lunes, 31 de octubre de 2011

20-N

Faltan algo más de quince días. Esa mañana, la del día veinte de noviembre, nos levantaremos, nos vestiremos y, antes de nuestro paseo habitual por los mercadillos del Fontán y de tomarnos un vino después en alguna de esas terrazas que afortunadamente se resisten a desaparecer pese a la llegada del otoño, haga sol o llueva torrencialmente, haga frío o no lo haga, iremos a nuestro colegio electoral a votar. En ese colegio al lado de casa que ahora me toca o en otros, no he dejado de hacerlo ni una sola vez desde que cumplí los dieciocho años. No ejercer ese derecho, no votar, más que un acto reivindicativo o subversivo, como quieren hacernos ver algunos, me parece una postura completamente estúpida, fuera de lugar y, hasta cierto punto, irresponsable. ¿Qué pasaría si todos hiciésemos lo mismo? Puedes no estar de acuerdo al cien por cien con todo el programa del partido que más se asemeja a tu manera de pensar, pero ¿acaso estamos de acuerdo al cien por cien con todo lo que nos rodea? Lo que habrá que hacer es acercarse y mejorarlo, o intentarlo al menos, no quedarse en la cama durmiendo la resaca del día anterior o yendo de excursión como si no estuviese pasando nada y aprovechando el sol, si lo hay. Están ocurriendo, por desgracia, muchas cosas muy negativas, demasiadas, e intentar hacer algo por cambiarlas es nuestra obligación. Mirando para otro lado, no se solucionan los problemas, que yo sepa. La democracia es eso: una persona, un voto. Y ella, la democracia, nos pongamos como nos pongamos, sigue siendo la mejor de las maneras posibles de convivir. Elegir a quienes queremos que nos gobiernen, exigirles que cumplan lo que prometen y respetar a los ganadores, si no pertenecen al partido al que nosotros votamos. Durante cuarenta años en este país no se podía ejercer ese derecho, el de votar libremente, parece que algunos lo han olvidado por completo. Y otros, más jóvenes, a los que parece que nadie se lo ha explicado muy bien. Qué peligrosa es, a veces, la memoria. Qué caprichosa. Todavía, a día de hoy, en algunos aspectos y comportamientos, se están pagando las consecuencias de aquellos cuarenta años de cerrazón, de pensamiento único, de miedo, de oscurantismo. No se borran de un plumazo tantos desperfectos sociales y culturales, tan arraigados como estaban. Por eso cada nuevo día electoral es un paso adelante para borrar todo aquel tiempo. Y por eso creo que sería positivo, como ocurre en algunos países, que el ir a votar fuese algo obligatorio. Iremos a votar, sí, el veinte de noviembre, con sol o con lluvia, y después aprovecharemos el día, y nos pondremos de mal humor si no ganan los que nosotros votamos (como, seguramente, ocurrirá), pero estaremos ahí, desde ya, preparados para salir a la calle a manifestarnos como intenten dar marcha atrás, arrebatarnos los derechos que tantos años y a tantos de nosotros nos han costado conseguir. Que no lo olviden. Somos muchos y cada uno de nosotros tiene un voto en las manos.

9 comentarios:

  1. Que razón tienes en cuanto mas melancólicas y bonitas son las elecciones en otoño. También me gustan mucho en primavera, las que menos las de invierno o verano. En invierno hace tanto frío que no te apetece nada nada y en verano siempre estas en otra parte.Que engorro! uffff. Y yo tambien le digo desde aquí al Sr. Rajoy que nos deje en paz que somos muchos los que votaremos y lamentablemente muchos los que no lo haran.
    Un besazo guapo

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  2. Estoy de interventor en la zona de Valentín Masip, así que seguro que te veré.

    Un abrazo y mucha suerte con el libro, no podré ir a la presentación :(

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  3. Hola Ovidio, te he mandado un comentario antes para hacerselo llegar a Noriko. Si me das permiso quisiera decirle que no se preocupe que estaré seguro en la estación desde las 13:00 . Espero que el día de la presentación comience algo muy bonito para todos... Besos!!
    Rosa Nuñez

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  4. Hay tanta reflexión rotunda y tanta claridad en lo que dices. Me gusta mucho las preguntas que te haces "¿Qué pasaría si todos hiciésemos lo mismo?" o "¿acaso estamos de acuerdo al cien por cien con todo lo que nos rodea?". El jueves se las propondré a mis alumnos.
    Gracias una vez por mas por este deleite que es tu blog

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  5. Recuerdo con especial cariño, la primera vez que voté a la Alcaldía de Madrid, di mi voto al profesor Enrique Tierno Galván. Desde entonces, no he dejado de votar, con alegría y con dolor (11-M); con frío o con sol; con gana o con mala leche pero, me quedó una cosa muy clara hace muchos años: "Si no voto no exijo".
    Amigo, como siempre tu escritura, está muy bien traída.
    Un beso grande.

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  6. Siento ser una de esas personas que aún no saben lo que harán el 20 de Noviembre, y es que tengo la sensación de haber vuelto al pasado, de estar de nuevo en la época de Canovas y Sagasta.
    Yo como persona y como votante necesito más, necesito que alguien me de la esperanza que he perdido, viendo como personas de a pie, mis vecinos, mis paisanos, se han convertido en reyezuelos, que pasan de ser trabajadores del mundo para convertirse en gobernantes del mundo. Ver como su ritmo de vida aumenta con una desfachatez que me da repugnancia. ¿Esto es democracia? Yo pensé que la democracia trataba de gobernarnos a nosotros mismos, dejar los despotismos ilustrados de antaño a un lado, pero la cuestión es que en el momento que estos personajes son elegidos, se convierten en oligarquía y quieren más, mucho más, sin mesura, sin recato.
    Ovidio estoy de acuerdo contigo en que todos debemos de ser responsables ante nuestras obligaciones para con la sociedad, pero me da la sensación que aquí de democracia va quedando solo la palabra.
    Afortunadamente nos quedan otras palabras, como las tuyas, a las que siempre es un placer acceder. Un beso.
    Filadi Curto

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  7. Me alegra que la admiración por Alaska y Vaquerizo no te haya influido a la hora de plantear tu voto.No todo lo que importa es la macro economia.Muy acertadas tus palabras de hoy.
    Suerte en todo.

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  8. Una reflexión que deberíamos de hacer todos y cada uno de nosotros.
    La Democracia es el mejor de los sistemas: si no el mejor, el menos malo, porque nos permite a todos y cada uno de nosotros con independencia del sexo (si, señores, que las mujeres hasta hace relativamente poco no teníamos derecho a votar) la condición social y económica (si, señores, que hubo un tiempo en el que sólo podían votar aquellas personas con un nivel económico determinado) el color político, un individuo=un voto.
    A mi también me preocupa mucho, muchísimo que nuestros jóvenes no vayan a votar, creo que es cuestión de educación. Yo recuerdo las colas que se formaban en las primeras elecciones. Nosotros ibamos al colegio electoral con mis padres que votaban con esperanza y alegría a fines de los 70 y principios de los 80, que otra España era posible...
    ¿Dónde están los indignados? Tienen que estar en las urnas, ejerciendo su derecho a voto que para mi debería de ser una obligación, ahí votando para poder construir algo nuevo, otra vez, para volver a creer que otra España es posible.
    El otro día escuchaba en una reunión social que debería de establecerse el criterio del "nivel cultural para votar" Me parece una idea absurda: lo que hay que hacer, vosotros los que sois padres, es educar a vuestros hijos para luchar por sus derechos y si la forma de hacerlos es votando, pues hacedlo así, gente con conciencia crítica, con capacidad para manifestarse y para cambiar, evolucionar... también sus votos, si fuera necesario.
    Yo el día 20 iré a votar y en mi voto depositaré toda mi ilusión, mi confianza, mi apoyo, y creeré, una vez más, que cambiar las cosas está en nuestras manos, que se puede hacer y que hay que hacerlo.
    Los míos tampoco van a ganar este 20N... pero por lo menos yo estaré presente en el Parlamento, me sentiré representada y tendré derecho a opinar, a criticar y a suscribir.
    Besos

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  9. Siempre acudo fielmente a la cita con las urnas, pero reconozco que de un tiempo a esta parte con más desgana, de peor humor y con la ilusión prácticamente perdida en todos quienes se empeñan en hacernos creer que trabajarán para algo más que no sea el bien propio. Este año volveré, de peor humor y con el morro puesto, pero con mi papeleta en la mano.

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