Cuando hace unos pocos días, Marta Magadán, un tanto acelerada, me llamó para decirme si me apetecía presentar este libro de Carmen Menéndez, le dije que sí de inmediato. Es lo que tiene la amistad y las personas que no sabemos decir que no a los amigos cuando están en apuros. Al parecer, el libro, este libro, iba a presentarlo otro escritor pero, a última hora, un inesperado viaje se lo impidió. Cosas del destino, ya saben. Recogí el libro en el café donde Marta me lo había dejado, me impactó su portada -las piernas cansadas de esa mujer, sus pies derrotados, su actitud vencida: todo lo que había detrás de esa imagen- aunque ya la había visto colgada en el blog de la editorial días atrás, di un largo paseo por la ciudad, como acostumbro a hacer todas las tardes, llegué a casa, dejé el libro sobre la mesa de trabajo, abrí una botella de vino, me serví una copa, me senté en mi sillón preferido y me dejé llevar por la lectura. La noche fue poco a poco apareciendo al otro lado de la ventana sin que me diese cuenta. El primero de los relatos, “El corredor vacío”, que da título al volumen, me dejó impactado. En apenas unas pocas páginas, asistimos al drama de una mujer y comprendemos los motivos de esas piernas cansadas, de esos pies derrotados, de esa actitud completamente vencida. La protagonista es la misma mujer de la portada del libro. Y su tremenda historia, tan tremenda como la de muchas otras mujeres anónimas, que están ahí, en cualquier rincón, a la vuelta de la esquina, aunque no lo sepamos, está tan bien contada que no puedes hacer otra cosa que identificarte con ella, con su vida, con sus miserias, con su problema. Comprenderla. Ponerte en su piel. Eso es lo que tiene la buena literatura, la capacidad de vivir otras vidas, de hacerlas tuyas, de entenderlas. Un gran relato, sin duda. Seguí leyendo. Y me encontré con muchas historias de mujeres, sí, también de hombres y de mujeres, de parejas. Las luces y las sombras de las parejas: sus alegrías y sus desgastes, sus miedos, sus anhelos, sus esperanzas. El discurso de la vida. Y esas preguntas que flotan en el aire y que, en su respuesta, está parte del destino que nos aguarda, que aguarda a este mosaico de personajes. Y también aquello que tan bien resumió la gran Dorothy Parker, hablando de parejas, en una frase ya mítica: “Te odio, amor mío”.
La voz de las mujeres es, sin embargo, la que lleva la voz cantante. Su voz se impone, aunque a veces sea la actitud de los hombres que las acompañan en la historia la que quiera imponerse. Mujeres con un pasado, con un presente, con un futuro. Mujeres que quieren vivir y otras que no lo quieren tanto. Cada una tiene sus motivos, sus razones, sus porqués. Ah, el misterio de la existencia. Ese que tan bien reflejado queda en este puñado de páginas, las que ha escrito Carmen Menéndez con sabia sencillez y que hoy presentamos. Más mujeres: con sus temores, con sus inseguridades, con sus ganas de demostrar que están aquí, en el mundo. O que ya no quieren estar. Mujeres de ayer y de hoy. Mujeres. Porque los relatos de Carmen van y vienen en el tiempo y en el espacio, pero siempre, detrás de ellos, o al final, hay un giro inesperado que nos sorprende, como ocurre en la vida misma. Un giro inesperado que nos retuerce, que nos conmueve, que nos sorprende, que nos paraliza. La muerte siempre al fondo. Sus relatos están llenos de vida, pese a ese fantasma, el de la muerte, que acecha sin piedad. De vidas que quedan atrapadas en unas pocas páginas y que nos dejan una sonrisa, una tristeza, una melancolía, una desazón, una inquietud, un vértigo. Ganas de seguir y seguir leyendo. La noche, ya digo, se instaló al otro lado de mi ventana mientras lo hacía. Por eso, hoy, además de presentarles este libro, me permito recomendarles su lectura muy vivamente. Gracias.
La voz de las mujeres es, sin embargo, la que lleva la voz cantante. Su voz se impone, aunque a veces sea la actitud de los hombres que las acompañan en la historia la que quiera imponerse. Mujeres con un pasado, con un presente, con un futuro. Mujeres que quieren vivir y otras que no lo quieren tanto. Cada una tiene sus motivos, sus razones, sus porqués. Ah, el misterio de la existencia. Ese que tan bien reflejado queda en este puñado de páginas, las que ha escrito Carmen Menéndez con sabia sencillez y que hoy presentamos. Más mujeres: con sus temores, con sus inseguridades, con sus ganas de demostrar que están aquí, en el mundo. O que ya no quieren estar. Mujeres de ayer y de hoy. Mujeres. Porque los relatos de Carmen van y vienen en el tiempo y en el espacio, pero siempre, detrás de ellos, o al final, hay un giro inesperado que nos sorprende, como ocurre en la vida misma. Un giro inesperado que nos retuerce, que nos conmueve, que nos sorprende, que nos paraliza. La muerte siempre al fondo. Sus relatos están llenos de vida, pese a ese fantasma, el de la muerte, que acecha sin piedad. De vidas que quedan atrapadas en unas pocas páginas y que nos dejan una sonrisa, una tristeza, una melancolía, una desazón, una inquietud, un vértigo. Ganas de seguir y seguir leyendo. La noche, ya digo, se instaló al otro lado de mi ventana mientras lo hacía. Por eso, hoy, además de presentarles este libro, me permito recomendarles su lectura muy vivamente. Gracias.
(Texto leído en la presentación del libro "El corredor vacío y otros relatos", de Carmen Menéndez).
Nada como la literatura para aproximarse a la realidad más descarnada.Los escritores sois los notarios que mejor pueden dar fe de la realidad de los temas que os inspira la vida.De no ser por libros como éste que ahora recomendas jamás se sabría nada de las vidas,sentimientos y anhelos de tantas mujeres y hombres que se abren camino en una existencia que camina hacia el olvido o hacia el sufrimiento.Leer para conocer,para entender,para reflexionar y para mejor llevar el propio devenir por este valle de lagrimones.Saludote Ovidio.
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