miércoles, 10 de febrero de 2010

La idea del viaje

Tengo amigos a los que no les gusta viajar. Sienten una enorme pereza por todo lo que rodea a los viajes. No es mi caso. Pocas cosas me agradan más que preparar la maleta, salir de casa, escapar de la rutina, conocer otros lugares, otras gentes, otras costumbres. Todas esas sensaciones, todas esas experiencias. El misterio que nos aguarda. Me entusiasma ya desde que sólo es una idea, un proyecto aún por definir, por perfilar. Cómo se va fraguando en nuestra cabeza la posibilidad de ir a un lugar o a otro, los motivos, las filias. Cada viaje tiene su motivo, su historia. Siempre -¡menos mal!- nos ponemos de acuerdo enseguida. ¿Tendremos bastantes días libres, nos alcanzará el dinero, nos defraudará tal o cual sitio? Qué más da todo eso. El caso es ir, conocer el lugar, disfrutar de la diferencia, las conclusiones ya se sacarán a la vuelta. Incluso meses más tarde, cuando el viaje ya está reposado y te sientas a escribir un artículo para ésta o aquella revista, aparecen nuevas y maravillosas percepciones. De alguna manera, mágicamente, rebuscando en la memoria, regresas de nuevo allí. Cuando los viajes son muy largos, no sé por qué, se añade un temblor añadido. ¡Trece horas de avión, dos o tres enlaces, varias horas de espera en diferentes aeropuertos, la posibilidad de que pierdan nuestros equipajes! Nada de eso importa: para eso están las pastillas para dormir, las necesarias dosis de paciencia y los tres o cuatro libros correspondientes. Menos mal que los aviones no nos imponen en exceso como a algunos de nuestros amigos viajeros, esos amigos que, precisamente por ese miedo, auténtico pánico en algunos casos, no se atreven a cambiar de continente, a cruzar el Atlántico. Como nosotros ahora, qué emoción, en mayo, rumbo a Nueva York (de nuevo), a San Francisco, a Las Vegas... Ya está cerrado el viaje. Ahora queda estudiar las guías, informarse, tomar notas para no perdernos absolutamente nada. Comienza la segunda parte de los preparativos.

1 comentario:

  1. Afortunado eres en poder viajar!...sinceramente, cruzar el atlántico no me da tanto pavor, pero pensar en irme a tokio, me da una terrible emoción por semejante viaje aeronáutico!

    Buen Viaje!

    ResponderEliminar