Decir que todo el cine español es malo es un tópico absurdo que, por desgracia, estamos acostumbrados a escuchar mucho más a menudo de lo debido. Ahora, con la gala de los Goya aún reciente, algunos vuelven a la carga, con la sátira y la ironía bien afiladas. En el cine español, como en cualquier otra cinematografía, hay películas buenas, malas y regulares. Qué peligrosas son siempre las generalizaciones. Y qué estúpidas. Hablar por hablar, en muchos casos. Algunos de mis mejores recuerdos cinematográficos están asociados al cine español. Desde "Matador", la primera película de Almodóvar que vi en una pantalla grande, con aquella poderosa estética y fuerza visual, o "Mujeres al borde de un ataque de nervios", esa comedia absolutamente perfecta, heredera del cine americano de los 50, hasta las películas de Mario Camus (y no sólo hablo de "La colmena" o "Los santos inocentes", indiscutibles obras maestras, sino de esas otras películas que pasaron casi de puntillas por las salas y que tienen mucho cine de verdad dentro), Vicente Aranda, Fernán-Gómez, Julio Medem, Trueba, Berlanga, Díaz-Yanes o Pilar Miró, por citar sólo algunos destacados ejemplos. Muchas tardes de juventud, buscando historias en salas de cine hoy ya desaparecidas. Historias conmovedoras, tiernas, crueles, divertidas, esperpénticas... Gran variedad de argumentos, pese a los tópicos sobre el cine español y la posguerra, por ejemplo. Más que tópico, topicazo. ¿Por qué no se puede hacer una película -otra más, sí- sobre la guerra civil? Cada director aportará su visión del tema, su personal punto de vista. (Aún no he visto "Pan negro". Por aquí pasó veloz, apenas una semana, y no se ha reestrenado). Y actores y actrices de primerísimo orden. Hay alguna gente que le ponen delante a Robert de Niro (por citar al tún tún) y dice: mira qué pedazo de actor, y no se da cuenta de que aquí, José Sacristán (por continuar citando al tún tún) es todavía mejor actor que el americano. Por no mencionar a las actrices. Si los americanos tuviesen a Terele Pávez, un suponer, no habría estado en el que no hubiese un teatro con su nombre en letras mayúsculas. Hay un cierto desprecio por todo lo que rodea al cine español. Un desprecio que cae muchas veces en lo grosero, en lo vulgar, como ocurre ahora con las descalificaciones a la ministra de cultura, González-Sinde (estimable directora de cine, por cierto). Aunque haya opiniones que se descalifican por sí mismas, sigue resultando muy ofensivo escucharlas. Y eliminar todo ese desprecio va a ser tarea -ardua tarea- de años, me temo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario