lunes, 19 de marzo de 2012

Algo parecido a la felicidad

Te levantas una mañana algo más tarde de lo habitual. Eso quiere decir que has dormido un poco mejor. Las luces del reloj dicen que son las ocho y media. Lo que, para mí, es como dormir la mañana entera para los demás. Sé que ya ha amanecido porque una lámina de luz entra por las rendijas de la persiana que no cerró del todo. Parece que hay sol al otro lado de esa persiana, pero luego descubriré que se trata sólo de una falsa alarma, de un espejismo. El deseo sigue siendo más poderoso que la realidad. Mientras, ya en la cocina, preparo café y recuerdo que estuve leyendo hasta tarde el último libro de Olga Merino, "Perros que ladran en el sótano". Me interesó, inicialmente, la historia de ese homosexual durante el franquismo, la difícil relación con su padre, las fantasías de las que es cómplice con su hermana, sus aventuras en compañías de cómicos y flamencos... Y no me está defraudando, más bien al contrario. Le pongo comida y agua fresca a Francesca, echo un vistazo rápido a las noticias y vuelvo al libro mientras tomo ese primer café. Perros que ladran en el sótano y que nadie les escucha, seguramente. Pobres diablos que resistieron como pudieron. Como todos. Vivimos en esos tiempos, los de resistir. Cada día, hay que reinventarlo, sea como sea, aunque terminemos haciendo siempre las mismas cosas. Definir la crisis en 150 palabras: algo así propone el periódico. Complicada tarea. Aunque también se podría definir con una sola, ya mencionada anteriormente: resistir. No miremos hacia otro lado: ahí está la clave. Acabamos de comprar el periódico, como todos los domingos, después de recorrer los puestos del Fontán, hoy más reducidos debido a la constante amenaza de lluvias. Al final, qué remedio, hemos tenido que abrir el paraguas. Por un momento, a lo lejos, el sol compartía espacio con la lluvia, pero el arco iris no hizo su aparición por ningún lado. Dos paraguas, cinco euros, vociferaba uno de los vendedores al ver que la mayoría de los que andábamos por allí iba lo había dejado en su casa. El hombre hizo la mañana: vendió paraguas como churros. Ya sentados delante de una copa de vino, imprescindible momento que también hay que reinventar en unos locales y otros (no se puede, por mucha crisis que haya, cobrar dos euros con veinte por un vino y servir sólo un chorrito en la copa, como hacen ahora en tantos sitios), descubro que este domingo, con ese periódico que llevo comprando desde los quince años, El País, regalan "El apartamento", una de las películas que más veces he visto y cuyo final me sigue emocionando como la primera vez, incluso más. ¡Esa Shirley MacLaine corriendo por las calles en busca de Jack Lemmon, después de entrar en un nuevo año! Y ese final, ya juntos, Jack y Shirley, jugando a las cartas. Palabras mayores. Momentos que puede regalarte el cine o los libros o el teatro. O la vida, en momentos como éste, un domingo cualquiera, sentados delante de una copa de vino, alrededor del mediodía: Íñigo, mi madre y yo, esperando a mi padre, comentando cosas de los últimos días, del periódico y de los suplementos, descubriendo un nuevo café con aires de coctelería chill-out, donde una camarera de voz rota es amable y sonríe, pese a ser domingo también para ella y tener que trabajar todo el día. Y donde la copa de vino está servida como se debe servir, como antes de esta espantosa e interminable crisis para la que sólo tenemos esa palabra: resistir. ¿Se puede pedir más?

5 comentarios:

  1. Quizá peque de ingenua pero a mi esta omnipresente crisis me está sirviendo para desprenderme de las necesidades superfluas (muuuchas, por cierto)y a darme cuenta de se puede ser más feliz con menos cosas. La familia, los amigos, el esfuerzo, la ilusión, momentos que antes pasaban desapercibidos ahora tienen mucho más valor. Y como decía una de mis profesoras del cole: "todo llega y todo pasa"...muy buena filosofía de vida por cierto.

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  2. Buenos días Ovidio,
    Leer tu blog es muy dificil desde dentro del V. Han bloqueado tu dirección. Creen que eres una mala influencia. Siempre que salimos y tenemos ocasión leemos tu blog y nos lo contamos de unos a otros. Enhorabuena por tu máginifica labor. Espero que algun día la libertad este en todo el universo.
    Un abrazo

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  3. Cuanta razón y sabiduría en tus palabras. Tomar buen vino ya es una tarea ardua y dificil. La crisis ha envilecido a la mayor parte de nuestros bodegueros, menos mal que siempre reconforta encontrar alguno dispuesto a saciar nuestro apetito por un precio moderado y adecuado. Mientras el mundo se vuelve loco unos cuantos aun conservamos la cabeza como tu y como yo camarada.

    Salud

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  4. Resistir es una palabra que llevo repitiéndome durante toda mi vida; y si soy sincera, la mayoría de las veces, la digo con entusiasmo y resisto por algo muy hermoso: los amigos. Nunca dejes de resistir, Ovidio. Un beso

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  5. Tomar un chato de vino en familia es un mecanismo de resistencia vital para mi también: ¡gracias por tu descarnada falta de pudor y tu generosidad para compartir intimidades!

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