martes, 6 de marzo de 2012

Una mujer de hoy

A Julia le gusta decir que en unos pocos metros cuadrados cabe el mundo entero. Suficiente espacio, suele añadir, en el que puedes diferenciar a la buena gente de la menos buena, a los alegres de los amargados, a los que vienen a comprar una merluza o un cuarto de parrochas. Sí, Julia es pescadera. Acaba de cumplir los cuarenta y hace poco, después de casi veinte años trabajando para otros, consiguió su sueño: tener su propia pescadería. Le ha puesto su nombre, que también era el de su madre, fallecida dos años atrás. Ha sido un camino muy largo y difícil, de mucho trabajar y mucho ahorrar, mucho, mientras mis amigas y mis primas se iban por ahí, de fiesta y de viajes, que son muy sandungueras y tienen mucha marcha ellas, pero lo he conseguido, comenta al tiempo que esboza una gran sonrisa y limpia con garbo una de las piezas que tengo delante de los ojos. Mi madre siempre me animaba a que abriese mi propio negocio, confiaba tanto en mí... ¿La crisis? Claro que he pensado en ella, pero si no hacemos otra cosa que darle vueltas a ese asunto, no nos movemos más, que el miedo es lo que más paraliza. Como hago yo los domingos y los lunes, los días de descanso. Llego tan rendida, después de toda la semana, que casi nunca salgo de casa. Me paso las horas de la cama al sofá y del sofá a la cama, viendo la televisión, películas en el dvd, y leyendo. Me gusta mucho leer. Leo todo lo que cae en mis manos. Ahora mismo me acabo de comprar la última novela de Almudena Grandes, "El lector de Julio Verne", y ya casi voy por la mitad. Escribe muy bien esta mujer, la verdad. He leído todos sus libros, esas novelonas tan grandes que tienen muchas historias y muchos personajes dentro. Ésta es más delgadita, así que me la leeré en un abrir y cerrar de ojos, luego se la dejaré a alguna clienta, nos intercambiamos libros, ¿sabes?, son momentos de recuperar esos viejos trucos, que todo está muy caro... El último tuyo se lo he dejado a mi prima Tere, le está gustando mucho, dice que casi más que el otro, pero creo que se lo va a comprar y que quiere que se lo dediques... También leo algunas veces por las noches, cuando me acuerdo de mi madre o empiezo a hacer cuentas con la cabeza y a pensar en todo lo que me queda por pagar de este negocio, recibos y más recibos. Así me distraigo y ya no pienso más en nada de ello, ni deudas ni bancos ni leches. Y por la mañana, cuando voy a abrir la pescadería, ya veo las cosas de otra manera, con otro optimismo, con ganas renovadas. Creo que así hay que hacer las cosas, no queda otra. Son tiempos duros, todos lo sabemos, pero hay que enfrentarse a ellos. Es como el invierno: hay que pasarlo para que llegue la primavera y con ella, esos días en los que el sol entra por la puerta y la gente se anima a comprar más y a sonreír más. ¡Cómo me gustaría que viniese Almudena Grandes un día de esos por aquí! He leído en muchos de sus artículos que disfruta casi tanto haciendo la compra y cocinando como escribiendo. Seguro que tú la conoces... ¡Las conoces a todas! Por cierto, ¿qué te pongo?

2 comentarios:

  1. Este es el espíritu: iniciativa y positividad, para combatir la crisis.

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  2. Desde luego Ovidio, no se puede describir más bonito y con mayor optimismo, esas pìnceladas de la vida a las que nos tienes acostumbrados. Todo mi respeto y admiración.

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