Cuando se termina una novela, aparece el vacío. Uno se queda como desinflado, apagado. Satisfecho, sí, pero un tanto nostálgico. Como si tu mejor amigo se fuese a vivir a otra ciudad o algo así. Son muchos meses, muchos días, muchas horas de tu vida dedicados a hilvanar esa historia, a darle forma, a llevarla a buen término. No es lo mismo, como bien sabemos los que escribimos, escribir una novela que un relato o cualquier otra cosa de menor extensión. La novela requiere mucha concentración, no dejar de escuchar nunca esa voz, ese tono, ese hilo que la conduce. Por eso, hay que dedicarle mucho tiempo, no dejar de escribir ni un solo día. Conviene no despistarse. Pensar en ella constantemente. Vas por la calle y vas pensando en ella, en cómo resolver el final de ese capítulo, en qué adjetivo utilizar en aquella frase sin que rechine. La transparencia del lenguaje: eso es lo que busco. Menos siempre es más. Si tomas una cerveza en esa terraza, sabes que tu protagonista puede hacerlo en una similar. Si paseas por un lugar nuevo, quizá ese protagonista también pueda hacerlo en un determinado momento. Si entras en un museo, en una librería, en un teatro, también. Sabes que la vida, de una manera u otra, puede entrar en la novela. De hecho, lo hará. Ayer, en la madrugada (que es la hora que prefiero para escribir), le puse el definitivo punto y final. Se acabaron las correcciones de las últimas semanas. Fueron, ya digo, muchos meses dedicado a ella. Y apareció el vacío, claro. No es un tópico. No es una frase hecha. Por eso lo mejor es salir de casa. El día era luminoso, muy soleado, y apetecía sentarse en una terraza, beber vino y sentir cómo pasaba la mañana tranquilamente. Así lo hicimos. Llevar la novela bajo el brazo, quedar con tus mejores amigos y dejársela para que la leyeran. Esas personas que, aunque a veces te digan cosas que no te gustan o que no compartes, sabes que te dirán la verdad, que su opinión será sincera. Horas más tarde, sonará el teléfono. Y sabes que serán ellos, tus amigos, para decirte lo que piensan de ella tras una primera lectura. Segunda prueba superada. La primera fue cuando la leyó la persona con la que compartes la vida. Esa persona que, durante todos esos meses, mientras la escribía, dormía en la habitación de al lado. Ah, esa complicidad silenciosa... Tres opiniones. Las tres positivas. Luego vendrá la de los lectores. El viaje no ha hecho más que comenzar. Qué vértigo.
Algo me decía que estabas en ello y cerca del final.Estoy emocionada e impaciente.
ResponderEliminarQué ganas leer esa primera frase!
un abrazo lleno de fuerza para ese nuevo viaje que emprendes.
Maru
el vértigo es el nuestro mientras esperamos la publicación de tu novela
ResponderEliminarQué vértigo y qué emoción!
ResponderEliminarTe deseo muchos lectores y mucho éxito!
Te felicito por la búsqueda de la transparencia del lenguaje. Es tan importante para nosotros los lectores.
"Menos es más", no sólo en moda, sino en todos los aspectos de la vida... A veces, me encuentro ante textos imposibles de leer, y sinceramente no quiero leer más de tres veces un párrafo a no ser que lo que diga me haga recrearme en su lectura una y otra vez, me emocione, me haga reír, me haga llorar. Quiero textos de nivel, pero no culteranos o conceptistas, quiero pasearme por la novela con alegría, no con temor...
Vamos quiero tener tu novela en mis manos YAAAAAAAAAAAAA
Besos
Bea
yo creo que las opiniones serán tres...mil, la tirada mínima para tu novela si hubiera editores avispados en este país
ResponderEliminarme sumo a Bea, la transparencia de tus escritos es como agua pura
Como sea la mitad de bueno del extraño viaje, toy deseando compralo que tengo una mesita coja...
ResponderEliminaracabo de ver que firmas ejemplares de tu libro en la Feria,
ResponderEliminar¡qué buen comienzo de semana!
¿ya tienes editorial para la novela?
ResponderEliminar¿en qué plazo esperas que esté a la venta?
espero poder ir a la feria y preguntártelo en persona