, 26 de diciembre de 2020

Firma de libros

Hoy se cumplen 42 años de la despenalización de la homosexualidad en este país. Algo que, tengas la sexualidad que tengas, tendría que ser motivo de celebración para todo el mundo. Yo voy a celebrarlo firmando ejemplares de 'La noche se detiene' en La Granja, de 13,30 a 14,30, junto a otros ilustres colegas (la cosa empieza a las 11,30, ya sabéis). No va a llover, incluso puede que salga un rato el sol. Aire fresco y libros con firma. No se me ocurre mejor plan para este día de resacas variadas. Además, hay que llenar el cesto, que en los próximos días anuncian abundantes nieves y, entre unas cosas y otras, lo de bailar este año en Nochevieja va a estar complicado. Llevaré mascarilla y la bufanda alrededor del cuello, que no es umbraliana sino de muchos colores, como corresponde al día de hoy. Allí nos vemos.    

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Revista Clarín

La revista Clarín llega al número 150: todo un acontecimiento. Más de veinte años saliendo a la calle cada dos meses. Empecé pronto a escribir en ella. José Luis García Martín, que la dirige con tanto acierto, me dio aquella oportunidad y hasta hoy. Me ha concedido siempre libertad a la hora de escribir, algo que es de agradecer, y yo, como no podía ser de otro modo, se lo agradezco. Nunca se ha dejado de cobrar cada una de esas colaboraciones. Y puntualmente. Lo que, dados los tiempos (aquellos iniciales y estos que corren, donde los problemas a la hora de pagar colaboraciones siempre parecen ser una constante), es una alegría porque, como es lógico, todo el mundo queremos ver recompensados económicamente nuestros trabajos, aunque mucha gente piense que esto de escribir es un juego o algo así.

En fin, que larga vida a esta emblemática publicación.




martes, 22 de diciembre de 2020

El Pavón Teatro Kamikaze

El Pavón Teatro Kamikaze cierra definitivamente sus puertas. Una pena. No recuerdo cuál fue la primera obra que vimos allí, pero sí recuerdo la última, el año pasado. 'Las canciones', que no es un musical sino un texto lleno de dolor, y rabia, y esperanza, y furia, y donde la música de Nina Simone retumba en las viejas paredes del teatro como una especie de celebración de la vida y, a la vez, de catarsis colectiva. Quién nos iba a decir entonces, disfrutando de ese texto y de las músicas que lo acompañan, Nina Simone, insisto, sobre todas ellas con su rotunda majestuosidad, que aquella sería la última vez que íbamos a estar allí. Qué calor, y qué subidón, al salir del teatro. Lo recuerdo bien. Esa euforia que viene después de ver una gran pieza teatral, que ganas daban de pedir que todas aquellas músicas sonaran por altavoces instalados por toda la ciudad como si estuviésemos en un musical interminable y como ahora suenan esos villancicos que añaden tristeza a la tristeza de este año endemoniado. Hace tiempo que la Navidad significa poca cosa para mí. La Navidad es la infancia y la infancia de Truman Capote en algunos de sus relatos. Y Shirley MacLaine corriendo por las calles en busca de Jack Lemmon. Y poco más. Y ya está. 

Se acabó, pese a la presencia del público y el prestigio, aquella aventura. Nada volverá a ser lo mismo después de esta pandemia: lo estamos viendo cada día. Y lo que nos quedará por ver. Abróchense los cinturones, que diría Margo Channing en aquella noche de celebración, rabietas, celos y ginebra.   
Ojalá la buena música pueda salvarnos como el señor Mankiewicz salvó la carrera de Bette Davis.
Aunque no sé yo.     

lunes, 21 de diciembre de 2020

El cumpleaños de Jane Fonda

Puede que 'Julia' sea la película que más me gusta de Jane Fonda. Ella, la Fonda, Vanessa Redgrave, Jason Robards (Redgrave y él se llevaron, con toda justicia, el Oscar de reparto). Y Lilllian Hellman y las historias de su 'Pentimento'. Y aquellas tardes tan lejanas con mi amiga María, delante cafés y cigarrillos y libros de segunda mano comprados en la librería Valdés, hablando en bares que ya no existen del libro, de la película, de la Hellman, de la guerra, de los nazis... 

Otros tiempos. 
Y que felices 83, Jane Fonda. 

sábado, 19 de diciembre de 2020

Nieva en Benidorm

La incomunicación, la soledad, la nieve que no cae y Sylvia Plath como una especie de Macguffin que recorre toda la película. Esos son los elementos centrales de la nueva película de Isabel Coixet, 'Nieva en Benidorm'. Y también están los silencios que recorren los escenarios prácticamente desiertos de la ciudad, el aire desvalido de Timothy Spall, la rotunda presencia de Sarita Choudhury, la contenida sabiduría de Carmen Machi, la imponente voz de Pedro Casablanc y la mirada de una Ana Torrent que reclama en cada aparición más presencia (creo que Coixet debería escribir una película con ese personaje, todo un hallazgo, como protagonista). Una mirada que encierra misterios, secretos, miserias, anhelos y resignación. Y una trama que los une a todos. Una trama que casi es lo de menos. Lo importante es el deambular de estos personajes por ese Benidorm casi tan fantasmagórico como la figura de la autora de 'La campana de cristal'. Aquella mujer que, como apunta en sus diarios, vivió días felices en la localidad en los años 50. Porque la película tiene la particularidad, y no es poca cosa, de poder imaginar a Plath en aquella playa, en aquella terraza frente al mar, en aquellas noches. Escribiendo, quizá, unas líneas en su diario, unos versos que luego descartaría, o dejando pasar el tiempo y perdiendo la mirada en ese sol que se refleja sobre el mar a primera hora de la mañana. Ese sol y ese mar que también son refugio para las heridas de estos personajes, que, sentados en esa playa casi vacía, esperan o ya no esperan nada. 

Y la nieve, que se resiste. 

viernes, 18 de diciembre de 2020

Vídeo

Ediciones Trabe ha tenido la idea de que los/as lectores/as graben un vídeo de un minuto más o menos contando lo que les ha parecido alguno de los libros de la editorial, mostrando a la cámara dicho ejemplar. Por mi parte, por tanto, animo a quien le apetezca a grabar ese vídeo contando lo que le ha parecido 'La noche se detiene'. Luego, lo subirán a sus redes (yo también lo haré) y también habrá premios en libros. 

Aquí dejo la propuesta. 
(Se pueden enviar a samuel@trabe.org)

Eutanasia, el derecho a decidir

"Estoy a favor de la eutanasia regulada, de acabar con el sufrimiento humano cuando la muerte -la muerte en vida- ya es más poderosa que todo lo demás". 


Esto dice, en un momento dado de esa larga noche en la que transcurre la novela, Julia Aguado, la protagonista de 'La noche se detiene'. 

Pues esa ley ya está aquí. Ya casi está aquí. Y es una gran noticia. Un avance enorme y necesario.  Y -como el divorcio, el aborto, el matrimonio igualitario, etcétera- no es obligatoria. 
Se trata del derecho a decidir. 

jueves, 17 de diciembre de 2020

Mandarina

He desayunado un café con leche, un pequeño trozo del bizcocho que hice ayer por la noche y una mandarina. Después, bajo un cielo aún indeciso, he salido de casa. Fui a llevarles el resto del bizcocho a mis padres y allí, en la cocina de su casa, tras un breve gesto, sentí el olor de la piel de la mandarina en mis manos. Después, ya con el cielo despejado, fui a dar un larguísimo paseo de casi dos horas por la ciudad. Siempre es un alivio sentir el frío en el rostro. Entré en una librería. Mientras echaba un vistazo a algunos libros y tomaba nota de los deseos, alguien se me acercó y me dijo que hacía días que habían tenido que reponer mi novela y que tendrían que volver a hacerlo pronto. Qué bien, dije. Y sonreí, aunque con la mascarilla quizá no se me notase. Me quité las gafas. La combinación con la mascarilla resulta imposible. Al salir a la calle y acercar mis manos a la nariz para ajustar de nuevo la dichosa mascarilla, volví a sentir el olor de la piel de la mandarina. Caminé despacio en dirección a casa, el cansancio se estaba apoderando ya de mis piernas. Compré pan. Aún estaba caliente. Sentí ese calor en las manos. Una sensación agradable que contrastaba con el frío, el sol apenas podía con él. Llegué a casa. Me lavé las manos sin quitarme el abrigo. Siempre queda salpicado de minúsculas gotas de agua cuando lo cuelgo en el armario. Instintivamente, me llevé las manos a la cara. El olor de la mandarina aún estaba allí. La piel de la fruta y mi piel. Aquí, entre estas palabras. Allí, en aquella infancia, definitivamente.   

martes, 15 de diciembre de 2020

David Torres empieza a leer La noche se detiene

Y el escritor David Torres empezó ayer a leer 'La noche se detiene'. Y hoy aquí apunta este detalle tan significativo:

Ayer, nada más empezar La noche se detiene, de Ovidio Parades, me encontré con un autorretrato de mis veinte años (adivinen cuál). En otra ciudad y otro sexo. Pero lo maravilloso de las buenas novelas es que te permiten vivir varias vidas.
"Es muy duro escribir versos y reponer latas de conservas en un supermercado por un puñado de euros; escribir cuentos y vender seguros puerta por puerta (puerta fría, le llaman) por un sueldo miserable; escribir novelas y aguantar los desplantes telefónicos de toda esa gente que no quiere cambiar de compañía porque tú le ofrezcas no sé cuántas ventajas de un día para otro, casi como por arte de magia".

lunes, 14 de diciembre de 2020

Déjales hablar

Una prestigiosa escritora invita a dos amigas de la universidad y a su sobrino a un crucero. A grandes rasgos, este es el argumento de 'Déjales hablar', la nueva película de Steven Soderbergh para HBO. De entrada, parece la trama de esas comedietas de mujeres maduras un tanto típicas y manidas, superficiales y sin demasiada trascendencia. Pero la cosa no va por ahí. (y harían mal en venderla de ese modo). Hay recelos, secretos, heridas del pasado que no se han cerrado y perfiles muy bien trazados. Y una reflexión importante sobre el mundo de los libros y de quienes los escriben. También sobre la ambición. Para aclararnos: un poco en la línea de Woody Allen. Y hay tres actrices en estado de gracia. Una Meryl Streep contenida que expresa muy bien los silencios y mide cada gesto y cada palabra (realmente conmovedora la escena del discurso), una apoteósica Candice Bergen con cicatrices y sin remordimientos y una voz tan hermosa como su ajado rostro, y una Dianne West tan maravillosa como siempre. Y un atractivo y sólido Lucas Hedges, que observa las relaciones de las tres amigas y también entra en parte del juego.    

Deja poso. 

martes, 8 de diciembre de 2020

John Lennon, cuarenta años después

La primera vez que uno visita Nueva York se siente tan impresionado y tan insignificante que, después del primer contacto (siempre un poco atolondrado y a la deriva), lo más sensato es sentarse en un banco, respirar hondo, ver a la gente pasar como si estuvieras en una de esas películas que conforman nuestra memoria y empezar de nuevo. Trazar líneas, emborronar mapas, y ser consciente de que tendrás que volver muchas veces para comprender la verdadera dimensión de una ciudad casi inabarcable. También tienes que ser consciente de que no te vas a encontrar a Lauren Bacall (entonces, en aquella primera visita, aún vivía) paseando a su perro por Central Park. Ni siquiera, por mucho que lo desees, vas a verla saliendo del Dakota cuando tú pases por allí. Si acaso, y serás ya un afortunado, te encontrarás con una mendiga arrastrando un carrito con sus pertenencias que tiene un aire lejano a la diva y que, con suerte, tuvo alguna vez un minúsculo papel en una obra de Broadway muchos años atrás, cuando todavía era rubia y estaba lúcida y sobria. Pero estás ahí (ahora estoy ahí de nuevo), delante del Dakota con el agradable aire de principios de septiembre y la cara de pocos amigos del portero del edificio. Ese portero que mide dos metros y te mira como si fueras a sacar una pistola del bolso en cualquier momento y hacer una imitación de Travis Bickle como los adolescentes de los 80 las hacían de Michael Jackson. Estás ahí porque es el domicilio de la Bacall, porque es el escenario de 'La semilla del diablo' y porque es el lugar donde mataron a John Lennon. Qué más puede pedir un mitómano. ¿En qué punto aquel tipo acabó con su vida? Ni se te ocurra preguntarle al portero. En realidad, la pregunta es un poco morbosa. Sin embargo, sabes que en ese trágico momento comenzó la leyenda, si es que no había empezado ya algunos años atrás. Los Beatles, la disolución del grupo, la paz, el amor, Yoko Ono, un puñado de buenas canciones y todo eso que nadie ha olvidado. Han transcurrido cuarenta años. Y ahí sigue, en camisetas y memorias colectivas, convertido en icono indiscutible, arrollador. Un mito más fuerte que el márketing que le rodea, aunque alguna gente pueda pensar lo contrario. En tardes melancólicas o en noches de insomnio, escuchando ese puñado de brillantes canciones, permanece lo que nos importa: la música. 

martes, 1 de diciembre de 2020

En este día

Recuerdo el impacto que me causó aquella película, 'An early frost'. Ahora el sida es cosa de todos. Entonces, en los tiempos en los que surgió la enfermedad y transcurre la película, era una enfermedad de homosexuales (aunque no era esa la palabra que se utilizaba: pero como es una palabra que no soporto, tampoco voy a utilizarla hoy). Aquel desprecio, aquella crueldad, aquellas humillaciones. Cabe imaginar, por escasa sensibilidad que se tenga, el dolor de aquellos hombres y, en el mejor de los casos (porque eso quería decir que no los abandonaban a la intemperie y la marginación más absoluta), el de sus familias. El papel, sobre todo, de aquellas madres (no de todas, claro). Las madres y los hijos enfermos. Las madres arropando a los hijos enfermos, sin plantearse nada más. En el recuerdo. En este día. Y en todos los que vendrán.   

sábado, 28 de noviembre de 2020

Viernes noche

Y llega el viernes, y damos un paseo muy largo a media tarde, y después, cerca ya de casa, él me pregunta qué me apetece cenar, y yo digo que me da igual porque es verdad, me da igual, yo lo que quiero es sentarme en una terraza dadas las agradables temperaturas, tomar un vino, contarle cosas de los libros que estoy leyendo, de las películas que quiero ir a ver al cine, de los proyectos que me rondan por la cabeza, y luego tomar otro vino, y al tercero, acodarnos en la barra de un bar y pedir una tapa de croquetas y otra de patatas bravas, que ya no pide uno cenar en grandes restaurantes, sólo eso, dos tapas, cuatro vinos, quizá un gintonic después si no hace frío, y regresar a casa sintiendo que la felicidad es eso, que no te empeñes en otra cosa, que es así, sentir que eres un tipo afortunado pese a esas historias que te inquietan, pero no puede ser, no puede ser, no puede ser, y ya sé que todo esto es posible en casa, pero a veces necesitas aire, calle, barullo, saber que la Navidad está ahí porque ya han colocado las luces, aunque la Navidad sólo me importe para beber champán y besar a la gente que quiero, pero no puede ser, y es entonces cuando te vuelvo a maldecir, Covid, qué nombre tan estúpido tienes, una y mil veces, y así hasta el próximo viernes o qué sabe nadie.  

domingo, 22 de noviembre de 2020

Más opiniones sobre La noche se detiene

Conocí a Texturas Poma a través de su página literaria (donde Jose González Cabolugo ejerce de administrador), La isla rebelde. Allí iba dejando sus opiniones literarias. Dijo que compraría mi novela. Acaba de leerla y de escribir este texto que le agradezco mucho.
"En un soplo ayer, por la tarde, leí "La noche se detiene". Me alegra descubrir autores inéditos para mi, como Ovidio Parades, y poder decir que no va a ser esta novela, lo unico que voy a leer de él. Por su estilo; una prosa sencilla que cuida las palabras y otorga al texto una musicalidad fluida. Por la precisión de lo que cuenta (con las descripciones justas ) y la forma en que borda los personajes femeninos. Crea una "Julia" tan real que podría ser una de mis amigas. O yo misma. La referencía a mi adorada Szymbroska o a Tom Waits...
En fin, que lo recomiendo si os apetece ver como un retal de cotidianeidad vital, se trasnforma en algo más. En literatura."

 


 

sábado, 21 de noviembre de 2020

La última barquillera del Campo San Francisco

De aquellos tiempos, recuerdo las tardes lentas y soleadas del verano, los pantalones cortos y la mano de mi madre que era una especie de brújula sin saber todavía lo que esa palabra significaba. Sin saber, de hecho, casi nada. Y qué bien estaban así las cosas. No hay nada comparable a ese territorio de la infancia, verdadero mundo feliz del que tan rápidamente nos destierran. También recuerdo el estanque de los patos (sin Mafalda aún, claro), los niños allí arremolinados, el sabor de los barquillos y a la señora que los vendía y que acaba de morirse. La última barquillera del Campo San Francisco, dicen en los periódicos (miro su foto y la reconozco de inmediato). Sentada delante de aquel tambor de color rojo, donde guardaba sus tesoros. Mis favoritos eran los que tenían forma de cucurucho, aquella galleta alargada y sin helado, porque eran menos dulces. Aunque lo que en realidad me gustaba era acercarme a los patos y darles pequeños trozos de aquel barquillo. Me gustaba ver cómo los devoraban, estirando mucho el cuello, rozando casi la mano del niño, con ansiedad. Siempre chillaban pidiendo más hasta que me quedaba sin barquillo, mi madre sonreía (otras madres se enfadaban) y me compraba otro que se acababa comiendo ella porque entonces no me gustaba nada la comida.  Y así regresábamos a casa: un poco agotados por el calor de las tardes interminables del verano, con minúsculos restos de barquillo en nuestras ropas que aparecían poco después, en casa. La barquillera, trabajadora incansable, se quedaba allí sentada hasta que casi se hacía de noche. Y no sonaba ninguna música -todo en calma ya- pero ahora, al recordar todo esto, siento en mi cabeza una música suave que iba quedando atrás, hasta que mi madre y yo, alejados del Campo y los barquillos hasta el día siguiente o al otro (siempre dependiendo de la lluvia), éramos dos puntos diminutos envueltos en el naranja decadente de un sol que se resistía a desaparecer.       

miércoles, 18 de noviembre de 2020

La Velasco

Todo el mundo dice que Sofía Loren hace un gran trabajo en 'La vida por delante'. No lo dudo, por supuesto, pero tengo tan presente aún la poderosa interpretación de Concha Velasco haciendo el mismo papel en el teatro (aquella decadente sensualidad, aquella voz rota, aquel desamparo, aquella fuerza) que me cuesta un poco ponerme a ver la película. Lo haré cualquier día de éstos. 

martes, 17 de noviembre de 2020

Lo que encontré en la poesía de Francisco Brines

La habitación del niño donde entonces había luz y ahora sólo hay penumbra. Los veranos luminosos y el recuerdo, todavía muy presente, de un hombre que pensaba sentado a la orilla del mar. El deseo y la tentación de los cuerpos que alguien determinó que se trataba de cuerpos prohibidos. La delicadeza a la hora de trazar con palabras los rincones de aquellas pieles, de aquellas carnes que avivaban los sentidos de la juventud y aun después. El roce que se hace lento y aquel fuego en la punta de los dedos. Paraísos perdidos, paraísos recobrados. todo entremezclado en la memoria del poeta y en la nuestra. Casi como un juego o un apunte filosófico. Ese tiempo al que siempre recurrimos cuando se ha ido, materia esencial del poema. El hueco de la nostalgia, siempre habitado. Lo que fuimos y lo que creímos ser. Lo que somos al acercarse el final del trayecto. El silencio del mundo, allí donde es posible -a ratos- encontrar algunas respuestas: más apuntes filosóficos. El silencio del mundo y aquel hombre sentado frente al mar, origen del deseo, del individuo y del propio poema. Y lo que media entre todo ello, recogimiento y ardor. Todas las estaciones que se han quedado definitivamente atrás. Y la voz de quien las describe.   

viernes, 13 de noviembre de 2020

Día de las librerías

Paquita Laguna. Una de las mejores libreras que ha tenido esta ciudad. Estuvo al frente de la librería Aldebarán durante más de treinta años. Primero fui cliente, luego amigo y más tarde trabajador de la propia librería. Estar allí era como estar en mi casa. Antes de eso, recuerdo todas aquellas veces que al salir de la sesión de las ocho de los cines que había justo al lado (o al entrar a la de las diez y media) todavía estaba allí, trabajadora incansable, sin perder la paciencia (ser librero, siendo un oficio maravilloso, quien lo probó lo sabe, a veces, también es tener mucha paciencia) ni la amabilidad. Momentos de grandes satisfacciones y momentos de dura lucha. Ahí estaba ella. Ahí estuvo. Más de treinta años. Ahora, ya jubilada, es su hija, Patricia Hevia, la encargada de la librería. Sirvan hoy estas palabras como homenaje a una gran librera, a una gran trabajadora y a una mujer estupenda a la que sigo queriendo y admirando. 

Que sean muchas las compras, las ventas. Hay mucho material (y muy bueno) donde escoger. Feliz Día de las librerías. 

viernes, 6 de noviembre de 2020

Pedro Olea

Leo que se estrena (aquí no, claro) un documental sobre el director Pedro Olea. Y me parece una noticia excelente. Puede que no tenga el reconocimiento de otros directores, pero sólo por haber dirigido 'Tormento', 'Un hombre llamado Flor de Otoño', 'Pim, pam, pum... ¡fuego!' o 'El caso de las envenenadas de Valencia' se merece un lugar destacado en cualquier cinematografía. Sin olvidar los trabajos en esas películas de Concha Velasco, Ana Belén, José Sacristán, Fernando Fernán Gómez y esa descomunal Terele Pávez que conmueve e impresiona (no importa las veces que la hayas visto) con cada gesto, cada palabra, cada silencio. 

A ver si todo esto termina pronto y podemos disfrutar de este trabajo. 

jueves, 5 de noviembre de 2020

Cómo te echo de menos, Madrid

Me acuerdo hoy de la última vez que bebimos vino en los bares de Chueca y allí, lejos de casa, de esta pequeña ciudad, sentíamos -como siempre- que un mundo de posibilidades se abría ante nosotros. Me acuerdo que hacía mucho frío y que dijiste: vamos a ese sitio que tanto nos gusta. Está en la otra punta de la ciudad, respondí. Qué importa. Acostumbrados a las caminatas, tardamos poco en llegar. La euforia siempre es más poderosa que cualquier distancia. Y allí seguía sonando la misma música de siempre. Ha pasado casi un año de todo esto y tengo la sensación de que sucedió en otra vida. 

Cómo te sigo echando de menos, Madrid. Cuento los días y cruzo los dedos para que en algún momento pueda presentar mi nueva novela en alguna de tus librerías. 
Cuentos los días, cruzo los dedos, trato de elevarme por encima del caos. 
No me quejo. Seguimos en pie. 

domingo, 1 de noviembre de 2020

Lola López Mondéjar sobre La noche se detiene

He terminado de leer esta nouvelle de Ovidio Parades, La noche se detiene. Como sucede con la escritura de Ovidio, el tiempo se detiene para plantearnos un dilema moral de profundo calado, protagonizado por una mujer. Delicadeza de su literatura, siempre.

Lola López Mondéjar, escritora

sábado, 31 de octubre de 2020

Sean Connery

Lo cierto es que uno tiene la sensación de que hay personalidades de la cultura que no van a desaparecer nunca. Quizá el deseo de que esto pudiese llegar a suceder es lo que hace posible esta especie de inocente teoría. Me pasó cuando murió Lauren Bacall, Elizabeth Taylor, Marguerite Duras, etcétera, etcétera. Y me acaba de pasar ahora con el señor Connery. Pero el momento llega, inevitablemente. Y nos sacude un poco más en este año bien repleto de sacudidas. No soy mucho de las películas de Bond, pero creo que no hay duda de que fue el mejor intérprete de la saga. Y también están las otras películas. Me quedaría, en un rápido repaso, con 'Marnie, la ladrona', 'Robin y Marian' y 'Los intocables de Elliot Ness'. Aquella presencia imponente en cines ya desaparecidos. Qué grandes momentos. Y qué lejano parece ya todo. 

miércoles, 28 de octubre de 2020

Carlos Castán

Dentro de unos días, en un solo volumen, Páginas de Espuma publicará todos los cuentos de Carlos Castán. Aunque tengo todos sus libros, tesoros de biblioteca construida con esfuerzo e ilusiones, supongo que terminaré haciéndome con un ejemplar. Quién sabe el destino de mi biblioteca cuando ya no esté por aquí, pero qué más da: el placer de ese volumen será solo para mí, dentro de unos días. En Castán reconozco algunos fríos, soledades, músicas, corazones y juguetes rotos, ansiedades, mitos, esperanzas, pérdidas, tristezas, tiempos de todos los colores, sensaciones variadas, sentimientos profundos. El olor de la infancia y las huellas de amores posibles o imposibles, también el deseo, los deseos. Todo eso, y algunas cosas más, está en sus personajes, en sus descripciones, en sus atmósferas. En cada página construida con precisión y delicadeza. Todo eso, en un solo volumen, dentro de unos días. El placer de tocar esas hojas. Recordar el pasado. Vivir el presente, por complicado que esté siendo. La alegría, y la emoción, de la gran literatura. 

lunes, 26 de octubre de 2020

Cocinar y escribir. Escribir y cocinar

Me gusta mucho cocinar. Entrar en la cocina y evadirme. Entrar en la cocina y dejarme llevar. Entrar en la cocina y pensar en los personajes de la historia que estoy escribiendo. Cocinar y tomar apuntes mientras suena Nina Simone o cualquier otra legendaria dama del jazz. Cocinar y escribir. Escribir y cocinar. Cada cosa en su sitio y, a veces, ambas en el mismo. Creo que el gran Carlos Novoa sabe algo de todo esto y me ha invitado esta noche a su programa de radio, 'Oído cocina'. En RPA, a las once de la noche (ya todo el mundo recogido). Hablaremos de 'La noche se detiene'. De literatura, de las mujeres de mi vida y las de mis libros, de bares y de cocina, naturalmente. De lo importante, vamos. Me hace mucha ilusión estar en ese programa, os soy sincero. 

domingo, 25 de octubre de 2020

Los pequeños detalles

Qué extraño es todo. No, no estamos confinados como en la primavera (y eso, sin duda, es un alivio), pero la situación es rara, dolorosa, incómoda. Provoca cierta desazón e impotencia eso de no poder salir de tu ciudad. Ya sé que es lo que toca: no me quejo. Repito: esto no es una queja. Es solo una manera de expresar la sensación que sentí al abrir la ventana y percibir el impactante silencio de la calle. Las ventanas de los otros edificios cerradas, el runrún de la lluvia que estuvo presente durante toda la noche y que ya había dejado de sonar, el sol que luchaba (en vano) por hacerse su hueco. Todo contribuía a esa extrañeza inicial, la de estar aislado en tu propia ciudad. Y de repente, en medio de esa inusual sensación, la alegre voz de una chica joven dándole desde la calle los buenos días a alguien que se acababa de asomar a la ventana de uno de los edificios cercanos (no pude percibir la respuesta de esta persona) y que entró como un soplo de aire fresco en mi estudio, me devolvió cierta armonía, alejándome momentáneamente de todos esos pensamientos e incertidumbres que nos acechan. Una voz a nuestro favor. Un instante contra el mundo. La fuerza, una vez más, de los pequeños detalles. 

viernes, 23 de octubre de 2020

Palabras de Manolo D. Abad

Abrir el Facebook el día de la presentación de tu nueva novela y encontrarte con este texto de Manolo D. Abad, importante figura de la cultura asturiana, es una especie de señal que indica que todo va a ir bien. 

Gracias, querido.  

"Hoy el plan para la tarde es éste: Ovidio Parades acaba de publicar su tercera novela y eso es una gran noticia. Ovidio ha participado con dos relatos en la bilogía sobre Oviedo y creo que su aportación ha enriquecido estos dos libros de relatos que promoví a través de la Colección Turbulencias. Su narración "A Ciegas" abría las cinco que se incluían en "Sucedió en Oviedo" (Noviembre 2018), uno de esos relatos crudos en el fondo y con una forma que se desliza casi imperceptiblemente por los entresijos de una historia de maltrato y de final dramático (no es spoiler, es un animarles a leer e, incluso, comprar). "El último baile" es el título de su aportación a las siete historias que ocupaban "Amanece en Oviedo" (Febrero 2020), otra narración donde se vuelven a combinar ternura y dureza en dosis adecuadas para resultar fascinantes.
Cita obligada, pues, con uno de los grandes escritores ovetenses de este tiempo y del que tengo la fortuna, además, que sea mi amigo."

jueves, 22 de octubre de 2020

Maite Núñez escribe sobre La noche se detiene

Muchas felicidades por el libro. Vuelves a desarrollar esos personajes femeninos que desbrozas tan bien. Casi casi lo he leído en tiempo real, sumergida en esa noche en la cabe toda una vida, esa noche en la que yo también he sido Julia, en que he notado el sabor del whisky y he escuchado la voz de Tom Waits, porque todo en tu escritura es tan orgánico que se puede leer desde dentro. La noche se detiene, pero tú no te detengas y sigue escribiendo.

Maite Núñez, escritora

César Inclán escribe sobre La noche se detiene

"Presiento que hay un antes y un después de la pasada noche, y ese después comienza ahora mismo. Quiso pues el azar o la casualidad que ayer terminara de leer la nueva novela de Ovidio Parades titulada "La noche se detiene", ya que esa jornada otoñal se daba la curiosa y feliz coincidencia de que el escritor asturiano celebraba su 49 cumpleaños.

La novela, cual si fuera una obra de teatro, se divide en tres actos titulados "En el taxi", "El corazón del sábado noche" y "Domingo todo el día" (tengo para mí que en las páginas de este último acto se encuentran tal vez algunos de los mejores momentos en la trayectoria como narrador de Ovidio Parades), un libro en el que se busca siempre la palabra más adecuada y donde se hace palpable la sutileza o la fiereza de ese lenguaje, de esas palabras que son tan poderosas como algunos silencios,, con unas descripciones minuciosas dibujadas casi a flor de piel y francamente logradas en no pocos momentos.
Sin desvelar de la trama más de lo necesario, la obra es una sentida reflexión sobre la vida y la muerte en un viaje al fin de la noche (Julia, la protagonista, cuida a una mujer mayor llamada Milagros en una pequeña ciudad de provincias cualquiera), una novela que de alguna manera es una mirada al presente y también al pasado a los acordes de una hermosísima canción de Tom Waits y en la que se nos muestra toda la poesía de una juventud que nunca se ha ido del todo cuando el oficio de Ovidio Parades aparece ante nuestros ojos del mejor modo.
Y no resulta desde luego sencillo, como Julia expresa en uno de los momentos más bellos y hermosos de este libro, hablar de una misma en dos tiempos, el pasado y el presente, un recuerdo melancólico de otro tiempo o incluso un remolino que no se olvida ya que la vida siempre, siempre, es demasiado corta cuando pensábamos en aquel instante que teníamos toda la vida por delante".

César Inclán, periodista


Justo Braga escribe sobre La noche se detiene

'La noche se detiene' es lo mejor de Ovidio. Hay que leerla del tirón, porque la historia (las historias) que lleva dentro, también van del tirón. Aquí está la madurez de un narrador que escribe para que se le entienda bien. Y lo consigue. No es fácil encontrarse con un texto tan correcto y con tanta precisión en su escritura. Os animo a comprarla y a leerla. Os va a sorprender a todos. Incluso a los que ya os habíais acercado a la literatura de Ovidio.

Justo Braga, periodista


lunes, 19 de octubre de 2020

Presentación de La noche se detiene

El próximo viernes 23, a las 7 y media, presentaré 'La noche se detiene' en la biblioteca del Fontán. El aforo es limitado, por tanto, si os apetece asistir debéis mandar un mensaje a la editorial (samuel@trabe.org) para apuntaros. Obligatorio uso de mascarilla y todas las medidas pertinentes. 

Presenta la periodista Camino Sofía de la Guerra. 

Os esperamos.


Día de las escritoras

Aunque está bien que sea así, no hace falta que las escritoras tengan su día para que las recuerde. Los libros de las escritoras a las que admiro están siempre cerca. Los leo, los releo. Abro una página al azar, vuelvo a leerla. Aprendo. Nunca dejas de aprender cosas de un buen libro. Los estados de ánimo también son determinantes. Hay palabras que alivian, que ayudan, que consuelan, que convierten lo gris en otro color. Me alegra que se celebre este día, pero me alegraría aún más que se las leyese a menudo (y, ya de paso, que se comprasen sus libros). Todos los días. Como si esos días fueran el día de hoy. 


domingo, 18 de octubre de 2020

Estrellas

La casa está en silencio. Escucho, mientras tomo una copa (sábado noche) que me evade de muchas realidades, a esas actrices americanas que cantan, bailan, y lo hacen todo bien. Y me acuerdo de aquellas noches en las que mi hermana y yo hacíamos lo mismo, riendo y hablando de problemas que no eran nada comparados a los de ahora, qué ilusos. Y me acuerdo también de mi amiga Loli, que se fue hace dos años y medio, tan estrella como estas mujeres que ahora cantan, que ahora bailan, que ahora me alejan de una realidad que sigue siendo dura en muchos aspectos, si yo os contara. Me acuerdo de su pelo rubio y de sus uñas rojas y de su copa de champán en la mano y de sus aires de estrella, estoy viéndola. Me acuerdo que era una mujer única. Como las que cantan, bailan, interpretan, aquí, ahora mismo. Aún puedo oír su voz. Aún puedo hacerlo. Esa voz. Esa risa. In my life. 

miércoles, 14 de octubre de 2020

Cumpleaños

Hoy cumplo 49 años. Será una celebración sencilla. Prepararé algo de pasta y abriré unas botellas de vino. Vendrán mis padres a comer con nosotros. Brindaré porque estoy vivo y porque ellos, con todo, también lo están. Echaré de menos a mi hermana, que está trabajando en otra ciudad. Brindaré también por la extraordinaria manera con la que os estáis acercando a mi nueva novela. La mejor recompensa a tantos meses de trabajo. No hay, como escritor, mayor placer.

Brindaré luego por todo eso. Por la salud y la literatura.

Y también por ustedes. 

domingo, 11 de octubre de 2020

Opiniones de los lectores

 Más opiniones de los lectores sobre 'La noche se detiene'. Lectora, en este caso. Julia Fernández de la Vega:

"Ya he terminado de leer 'La noche se detiene' pero todavía tengo mis dedos pegados al libro, creo que me falta asimilar la multitud de sensaciones que me ha producido, desde el principio hasta el final, ya que es una novela que te atrapa desde desde la primera línea con una pulcritud formal y una riqueza lingüística digna de destacar. La historia es impactante, las descripciones minuciosas.
Me ha encantado y sorprendido a la vez. Creo que hay mucho de la personalidad de Ovidio Parades en este libro, depurado tanto en las formas como de desbordante imaginación en el fondo."
Muy agradecido


miércoles, 30 de septiembre de 2020

En la radio

Hoy hablaré por primera vez en la radio de 'La noche se detiene'. Será a las 13.30 en Cadena Ser Gijón. Y será un placer porque siempre lo es hablar con Enrique y Alicia, que tan bien hacen su trabajo y conocen el mundo cultural. Pero también será inevitable que me acuerde de Azucena Vence. Ella es la persona con la que siempre hablaba por primera vez de mis libros en la radio. Siempre tenía alguna sorpresa musical (o de algún otro tipo) preparada. Siempre compartía esa euforia con la que yo llegaba al estudio. Siempre quedábamos emplazados para la presentación del libro en cuestión, donde ella era la encargada de leer con su extraordinaria voz algunos párrafos.

A este año de mierda, si es que algo se le puede pedir, le pido que se recupere enseguida y se pueda poner pronto detrás de ese micrófono verde.

El fantasma de Tom Waits

Qué curioso. Salimos, como todos los días, a dar un buen paseo. De regreso, cerca de casa, nos sentamos en la terraza de un bar que acaban de reformar. Hablamos de la novela, de los planes que deseo para ella. Me levanto y voy al baño. A la entrada, junto a otras portadas de discos, me encuentro con la portada de The heart of saturday night, de Tom Waits. La canción que recuerda una y otra vez Julia, la protagonista de "La noche se detiene", a lo largo de la noche en la que transcurre la historia. Y pienso que puede ser una especie señal. No sé muy bien de qué, ni para qué, pero una especie de señal. Así lo interpreto y pienso en lo mucho que me gustaría que hubiese una de esas máquinas para poner canciones de las películas americanas para hacer que sonara de nuevo el viejo Tom y su inmortal balada.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Adiós a las novias

Llevo varios días leyendo una de esas novelas que, como los capítulos de nuestras series favoritas, a uno le gustaría que tuviese mayor extensión para seguir disfrutando de las andanzas de sus personajes. Se trata de 'Cartas a las novias perdidas', de David Torres. Se trata de la historia de una familia. Una familia con un presente y con un pasado a sus espaldas. Una madre desaparecida, un padre con alzhéimer, dos hermanos que no siempre comparten opiniones, decisiones ni afectos. Y unas cuantas novias, las del título, de uno de esos hermanos, Pablo, el narrador de la historia, escritor de guías de viajes. Del presente al pasado de esta familia. Los negocios casi siempre fallidos del padre, la belleza de esa madre que la hizo actuar de doble de Ava Gardner y Sofía Loren en varias películas que se rodaron en este país, los tejemanejes y los enfrentamientos de los hermanos, y también la presencia del tío Tomás, que trabajó en la Dirección General de Seguridad en los tiempos más duros del franquismo. Páginas que sirven de reflexión sobre un tiempo, tampoco excesivamente lejano, y de unas heridas que, por mucho empeño que se ponga, aún no han terminado de cicatrizar. Siniestra época que siempre conviene recordar. El país que fuimos, como se titula la primera parte de la novela. 

Pienso que no lo tenía demasiado fácil David Torres a la hora de enfrentarse a un nuevo trabajo después de sus dos libros anteriores, 'Palos de ciego' (narrativa) y 'Horizonte de sucesos' (poesía), extraordinarios ambos (búsquenlos, si aún no lo han hecho). Sin embargo, el escritor sigue avanzando con paso firme y absoluto dominio del lenguaje en sus planteamientos literarios y son numerosos los logros de esta nueva novela, 'Cartas a las novias perdidas', que obtuvo el LXVI Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid. Esa manera de transitar del pasado al presente al que antes aludía, encadenando hechos actuales con recuerdos de vivencias pasadas. El modo con el que el protagonista, Pablo, fantasea con la vida, ese doble espejo que refleja la realidad -su realidad- y esa otra realidad que sólo existe en su imaginación. La constante alusión a músicas y referentes cinematográficos que ayudan a comprender la personalidad de Pablo y también la de su hermano Fran. La ternura con la que Torres describe la decrepitud del padre, los sueños y las decisiones de la madre, y las historias de amor que, por unos motivos u otros, se fueron quedando por el camino. Esa ternura y esa nostalgia que se hace presente en quien ha cumplido ya unos cuantos años y se encuentra a mitad del trayecto. La hora de replantearse ese otro camino -el que queda por delante-, de encarar el inevitable destino de unos padres ancianos, de desprenderse de ensoñaciones porque la realidad es una cosa y la fantasía que ayuda a hacer más llevadera esa realidad otra bien distinta, de que ese hermano mayor no vuelva a adelantarse, como tantas veces ha ocurrido... La hora, en definitiva, de decir adiós a todas esas novias ("la última vez que nos vimos/ la primera muerte", escribe David en uno de sus poemas), metáfora de un tiempo que ya no existe más allá de la memoria, y todo lo que eso conlleva. Que no es poca cosa. 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Nos morimos de amor

Tenemos la vida por delante y luego, inesperadamente, todo se escapa de las manos. Un misterio. El único relevante. Nadie sabe aún a ciencia cierta cómo sucede eso. En un abrir y cerrar de ojos, todas aquellas ilusiones se esfuman. Todos aquellos anhelos. Todas aquellas luchas. Todos aquellos roces contra diferentes pieles. "Es muy probable que no hayas visto/ las rosas que puse esta mañana encima de tu sexo". El brillo de unos ojos y el de los ojos que contemplan ese brillo, expectantes. Y un padre -el tuyo. el de quien escribe estos versos, el de quien los lee- se muere en noviembre, que no sé si es el mes más cruel (no quiero aquí contradecir al clásico inglés) pero se le parece. Y ya entonces todo va encadenado. Frustraciones, desilusiones, temores, desengaños, miedos y todo ese lado absurdo e inexplicable de la vida, batallas incluidas. Perseguimos un sentido y, pese al empeño, dejamos de hacerlo. "Ha llovido bolas, balas, velas, risas, rosas, rizos, luces, lazos, líos...", canta Marina Rossell. Todo eso, de golpe. Todo seguido, sin tregua. Sin titubeos. Por sorpresa. Casi a traición. A traición. Y el empeño queda hecho añicos, ya no sé si es invierno y ya da un poco igual. No quiero contradecirle, señor Eliot. Da un poco igual todo, en realidad. Queda una última petición, una última verdad: "Nos morimos de amor". Así dice uno de los versos de este magnífico poemario de Justo Braga, 'Todos tus crímenes', editado por BajAmar. Nos morimos de amor, mejor que de pavor o de miedo, a qué negarlo. Y ésa, pese a todo, viene a ser la única verdad, la que se abre paso por ciénagas y complicaciones, enfermedades y decepciones, cuerpos ya putrefactos y ese último aliento que indica que todavía no estás muerto (y alégrate por ello). Acaso porque el enigma -lo descubrirá quien logre resolverlo-, nace y muere ahí, te llames como te llames, busques lo que busques, ames a quien ames. Te enfrentes a los espejos con valentía, sin evitar las palabras que duelen o amenazan (como hace Justo Braga en este libro, equilibrando conceptos), o pretendas hacer todo lo contrario.  

jueves, 17 de septiembre de 2020

Rialto

Hacía tiempo que no veía una interpretación masculina tan potente como la de Tom Vaughan-Lawlor en la notable película independiente irlandesa 'Rialto'. El desconcierto y la fragilidad de un tipo de cuarenta y seis años que acaba de perder a su padre y que anda bastante perdido por la vida. Impresiona la mirada de ese hombre que está buscando refugio lejos de su casa y de su familia. Impresionan su voz dolorida (imprescindible la versión original) y sus silencios. También cada uno de sus pasos y la manera con la que trata de agarrarse a una historia imposible. Qué talento. Cuánta verdad.  

martes, 15 de septiembre de 2020

He escrito un poema

Ha sido una noche larga, intensa, fructífera y un poco dolorosa. He escrito un poema. El primero que escribo desde Navidad. Una imagen llevaba meses rondándome. Una imagen muy poderosa que vi en Berlín, en octubre del año pasado. Desde hace semanas, en la calle o en casa, he tratado de buscar las palabras exactas. Las necesarias para darle sentido a esa imagen. Huir de la grandilocuencia, de las palabras terribles que podrían nombrar lo que yo vi. Necesitaba las palabras justas, sin aspavientos ni metáforas. Creo que las he encontrado. Después, he colocado el poema -un atrevimiento- en ese libro que voy construyendo poco a poco. Y le he puesto un título. Hoy pienso que puede ser el título del libro cuando se publique, si se publica. El tiempo lo dirá, como dirá si el poema sobrevivirá o se eliminará con la facilidad que no tuvo (tantos meses buscando) para ser escrito.  

domingo, 13 de septiembre de 2020

Otros tiempos

Al dar la vuelta a la esquina, según te ibas acercando a la panadería, podías percibir un olor a cruasán, a pastel, a pan recién hecho. El olor se extendía por buena parte de la calle. Los cruasanes eran los mejores del barrio: de esos que te ayudan a quitar penas y resacas. También podías sentarte en una de las mesas y tomar algo allí. Algunas veces, antes de entrar en una de las salas de aquellos cines ya clausurados, solía tomar un café en alguna de sus mesas. El rumor de las charlas de media tarde. El apunte en el cuaderno. El sabor del café. Las ganas de ver aquella película. El movimiento de las chicas que trabajaban allí. Y el olor, claro, que te incitaba a acompañar el café con alguna de aquellas maravillas. Esos eran momentos de felicidad y yo lo sabía. ¿Qué tontería es esa de que antes éramos felices (a ratos, naturalmente) y no lo sabíamos? No lo sabría usted. 

Podremos tener en casa todas las plataformas digitales y alguna más que aparecerá. Pero nada será comparable a aquellos tiempos. Tiempos que seguimos añorando. Que en este presente tan complicado, si eso es posible, añoramos aún con más fuerza. 
Podremos tener en casa todas las plataformas digitales y alguna más que aparecerá. Pero nada será comparable a todo aquello.  El rumor de las charlas de media tarde. El apunte en el cuaderno. El sabor del café. Las ganas de ver aquella película, etcétera.   
Los cines se convirtieron en un supermercado al que mi amiga Loli, en un arranque de coherencia, se negó a entrar desde el primer momento y cumplió su promesa hasta el final de su vida. ¿La panadería? Ya está casi todo preparado para abrir, tras unos meses cerrada, convertida en un chino. 


miércoles, 9 de septiembre de 2020

Javier Fernández de Castro

Hace ya 25 años que escribí mi primera colaboración para un periódico. Se trataba de una reseña de 'Tiempo de beleño', de Javier Fernández de Castro, en el suplemento de cultura de La Nueva España, que por entonces dirigía con buena mano Paco García Pérez. Una novela llena de historias, un narrador sólido. Acabo de enterarme de su fallecimiento, y la noticia me entristece. Como también lo hace que su obra (muy recomendable) no tenga mayor reconocimiento. Sus libros solo se pueden encontrar en páginas y tiendas donde venden libros de segunda mano. Merece la pena acercarse a ellos. Descanse en paz. 


martes, 8 de septiembre de 2020

Día de Asturias

El acento os delata, nos dicen a veces cuando salimos de aquí. Y está bien que sea así: que los acentos, procedamos de donde procedamos, nos delaten. Los acentos, sin caer en nacionalismos absurdos o exagerados, son importantes y necesarias señas de identidad. Los acentos que conforman un mapa, el nuestro, y otro mapa, más amplio, que también es nuestro. Asturias celebra hoy su día. Me gustaría que todo fuese de otra manera. Que la gente no tuviese que largarse de aquí en busca de oportunidades, que hubiese más trabajo, que la supervivencia no nos quitase el sueño de este modo tan retorcido. Que las cosas (pidamos lo imposible) volviesen a ser parecidas a los buenos tiempos. No quiero, precisamente hoy, darle demasiadas vueltas a todo esto. ¿Para qué? Así que vuelvo sobre mis pasos y regreso a aquella casa y a aquel pedazo de tierra de donde partió todo. El olor de una templada mañana de septiembre, bajo una higuera ya frondosa, el sol -como hoy- tratando de hacerse un hueco. La idea de una patria que comienza ahí, en ese punto, y que se extiende por todos esos lugares donde también he conocido la felicidad o el sosiego. Largo camino aún por recorrer. 

lunes, 7 de septiembre de 2020

estoy pensando en dejarlo

La película comienza con un viaje. Un viaje con palabras, pensamientos, dudas, reflexiones, poemas, musicales y copos de nieve. Y esas palabras del título, "estoy pensando en dejarlo", resuenan una y otra vez en la cabeza de la protagonista, aunque nunca se las diga a su compañero de viaje, al volante. Llevan poco tiempo saliendo y van a visitar a los padres de él (Toni Collette y David Thewlis, soberbios). Y ahí, al llegar a la granja donde viven los ancianos, comienza otro viaje, idas y venidas, vueltas en el tiempo, imaginación o realidad, imaginación y realidad, cada cual decide. Variadas interpretaciones. O solo una interpretación. Y el viaje ya no cesa, el de regreso a no se sabe muy bien qué territorios. La tormenta de nieve, cada vez más fuerte, acentúa la tensión, las palabras no pronunciadas ("estoy pensando en dejarlo" y también algunas otras), la atmósfera. Esa atmósfera que ha creado Charlie Kaufman de un modo tan sugestivo y hermoso y extraño como esa tormenta que no cesa, como esas vidas a punto de romperse (realidad y deseo: o ambas cosas, o todo lo contrario), como ese final que huye, finalmente, de cualquier atisbo de desasosiego. Y suena la música, suena (o no).    

jueves, 3 de septiembre de 2020

Bibliotecas

Desde la adolescencia, cuando descubrí que jamás podría comprar todos los libros que deseaba, mi vida está asociada a las bibliotecas. Buena parte de lo que he leído pertenece a las bibliotecas de esta ciudad. A todas. Sí, a todas. Porque si había un libro que me interesaba en la más alejada de mi casa, allí estaba yo con mi carné. La emoción de ese trayecto -el de ir a buscar el libro deseado- es similar (aún hoy) a la de recorrer el camino que va de mi casa (la casa de mis padres entonces) al cine. Ahora, excepto dos, las bibliotecas de esta ciudad están cerradas. ¿Por qué? Si se cumplen las medidas de seguridad... Eso nos estamos preguntando estos días. Que se abran sus puertas ya (cumpliendo las medidas de seguridad, eso queda claro), que entre el aire, el sol de septiembre, el adolescente apasionado por la lectura... Que podamos entrar todas las personas que lo deseemos con aquella misma ilusión de entonces. Pocas cosas hay comparables a eso. 

miércoles, 26 de agosto de 2020

Mandarinas

 Aún no ha finalizado este mes de agosto que casi parece eterno y ya hay mandarinas en las fruterías. La otra tarde lo descubrí y me resultó un tanto curioso y extraño. Cuando yo era pequeño, las mandarinas solían llegar a finales de octubre o primeros de noviembre. Las primeras mandarinas. Las de la piel más clara. Las más ácidas. Las que más me gustan. Ese jugo deshaciéndose en la boca, calmando la garganta de los que tenemos en ella nuestro punto débil. Su llegada a las fruterías estaba asociada a los días de colegio cercanos ya al invierno. El olor de su piel en las manos infantiles. Ese olor que a veces también impregnaba los guantes y la bufanda. Ya sabemos que hay olores imborrables: el de aquellas primeras mandarinas es, para mí, uno de ellos. Las mandarinas permanecían en las fruterías todo el invierno, casi hasta la llegada de la primavera, cuando ya no había rastro de las ácidas, todas eran dulces, demasiado dulces para mi gusto, incluso ya al final del invierno estaban medio secas, sin jugo. Las mandarinas, entonces, compartían espacio con las primeras fresas. Un contraste de colores y estaciones. Ahora, en este agosto revuelto e interminable, lo hacen con los primeros y diminutos higos. Todo ello, mandarinas e higos, está disparado de precio. Casi cuatro euros me cobraron por un kilo. Aunque tendré que preguntar primero la próxima vez, dejemos a un lado eso. Dejemos que el olor impregne las manos y el jugo se deshaga en la boca, calmando de nuevo la garganta. Dejemos que una simple mandarina -menos ácida que aquellas primeras de entonces, aunque ciertamente sabrosa- nos devuelva por unos instantes aquel tiempo en el que el miedo (los miedos, en plural) no tenía cabida en nuestras vidas. 

martes, 25 de agosto de 2020

Amanece en Oviedo

"Y si los autores son excelentes y las historias brillantes, hay algo por encima de todo en este volumen: el escenario", escribe, entre otras cosas, Iván De Santiago en el diario El Comercio de hoy sobre 'Amanece en Oviedo', uno de los libros colectivos en los que he participado en los últimos meses. 
Gracias, Iván. 
Y a ti, Manolo Abad, por tu compromiso con la literatura y tu invitación.
Enhorabuena, compis. 


domingo, 23 de agosto de 2020

La boda de Rosa

Hay gente que dice que con esta pandemia vamos a aprender a valorar las pequeñas cosas. Ustedes disculpen, pero no. Algunas personas no necesitamos toda esta situación -con sus abundantes dosis de angustia, irritación, vocerío e incertidumbre- para valorar las pequeñas cosas. Ya sabíamos hacerlo con anterioridad. Los años y algunos de esos golpes que te solmena la vida de vez en cuando siempre contribuyen a ello: eso es justo reconocerlo. Pequeños placeres (o los placeres sencillos, que diría Jane Bowles) como dar un paseo, tomar una caña con tu pareja, cocinar y disfrutar después de lo cocinado, comprar un libro, ir al cine... Ir al cine: ahí quería llegar. O: ahí, al cine, quería llegar una vez más. Creo que, en medio de este caos, es importante recuperar las buenas costumbres. Ir al cine, en mi caso, es una de ellas. Recorrer a pie los kilómetros que separan mi casa de los únicos cines que hay en la ciudad. Sentir que la apuesta va a ser segura, que la película que has seleccionado para una tarde cualquiera del fin de semana te va a emocionar. Sentir que has empleado bien el dinero, circunstancias obligan. Y sentir también -muy importante- que estás, dada la pandemia y las consecuencias de no seguir las indicaciones sanitarias, en un lugar seguro. Todo eso lo sentí el otro día, viendo la espléndida película de Icíar Bollaín, 'La boda de Rosa'. Una historia bien escrita, bien contada y bien interpretada por todo el elenco. Una historia que refleja las miserias e imperfecciones que llevamos a cuestas, pero una historia donde la luminosidad gana la batalla a esas miserias e imperfecciones de las que a veces resulta imposible huir. Y eso, sentir que la luminosidad puede estar de tu lado, es fundamental para la supervivencia en estos tiempos tan inciertos. La sensación, al salir del cine, de que la corriente no te va a arrastrar no tiene precio. Los pequeños placeres cuando dejan de ser pequeños.