La gente sensata, que somos la mayoría, la que creemos en el poder de la palabra sobre todos los demás poderes y respetamos todas las ideas que sean democráticas aunque no las compartamos, detestamos profundamente la mala educación. Nunca, en ningún momento, deben perderse las formas ni los modales. Por eso creo que el gesto de Aznar levantando el dedo al grupo de estudiantes que lo habían abucheado previamente es totalmente desacertado. Un gesto barriobajero, impropio de un hombre que fue durante ocho años el presidente de este país después de ser elegido (no olvidemos esto) democráticamente en las urnas. No se puede hacer ese gesto en una universidad. Va contra el espíritu mismo de la propia institución. Dicho esto, por muy en contra que esté (que estoy) de la política y del discurso feroz, añejo y rencoroso de Aznar, añadiré que tampoco soy partidario de los abucheos. La violencia verbal siempre es el germen de algo negativo y peligroso. Como tampoco comparto la idea de que se le vayan a tirar tomates a un artista si no te gusta cuando actúa en un recinto gratuito. Si te saca de quicio ese artista o ese político, no vayas a verle, no le escuches, no le votes. Escoge a otro, a otros. Es así de simple. Lo grande de vivir en democracia es eso, que uno puede escoger libremente. Puede elegir a quien escucha, a quien vota, con quien se acuesta o con quien se casa o no se casa. Y la educación tiene que prevalecer ante todo. Debe ser el primer paso para el entendiemiento, la convivencia y el respeto, sobretodo el respeto, entre los que pensamos de una manera y los que piensan de otra.
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