miércoles, 2 de febrero de 2011

El mantel de cuadros

El mantel es de cuadros rojos y blancos, de hule antiguo, como los que había antes en las casas de los abuelos. Las abuelas, después de las comidas, recogían las migas de pan, pasaban una bayeta húmeda por encima y listo hasta la hora de la cena. A veces, entre una comida y la siguiente, mientras las mujeres trajinaban por la cocina, hacíamos allí los deberes que nos habían mandado para el fin de semana. Qué prácticas eran nuestras abuelas. Ahora, como un homenaje a aquellas mujeres y a aquellas casas de antes, mi amigo tiene uno en su casa. Le costó encontrarlo: casi todo el mercado está acaparado por los productos chinos, que, en cuestiones de calidad de manteles de hule, como así se encargó de recordarle la dependienta de la tienda donde lo compró, nada tienen que ver. Cubre su nueva mesa de comedor. Ayer lo estrenamos. Con tortilla de patatas, jamón, queso, chorizo, empanada de carne y abundante vino, que es uno de los menús que ese tipo de mantel pide. (El otro menú sería un buen cocido, que ya tomaremos uno de estos fríos domingos de invierno: me comprometí a prepararlo: con tanto tiempo libre como tengo ahora, junto a leer, escribir y pasear, cocinar es lo que más me entretiene). Cuando, siendo aún muy jóvenes, ninguno de nosotros teníamos casa, ni trabajo, ni apenas dinero, él, mi amigo, ya tenía esa casa. Un día, entre bebidas, decidimos bautizarla como El Refu, en homenaje a Carmen Martín Gaite y su novela "Nubosidad variable", una de las mejores que escribió y con la que más éxito de público cosechó hace ya casi veinte años. En ella, los hijos de una de las dos protagonistas, así llamaban a aquella casa donde tantas risas habían echado y tantos buenos momentos habían compartido. El Refu. A mi amigo, un día le da por los manteles japoneses, todo minimalismo y aires zen, negro y blanco como únicos elementos posibles, y otro, por evocar los aires del pasado. Ahora, en estos tiempos de crisis, estamos en esta onda. Recuperamos las tradiciones de las abuelas. El mantel de hule antiguo, de cuadros rojos y blancos. Qué risas, pese a todo, y qué resaca hoy, todo hay que decirlo. Qué aventuras le esperan al pobre mantel. No sabe bien en qué mesa fue a caer.

3 comentarios:

  1. ¡qué nostalgia provocada por tanta sabiduría!

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  2. cuanta belleza y cuanta sencillez compleja

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  3. Tantos momentos de algarabía alrededor de esas mesas vestidas con esos humildes -pero no por ello menos bellos- manteles de hule, manteles de cuadros...

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