Cuando era pequeño, me encantaban las muñecas. Ni que decir tiene las furibundas reacciones que esa afición provocaba en los hombres de mi familia, sobretodo en el padre de mi padre. Mi abuelo Pepe, tan pacífico y tan buena persona, con su boina negra y su eterno Ducados entre los labios, era el que peor lo llevaba. Cada vez que me veía con aquella Nancy de la que mi hermana -más aficionada a los animales que a otra cosa: aquella casa de pueblo, la de los abuelos, rodeada de todo tipo de animales, era su paraíso particular- pasaba olímpicamente, se ponía enfermo. Le cambiaban la voz y la expresión de la cara. "No sé en qué vais a terminar convirtiendo a este niño", les espetaba a las mujeres, como si ellas, de un modo u otro, me indujesen a coger aquellas muñecas. Cuando el abuelo estaba delante, me quitaban la Nancy de las manos sin demasiados aspavientos, más bien por no escucharle a él soltar la perorata de siempre que por otra cosa. Luego, me dejaban a mi aire. Qué gusto. Lo mismo decía cuando me veía husmeando por la cocina, aquel recinto lleno de complicidades y secretos, interesado ya en aprender a cocinar. Qué divertido era el mundo que se consideraba exclusivo de las chicas: todas aquellas complicidades y secretos, aquellas sonrisas y aquellas palabras que a veces no llegaban a pronunciarse o que se decían bajando mucho la voz. Y qué pesado me parecía el otro, el de los hombres, todo el santo día hablando de aquellos jugadores que corrían detrás de una pelota, que si ganaban unos o perdían los otros, soltando gritos de euforia o de desilusión. No podía con aquello. Mi mayor deseo era tener los vestidos que la abuela Luisa le hacía a la Nancy de mi prima Luisa María, unos años mayor que yo. Tenía de todo. Ella, mi prima, cuando íbamos a ver a los abuelos, se encerraba en el salón para jugar con su Nancy y con toda aquella colección de vestidos que no me dejaba ni tocar. Qué tirria le tenía entonces. La Nancy, sí, era mi muñeca preferida. Sobretodo, la negra. Aquella que tenía el pelo más corto que las otras, muy oscuro y enmarañado, vestida de los años 70, con esa ropa que, vista ahora, resulta tan chic y tan rabiosamente moderna. Parecía a punto de entrar en Studio 54 para darlo todo, como una Pam Grier desenfrenada y con ganas de bailar toda la noche en la pista (esa pista, la del Studio 54, que, ahora repleta de butacas de teatro, conocimos el año pasado, qué emoción) hasta el amanecer. Ya se sabe que no hay peor cosa que la represión. Por eso, ahora, tengo tres Nancys negras. Una, con esa imagen discotequera de la que hablo. Otra, con el pelo más largo, vestida de ibicenca. Y la otra, que mi amiga Yoli rescató de un viejo baúl que tenía en el hórreo de su casa de Nava, vestida con un gorro, un bolso y un abrigo de leopardo como uno que llevaba, años atrás, la gran María Jiménez. Sin nada debajo, como alguien que era igual que Eusebio Poncela me contó que había visto actuar a la propia María por estos lares. Con el paso del tiempo, he ido conociendo a hombres (no necesariamente gays) a los que les gustan las muñecas. Y que permiten, como hacían las mujeres de mi propia familia, que sus hijos varones jueguen con ellas si les da la gana. Lo mismo que permiten que las niñas, si así lo desean, jueguen con camiones o con balones, que, por entonces, cuando yo era pequeño, tampoco estaba demasiado bien visto, aunque no alcanzase las cotas de escándalo que provocaba un niño con las muñecas. Pensar en todo ese tiempo del que venimos da más miedo que otra cosa. Conviene no olvidarlo. Los espejos en los que no deberíamos volver a reflejarnos nunca más.
GRACIAS.
ResponderEliminarCreo que el primer muñeco que tuve fue un Nenuco, tendría unos 3 años y lo bañaba, vestía y cuidaba mejor que cualquiera de mis dos hermanas a los suyos. Luego llegaron las Nancys, prestadas, porque nunca llegué a tener la mía. Aquel armario, neceser, cama... y un vestuario infinito en el que incluso había un hábito de monja.
Hoy en día tengo dos, la moderna y la antigua, de azafatas de Iberia a las que incluso les he construido un abión... pero sin emargo yo siempre fui más de aquella hermana menor y cabezona que era la Lesly, me apasionaba con sus calcetincitos y sus pecas, además de que (como aún me ocurre ahora) la consideraba menos popular y por lo tanto exclusiva.
Luego, ya adulto me compré mi Barbie/Audrey/Holly y, por fin -tras muchas cartas a los Reyes Magos pidiendo una Cabbage Patch Kid y levantándome el 6 de enero con un disfraz de indio- el pasado enero me desperté con una.
GRACIAS
Ese tiempo del que venimos en el que ni siquiera en el mundo infantil de los juguetes se juntaban hombres y mujeres con normalidad: Nancy por un lado y Madelmán por otro. Tuvo que venir la revolucionaria Barbie (tan denostada hoy en día por algunas feministas) a dar un ejemplo de integración.
ResponderEliminarNo llevo mucho tiempo en tu país, aunque mis padres son rusos yo nací en Rumanía, en los Cárpatos. Una amiga que ya lleva años en Mieres recomendó tu extraño viaje para nuestras clases de español que imparte muy bien nuestro amigo profesor Sebas Morán. Gustan mucho los relatos tristes y alegres. Comparto la afición por los animales en Moldoveanu tuve a Raluca una ardilla roja tan bonita como su gata.
ResponderEliminarBolshoe spasibo,
Mult'umesc foarte mult
gracias
M. Oskovskaya
Da gusto leer la pequeña joya que es este relato desde el hoy esperanzado, mirando hacia atrás para ver el ayer amarillento tan sabiamente plasmado.
ResponderEliminarLa lucha incansable de distintos ha conseguido superar las distancias estúpidas entre personas, que al fin y al cabo somos tan iguales y tan distintos.
Ojalá este mensaje se difunda a los cuatro vientos. Enhorabuena.
Qué recuerdos me trae esta historia... Mi primo pequeño José Miguel también jugaba de niño con muñecas mientras todos nos reíamos de él y le insúltabamos. Ahora con la distancia del paso del tiempo, creo que reproducíamos el roll de comportamiento de nuestros padres, tíos y abuelos, pues nosotros, niños, no éramos a comprender el problema. Yo recuerdo que le pegaba más por ser él un niño repelente, caprichoso y consentido por su madre, la tía Encarni, que por que jugase con muñecas. le pegaba, claro está cuando no me veía la tía Encarni. Con el paso de los años, viví con él una situación, no se cómo definirla, ¿delicada? Nos llevábamos mucho mejor, puede decirse que hasta bastante bien, yo estaba de permiso –estaba en la mili por aquel entonces– y coincidimos en casa de nuestra abuela Eloina un fin de semana. El era un chavalillo y se me insinuó de una manera nada sútil ni inequívoca. Yo, evidentemente, le rechacé escandalizado. No sé el daño que pude hacerle entonces pero !éramos primos y yo no me acostaba con chicos! Tuvo que pasar mucho tiempo, mucho, mucho, y darme muchas vueltas por la vida y por Chueca, para alcanzar a comprender y respetar la opción sexual de primo José Miguel. Gracias Ovidio por hacernos reflexionar sobre cosas tan importantes como la crueldad y la infancia, cosas que está ahí, silenciadas, en todas las familias. Eres magnífico.
ResponderEliminarSergio M.
Mi tan tan tan querida Maruja Torres ha publicado un enlace a este artículo en su web y llevo más de una hora deleitándome en su lectura.
ResponderEliminarEsta tarde iré a buscar El extraño viaje, confío en que no haya problema para encontrarlo en Barcelona (a veces somos algo retraídos en aceptar a los de fuera).
Quiero tener en papel las palabras del autor de El misterio del amor o El perdón.
Maruja vas a perder una admiradora (es broma).
Mi más sencira enhorabuena Ovidio.
Montse Grimau
Muchísimas gracias a todos. De verdad.
ResponderEliminarUfffff creo que las muñecas transmiten valores conservadores de genero bastante desfasados hoy en dia, sean niñas, niños o ectoplasmas. Con el debido respeto, ¿No es mejor jugar con chucky?
ResponderEliminarQué bonito, Ovidio, si yo fuera tu primita María Luisa te hubiese dejado jugar con todos los vestidos que envidiabas, eras un niño dulce que te lo mereces todo. Un besito
ResponderEliminarClaro, cada uno debe jugar con lo que quiera, niños o niñas, con muñecas o con balones. Ése es el quiz, lo que defiendo en mi artículo: la libertad. La libertad de elegir y que los demás, independientemente de nuestros gustos y decisiones, respeten esa elección.
ResponderEliminargracias a Maruja Torres he descubierto este blog,
ResponderEliminarinternet está repleto de blogs hueros y huecos, pretenciosos y vulgares; ha sido una bendición encontrar El extraño viaje para disfrutar de reflexiones interesantes y bien planteadas
ya he cubierto mi cupo de buena suerte para el año
Querido Ovidio:
ResponderEliminarAntes de nada agradecerle la cariñosa bienvenida con la que me recibió el otro día.
Respecto a lo que ha escrito hoy, es inmenso el contenido emocional, no me extraña nada la enorme repercusión que está teniendo. Me ha hecho recordar desde los veranos en el pueblo a la breve visita que hicimos al Studio54 (algún día le contaré con más detalle), desde mi Mariquita Pérez con la que jugaba siendo niña a los Gormitti o Hello Kitty que regalo a mis nietos hoy en día, independientemente de si son niños o niñas, algo con lo que no están de acuerdo no sólo sus padres, si no incluso alguna de mis amigas. Nunca entenderé ese miedo a dejar que los niños expresen libremente lo que llevan en su interior, y no me refiero únicamente a su orientación, también el que elijan ellos su propio destino haciendo lo que realmente les gusta. Yo siempre adoré la enorme maqueta de tren que tenían mis hermanos. No es que quisiera ser ferroviaria, pero sí me imaginaba construyendo líneas de tren a los confines del mundo. Quizás de mayor habría cambiado de opinión, no lo sé, tal vez sí, tal vez no, el caso es que nunca me permitieron tomar esa decisión.
Es un verdadero placer leer este blog (muchas gracias por su sutil corrección)
Greta
Al salir de Tahuamnú, departamento de Madre de Dios en el Perú mis papas olvidaron mi cholita linda hecha de aguaje y uña de gato (no se asuste D. Ovidio que es una planta). Como somos muy humildes nunca he tenido el privilegio de poseer una chola de esas de las que usted tan rica y lindamente habla, pero creeame que el amor que le profeso a mi cholita es de seguro tan grande como el suyo por las suyas y le entiendo muy bien. La extraño muchas veces y lo que mas me gustaría en esta vida es reunir la suficiente plata para traermela acá, pues alla poco o nada me queda.
ResponderEliminarDios le bendiga por su buen corazón y le recompense por todo lo que ha sufrido.
aunque el relato es bello y lleno de emoción, quisiera quedarme con el final
ResponderEliminarel no mirarnos más en esos espejos, sustituirlos por foros como este, abiertos, transparentes, diáfanos
por fin podemos avanzar gracias a foros como este blog, no miremos atrás, miremos hacia delante
gracias Ovidio
no me creo la suertecita de encontrar gente de Madre de Dios en este bonito sitio, yo he llegado de Manu hace poquitos meses
ResponderEliminarsaludos compadre
Creo que puedo hablar por toda Latinoamérica. Lindo trabajo está hasiendo, grasias por ésta ventana a la cultura que nos brinda.
ResponderEliminarAristedes
HOYGAN HABER SI PODIAN DESIRME DONDE CONSEGIR UNA CHOLITA DE ESAS MORENAS CON HABRIGO DE GATOPARDO O TAMBIEN UNA TIPO INDIA QUECHUA O ALGO ASI CON SU POCHITO Y TODOH ESO %GRASIAS DE ANTEMANO EN LA SONA DE MADRE DE DIOS
ResponderEliminarOvidio, quisiera felicitarte tanto por tus escritos como por tu público, mezcla de la ONU, grupo de terapia y el cero.
ResponderEliminarGracias de nuevo por vuestro comentarios. Este blog está abierto para todas las opiniones respetuosas y educadas, cada cual puede decir lo que quiera. Lo bonito, Alicia, es eso: la mezcla, la mezcla...
ResponderEliminarpues sí, una vez más la razón más poderosa acomaña a tus palabras...la mezcla, la fusión, que todos aportemos vivencias y pensamientos, de esa mezcla saldrá lo mejor.
ResponderEliminares bien lindo que existan tantos comentarios sobre las muñecas, algo tan unido a nuestra infancia algo lejana, aquellas ilusiones sin fin, la confianza en lo que llegará.
la mezcla...que alegría, querido Ovidio
Pedro Solar
Mi profesor de español tambien recomienda a nosotros lectura el extraño viaje. Yo no he podido todavía leer libro porque en biblioteca hay uno solo y eso es porque leo el blog. Me gusta mucho leyendo cosas sobre infancia.
ResponderEliminarOigo hablar del libro siempre, a que os referís? Parece una especie de Biblia... Alguien me puede decir de que se trata y donde lo puedo conseguir? Vivo en Andorra, gracias amigos!!
ResponderEliminarSe llama "El extraño viaje". Lo puedes conseguir en cualquier librería. O llamando a la editorial, Ediciones Trabe, también te lo envían. Teléfono: 985 208 206
ResponderEliminarUn artículo precioso
ResponderEliminarGracias a un buen amigo soy seguidora del blog. Ojalá que estas historias se llevaran a la gran pantalla. Creo que Almodovar se rendiría a tus pies Ovidio. Me encantaría que Mario Casas interpretara el papel de ese niño q jugaba con muñecas y en el papel de la hermana veo a Penelope Cruz. Me encanta este blog!!!!!!!
ResponderEliminarQuerido Ovidio, no sé cuántas veces tendré que escribir este texto para conseguir que lo visualices. No lo consigo, me siento frustrada.
ResponderEliminarAyer me emocioné con tus palabras: me emocioné por la Nancy que tuve, por los que no están, algunas mujeres impresionantes que diseñaban vestidos de ensueño para mi ella, por la infancia que fue y que no volverá. A veces llorar también me hace feliz.
Pues a mi mucho no me ha gustado, la verdad, un poco típico tópico. Pero los comentarios alucinantes, no me imagino cómo podían ser los que has tenido que borrar.
ResponderEliminarhola q tal amigos mi nombre es Exequiel Flores.Soy conductor de radio y notero de programa informativo me gusta mucho este blog. Trabajé tambien como animador de un boliche importante en rosario de la frontera,mi ciudad.tengo 20 años y muchas ganas de triunfar, ojalá tenga su suerte sñor Oviedo.
ResponderEliminarno siempre los temas tópicos se tratan como típicos, yo creo que Ovidio aporta una visión abierta y cosmopolita que enriquece cualquier tópico
ResponderEliminarademás tampoco creo que sea un tópico hablar de muñecas y de su relación con las opciones y la libertad de elegir
Si por cosmopolitismo entiendes mencionar Studio 54 y Nava en un mismo texto, entonces vale.
ResponderEliminarCuando tenía cinco años el padre de mi mejor amigo lo encontró un día jugando con una muñeca de una de sus hermanas. Lo que hizo fue quitarle todos sus juguetes y durante un mes sólo le permitió jugar con las muñecas, cocinitas, etc. de ellas. Incluso si venía a mi casa o salía a jugar a la calle le obligaba a llevar un carricoche de esos antiguos tan grandes. Las últimas tres semanas ya no salía a jugar y creo que no ha vuelto a acercarse a una muñeca. Bueno, de las de niñas.
ResponderEliminar¿De qué tipo de muñecas están ustedes hablando?
ResponderEliminar5 muñecas hay en el cuerpo de una mujer...
ResponderEliminarSaludos, complicidades y secretos. ¡Buen relato!
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