lunes, 2 de enero de 2012

Caminando

Caminar por la calle. Eso que otras veces, todos los días, a una hora u otra, es algo tan normal, como una rutina más que has acoplado por motivos de salud física y mental a tus quehaceres cotidianos, se transforma hoy, de repente, en algo diferente, extraño, casi extraordinario. Son las seis de la tarde del primer día del año y las calles están desiertas, los negocios cerrados, el silencio lo envuelve todo como la espesa niebla que, pese a esa humedad que va directamente a los huesos a pesar de los abrigos y las bufandas, no aparece por ningún lado. Las horas transcurren lentas. Te has levantado con más pereza que resaca, aunque algo de ésta también pululaba por ahí. No fue una mala Nochevieja. La cena, en familia, resultó agradable y la charla con amigos, casi hasta el amanecer, también. Pese a las tentaciones de los alrededores, que no eran pocas, no encendí ningún cigarrillo. De vuelta a casa, ese otro paseo fue bien distinto a este de ahora, aunque apenas los separen unas horas en el tiempo. A esa hora, alrededor de las siete de la mañana, las calles estaban abarrotadas de gentes que regresaban a sus casas, con las caras desencajadas, los maquillajes corridos, los pelos alborotados, los tacones en la mano, el alcohol cerrando los ojos y abriendo los estómagos. Algunas voces, roncas y arrastradas, reclamaban bares abiertos para desayunar y otras, matasuegras entre los labios y gorritos navideños en las cabezas, aún no querían dar por terminada la función. Lo típico. Me duermo pensando en esa amiga que iba a pasar la Nochevieja sola después de romper con su pareja: doce uvas y dos botellas de champán para olvidarse de todo. Y me despierto con otra mujer, Mayte Mejía, que conozco a través de las redes sociales y que ha escrito un precioso texto sobre mi último libro. Un buen comienzo de año, desde luego. No conozco a Mayte en persona, pero intuyo muchas cosas a través de sus comentarios, sus escritos y nuestras charlas. La vida no es fácil para (casi) nadie y para ella me temo que tampoco lo ha sido. Creo que Mayte es de esas personas que también piensa que el que resiste gana, y ahí sigue cada día, como todos a estas alturas de la película, resistiendo, resistiendo, resistiendo, aún sin ganar. De todas las cosas bonitas que ha dicho sobre mi libro, la que más que me gusta es la que se lee entre líneas y la que la ha impulsado a escribir ese texto: lo identificada que se ha sentido con lo que yo había escrito. Esa conexión, tan difícil de captar, entre el lector y el escritor es uno de esos reconocimientos silenciosos que más me gustan y que tantas cosas dicen. No es un mal comienzo de año, no. Pero hay que caminar, pese a ser ya más tarde de la hora habitual. El cuerpo lo reclama para hacerle olvidar un poco los numerosos excesos de la noche anterior: es lo que traen estas fechas y el hecho de sustituir tabaco por dulces, ay. Caminamos en silencio, después de algunas risas, sintiendo el frío en los huesos como un pequeño latigazo que nos recuerda que estamos vivos y que estamos en pleno invierno. No decimos nada pero queremos creer que este que acaba de comenzar será un buen año. Mucho mejor que el anterior, desde luego. No podemos permitirnos otro pensamiento. Y los dos lo sabemos.

3 comentarios:

  1. La palabra "halagada" me sabe a poco. Que alguién como Ovidio Parades te nombre en uno de sus textos, es ya motivo más que suficiente para agradecerle a la vida el despertar de un nuevo día y desde luego de un nuevo año. Caminar, hermosa palabra. A lo largo de los próximos meses uno de los objetivos de mi camino será hacerlo al lado de Ovidio. Crecer como persona con cada uno de sus textos y empezar a hacer ciertas confidencias que de no haber sido por sus bellas palabras en referencia a mi persona, quizá hubieran permanecido en el silencio hasta que habernos conocido físicamente. "Halagada" me sabe a poco, "agradecida" se me queda pequeña, "inmensamente llena" encaja mejor.
    Gracias, amigo.

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  2. Desperezandome todavía en este primer día de trabajo del año 2012 (soy consciente de lo afortunada que soy), pensando en que hoy hace ya un mes de la partida de mi abuela. Yo también espero recorrer el 2012 junto a Ovidio, junto a Maite y el resto de los fieles, o no, que se asoman día a día a estas letras. Intentaré contagiaros de mi optimismo, que, sin duda, este año será tan necesario. De momentos, os deseo Feliz Año Nuevo y mucha, mucha salud y energía. Besos para todos.

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  3. Yo creo que los Reyes ya dejaron su regalo a Mayte anticipadamente en este blog

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