domingo, 31 de diciembre de 2017

Sin propósitos

No hay propósitos para el nuevo año. Vivir el día a día despacio y tratando de no pisar el barro. Despacito y con buena letra, como decían las abuelas y las buenas maestras.
Que la noche os sea propicia. 
Y el 2018, también. 

viernes, 29 de diciembre de 2017

Los 71 años de Marianne

He estado asustada, pero ya no tengo miedo. La vida continúa y yo sigo a flote. Eso dijiste hace un tiempo, Marianne, y no sabes la cantidad de veces que he recordado tus palabras este año. En el hospital, claro, donde mi madre, como te ocurrió a ti años atrás, se trataba su cáncer de pecho. Pensar en ti en aquellos momentos me daba una extraña fuerza. Esta es mi religión. Escribía algo en el cuaderno y, previamente, escribía tu nombre en la parte de arriba, como si fueras una diosa que fuese a protegernos. No sé si llegaste a hacerlo (quiero creerlo), pero aquí estamos, como tú, a flote. Hoy cumples 71 años y en este rincón no podemos dejarlo pasar por alto. En este rincón y en esta casa, donde se escuchará tu voz durante todo el día. No es algo raro, ya sabes. Quizá este año, por esas razones tan obvias (el hospital, el cuaderno...), tu voz suene aún más poderosa. Esa voz, ese bálsamo, ese refugio. Volveré a escribir tu nombre en mi cuaderno. Casi como una liturgia. La edad, a ratos, nos vuelve un poco supersticiosos. Eso también lo sabes. 

jueves, 28 de diciembre de 2017

Sin voz

Me estoy haciendo mayor, y cada vez soporto menos la violencia, toda clase de violencia, la violencia machista sobre todas las demás violencias, esa que vuelve hoy como casi cada día a mostrar toda su crueldad. Palabras, gestos, silencios, y poltronas de políticos que no toman las riendas del asunto con firmeza y determinación. Son estos días tristes y días alegres, la vorágine navideña en todo su esplendor, por eso, aunque la imagen de ese tipo asesinando a su mujer delante de sus hijos me ronda constantemente desde que me enteré de la noticia, quiero evitarla porque me resulta insoportable, y aún así...
Aún así, aquí estamos, llorando, pataleando, protestando, gritando. Pidiendo que la educación (por parte de padres y profesorado) y la cultura dejen de estar relegadas -una y otra vez- a los sótanos de la sociedad. Pidiendo que los políticos se pongan las pilas, que no estamos ante un asunto banal ni pasajero. Que votamos para que en esta democracia no tengamos que asistir casi cada día al asesinato de una mujer.  
Que nos quedamos sin voz. Que la impotencia y el asco ya nos sobrepasan. Que basta ya, joder. Que basta ya. 

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Mundos propios

Era de noche. Aún no estábamos en Navidad, pero las calles ya estaban iluminadas con las luces características. Su destellos se reflejaban en los cristales del local de vinos en el que nos encontrábamos. Era una bonita sensación. Como en esas películas de Kieslowski en las que los protagonistas, aunque estén rodeados de mucha gente, parecen habitar en un mundo aparte: su propio mundo. Las sensaciones navideñas previas a la Navidad siempre son más bonitas que la propia Navidad en sí misma. Esas sensaciones previas aún no están atiborradas de excesos, falsedad, funfún, boletos no premiados, ni mensajes estúpidos de gente que no se acuerda de ti más que cuando está borracha y tiene que compartir mesa con quien no le apetece. Luego sonó una versión lenta de una canción antigua de Cyndi Lauper. Y definitivamente nos sentimos transportados a una de esas ciudades tan lejanas e inalcanzables que ya sólo son puntos de referencia en mapas desgastados. 

domingo, 10 de diciembre de 2017

Ciclogénesis

Leída la prensa (después del artículo de Elvira Lindo, sólo quiero una cosa: ¡tener el nuevo libro de Lea Vélez!), rematado y enviado un artículo a LaEscena sobre la última película de Isabel Coixet, 'La librería' (me ha tocado mucho la fibra por diversas razones que expongo allí), me dispongo a preparar unas patatas guisadas con carne. 
Ciclogénesis, ven cuando quieras. Aquí te espero. 
Cuando llegues, si llegas, supongo que ya me encontrarás leyendo 'El hombre que se creía Vicente Rojo', la fascinante novela de Sònia Hérnandez. Todo un descubrimiento que publica Acantilado. 
Domingo todo el día. ¿Quién dijo miedo?