martes, 17 de enero de 2012

El desnudo de Alaska

Alaska siempre ha sido una persona coherente consigo misma y con su (impecable) carrera musical. Con su desnudo para Interviú, revista que celebra su 35 cumpleaños y por la que dice sentir gran admiración, vuelve a demostrarlo. Mitómana por excelencia, admiradora de las grandes mujeres del espectáculo y de esas otras cuya rotundidad física está muy por encima de su talento artístico, el reportaje de Interviú es toda una declaración de principios. Ya desde la portada, con el homenaje al desnudo de los años 80 que Sara Montiel hizo para la revista (también, en el interior, hay otra foto que homenajea aquella sesión de la diva manchega: la mejor, a mi juicio, de todo el espléndido reportaje), quedan claras las cosas. En este sentido, el de mujeres que ya están en la historia de este país por sus trabajos y trayectorias, van los homenajes a Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Marta Sánchez o Nadiuska, reina por excelencia de la época del destape y posterior mito caído en desgracia, que decía ver fantasmas por todas partes y del que hoy nadie sabe nada. Y también otras -cantantes, presentadoras de tercera o participantes del reality más carroñero de todos los tiempos por mucho que su presentadora nos lo quisiese vender como un espectáculo revolucionario- que fueron flor de un día, pero cuyos físicos imponentes corresponden con los gustos excesivos de la cantante. El paso trascendental del vodevil a la astracanada. El título de su último disco lo dice todo a este respecto. En su mundo, el mundo de Alaska, cabe casi de todo: la antropología y Pitita Ridruejo, los libros más sesudos y las revistas del corazón, la defensa a ultranza de la libertad sexual y sus colaboraciones con Federico Jiménez Losantos, Rafael y David Bowie, las imágenes de santos y esa tremenda Divine que lleva tatuada en su brazo izquierdo. Alaska, como esas mujeres de físicos impactantes y trabajados a golpe de bisturí, se ha hecho a sí misma. Poco tiene que ver su imagen con la de aquella adolescente que protagonizó la primera película de Almodóvar, "Pepi, Luci, Boom y otras chicas del montón" (película que Carmen Maura animó a Pedro a dirigir porque creía ciegamente en su talento y que él correspondió ofreciéndole algunos de los mejores papeles de su carrera), en aquel Madrid cambiante de los primeros años de la democracia. Los años de la movida que no eran otra cosa que las reuniones, en aquel paisaje tan gris y tan triste, de un grupo de amigos que tenían gustos diferentes y que querían divertirse, disfrutar de su libertad (libertad en todos los sentidos más amplios), bailar, manifestarse artísticamente y viajar a Londres, que era la ciudad de las ciudades. Allí estaba, por parte de ambos, de Pedro y de Alaska, la admiración por John Waters, por Warhol, la Velvet y la rebeldía que esto suponía por entonces. Como era de esperar, aquel mundo empezaba a fascinarle a aquel niño que era yo a principios de los 80 y que estudiaba en el más siniestro colegio de curas que uno pueda imaginarse. Poderosos contrastes por los que hubo que pagar un peaje: el que los demás te imponen al considerarte diferente. Luego vendrían los éxitos con Pegamoides, Dinarama y la posterior formación de su grupo actual, Fangoria, cuyos primeros discos, aunque ahora parezca increible echando un ojo a sus conciertos actuales, sólo comprábamos los más fans, por muy difícil que nos resultara encontrarlos en pequeñas ciudades de provincias. Posicionamientos claros, un particular modo de ver la vida, historia importante de la música española. (En ese último trabajo del que antes hablaba -previo al DVD del concierto de Benidorm-, hacen un repaso a todas esas etapas). Una artista, sí, en el sentido más amplio de la palabra. Que tenía muy claro lo que quería y a por ello fue. En Hollywood, a estas alturas, con ropa o sin ella, ya tendría una estrella en el paseo de la fama. Como mínimo.

2 comentarios:

  1. Confieso que no me gusta Alaska, pero reconozco que tiene la cabeza, muy bien amueblada.

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  2. Pues yo creo que Alaska es uno de los iconos de la modernidad de este país y como tal, pasará a la historia. Esta mujer se reinventa día a día sin perder la provocación innata a ella desde que aterrizo por estos lares.

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