jueves, 10 de febrero de 2011

Cher

Hay mujeres sencillamente geniales, que son un género en sí mismas. Cher es una de ellas (Liza Minnelli y Sara Montiel, cada una en su estilo y modo, pueden ser otros dos buenos ejemplos). Acabo de verla en "Burlesque", una nimiedad entretenida, típica película para la tarde televisiva de los domingos resacosos, para muy fans de Cristina Aguilera (no lo soy). Un cabaret edulcorado, que sólo recupera -un poco- su verdadera esencia cuando ella, Cher, en todo su rotundo y glorioso esplendor, aparece. Fustigada a golpe de bisturí (buen bisturí), Cher cumple de la a a la z aquella máxima de Fangoria: Más siempre es más. En sus excesos, múltiples excesos, está buena parte de sus virtudes, que también son muchas. Cuando, el año pasado, estuvimos en Las Vegas actuaba en el teatro de uno de los hoteles, 300 dólares la entrada. (Cher es perfecta para Las Vegas, como Liza lo es para Broadway y Sara para el cuplé sensual y arrastrado). A las puertas de la sala, en unas vitrinas espectaculares, exhibía sus vestidos más famosos. El que se puso para recibir su (merecido) Oscar por la deliciosa "Hechizo de luna", y también el (feo y estrambótico) que utilizó, enfadada, cuando en la gala de los Oscar de años atrás no la nominaron por "Mask", otra de sus grandes interpretaciones, acaso la mejor. Lo que más nos llamó la atención fue la miniatura de aquellos vestidos. Ella, que, pese a lucir delgada, da un aspecto de mujerona total, casi de poderoso travesti a veces, podía entrar en aquellos vestidos mínimos, escuetos, casi confeccionados para una muñeca diminuta. Una de esas muñecas que, por cierto, reproducen su propia imagen. Contrastes de diva, ya se sabe.
Cher tiene un momentazo en "Burlesque" (película que, quizá, podría haber sido otra cosa en otras manos, con otra protagonista que no fuera Aguilera) cantando e invitando a todos a ese gran cabaret, Burlesque, donde Cristina Aguilera (nunca pasará a la historia: ni de la música ni de la interpretación) empacha con tanto baile mil veces visto y tanta canción pastelera. Ahí aparece lo mejor de Cher, de la gran Cher, que sin duda es demostrar que ella, aunque sea en un personaje secundario, sí es un mito de los de verdad.

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