martes, 30 de agosto de 2022

Videocambio 100

Último reducto de cultura cinematográfica y coherencia, de unos tiempos que siguen siendo nuestros. Mucho de lo que hoy sé de cine lo aprendí viendo las películas de ese videoclub, el único que se mantiene abierto en esta ciudad, muy cerca de la casa de mis padres. Cine clásico, cine independiente, cine hecho para la televisión americana con grandes estrellas que ya no encontraban hueco en la pantalla grande, cine que no se estrenaba por aquí. Y luego, las primeras series. Las que estaban de moda y las que se iban recuperando poco a poco. Buscar una película, por rara que fuera, y encontrarla en sus estanterías. Esa emoción. Una película. Dos películas. Tres películas. En las interminables tardes y noches de verano, hasta cuatro o cinco películas. Y volver atrás para ver los momentos cumbre, tiempos del VHS, antes de devolverla al día siguiente. Tardes de cine en casa de mi añorada amiga Loli y su hija, Silvia. Noches de cine en casa, solo o con mi hermana. Madrugadas de cine en la penumbra para aliviar un desamor, una infección de garganta o el peso de los días. A raíz de la pandemia, se empezó a decir que antes éramos felices y no lo sabíamos. Nunca estuve de acuerdo con esa frase. Sé distinguir perfectamente los ratos de felicidad (y lo consciente que era entonces de ello) y los otros. Parte de los primeros, para mí, están asociados a ese viaje, el que iba de la casa de mis padres a ese videoclub (y al cine, y a las librerías, y a las bibliotecas, se sobrentiende). El comienzo de la aventura. Con mayúsculas.  

miércoles, 24 de agosto de 2022

Solidaridad con Sanna Marin

Solidaridad con Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia, después de la polémica y los ataques recibidos tras filtrarse ese vídeo personal donde aparecía divirtiéndose en sus ratos libres (test negativo en drogas). Qué maravilla. Mujeres que han subido sus vídeos a las redes y donde aparecen riendo, bailando, con sus copas en las manos y el rostro alegre de quien se lo está pasando muy bien en la fiesta, que buena falta hace. Las consecuencias de la guerra, el desempleo, el coste de vivir (como diría la escritora Deborah Levy, cuya nueva novela llega en dos meses a las librerías), las huellas alargadas de la pandemia, más los problemas personales que cada una... Todo eso no aparece en los vídeos de estas mujeres. Se queda fuera de plano. Sólo hay lugar para la risa, el buen humor, la música, el baile y los copazos. Como en aquel vídeo en el que Meryl Streep, Christine Baranski y Audra McDonald aparecían cantando 'The ladies who lunch' y bebiendo vino y Martini en los tramos más duros del confinamiento. Recuerdo lo que me animó el vídeo aquel mediodía, encerrado en casa, a la hora de ahuyentar tantos miedos, desvelos y fantasmas como entonces teníamos encima. Qué genialidad, pensé agradecido a aquellas tres mujeres estupendas. Lo mismo que pienso ahora de estas mujeres anónimas y libres defendiendo espontáneamente a la primera ministra de Finlandia. "Si desahogarse en una fiesta es lo peor que ha hecho su primera ministra, entonces es un país bastante afortunado", dijo una colega australiana.

Que viva el vino. Y Stephen Sondheim, también.



lunes, 22 de agosto de 2022

Alcarrás

Domingo por la tarde. Ha llegado el momento de verla (Filmin), después de los horarios restringidos e imposibles (para nosotros) de los únicos cines que quedan en esta ciudad. La película refleja luz y verdad. Y la crueldad de unos tiempos, los que estamos viviendo, en los que parece que todo lo que merece la pena va a desaparecer en cualquier momento. Ese miedo también está muy acentuado en la película. El pasado y el presente. La luminosidad de la infancia, la delicadeza de arrancar un higo del árbol, la sabiduría de los ancianos, la belleza de una caja de melocotones, la perversión económica, el coraje por mantener tu medio de vida, los eternos conflictos familiares cuando surgen los problemas, el maldito dinero. La fuerza de la tierra y quienes quieren debilitarla. Lo cotidiano y su esencia. El sudor del trabajador y las manos que reparan la piel cansada y herida. Hombres y mujeres fuertes y luchadores. La supervivencia. Muchos contrastes. Muchos lugares para la reflexión. Y una cámara, la de Carla Simón, que lo recoge todo con naturalidad, sutileza y elegancia. Qué Oso de Oro del festival de Berlín tan merecido. 

domingo, 21 de agosto de 2022

Imagen en movimiento

Con la cabeza echada hacia atrás, cómodamente situada en el sillón, puedo ver la pantalla que hay en el techo. Dentro de ella, peces de diferentes colores se deslizan por el agua. No hay sonido. Sólo movimiento. Sin embargo, ajeno a lo que la dentista está haciendo en mi boca, puedo sentir ese rumor, el del agua que se va ondulando con la inquieta actividad de los peces. Estoy tan concentrado en ese fascinante espectáculo, que tampoco hay pensamiento. Ningún pensamiento. Si la imagen se detuviera, podría tratarse de una fotografía muy luminosa. Pero no se detiene, en ningún momento. Los peces siguen en movimiento y, por un instante, puedo sentir que estoy ahí, junto a ellos, rodeado de agua por todas partes. Ni siquiera las luces que rodean a la pantalla, o la que desprende el foco que apunta hacia mi boca, consiguen distraerme. Estoy ahí. No quiero saber más. No quiero saber lo que vendrá luego. Lo que vendrá en septiembre. Estoy ahí, dentro de esa imagen en movimiento, rodeado de agua. Pequeño y reconfortante paréntesis en medio de este extraño, interminable agosto. 

martes, 16 de agosto de 2022

Charles Bukowski

Hombres bebiendo cerveza, y mujeres hartas de sus vidas, y la brusquedad, y la sordidez, y el aburrimiento, y la pobreza, y la ternura, y Linda, y los gatos, y los poemas que trazan brutales mapas de soledades y desvelos en apenas unas pocas palabras. 

Y la leyenda. Y nuestra juventud. 

Dale, Hank, dale, que por aquí ya vuelve a refrescar y 102 años bien valen unos cuantos tragos más.

sábado, 13 de agosto de 2022

Lo que Manuel Astur escribió

Este invento de las redes sociales me recuerda unas palabras que el escritor Manuel Astur (muy recomendable su último libro, 'La aurora cuando surge') escribió sobre mí para el diario El Comercio, tras una intensa y nada solemne tarde de vinos. Han pasado seis años, no sé si seguirá pensando lo mismo, pero me gusta recordarlo así.

"Su conversación pasa de temas cultos y profundos a otros más mundanos con gran naturalidad gracias a la total ausencia de esa pedantería por desgracia tan común en nuestro gremio y a algo a lo que tal vez podría llamarse divertida humildad: un modo de ver la realidad a través de un barniz con reflejos de una débil vanidad que intuyo en otros tiempos fue mayor, con cierto agradable y sabio desencanto y con mucho sentido del humor."