lunes, 21 de marzo de 2011

Domingo

Domingo todo el día. Con eso está dicho todo. Una extraña mezcla de melancolía y cansancio. Me temo que debe ser cierto eso de que los años no pasan en balde. Salgo a la calle, que siempre es un buen remedio para alejarse del amodorramiento y los malos rollos. Caminar siempre ayuda a despejar la mente y el alma, a desenredar los nudos y los pensamientos enquistados. El primer día realmente primaveral del año. La luz intensa, el cielo despejado por completo. Paseo por el Parque de Invierno, como todos los días que no tengo demasiadas ganas de hablar con nadie. Me gustan esas zonas verdes en la ciudad, un poco alejadas del ajetreo, del ir y venir cotidiano, del bullicio. Hoy, a diferencia de los días laborables, está lleno de gente: justo lo que no buscaba. Parejas jóvenes y parejas mayores. Gente haciendo deporte, corriendo. Corrillos de mujeres, de hombres. Grupos de jóvenes jugando al baloncesto, de niñas saltando a la comba, perros, risas, más juegos, paseos... Hay una sólida armonía en el conjunto. Camino a buen paso, como recomiendan los expertos, sin embargo lo observo todo detenidamente. La vida: tal cual. Un domingo por la tarde. Sin amenaza de lluvia ni de cualquier connotación negativa. Me reconcilio un poco con el mundo y conmigo mismo. En la bolsa llevo "Cartas a Yves", un librito encantador que recoge las cartas que le escribió a Yves Saint Laurent, tras su fallecimiento, su compañero de toda la vida, Pierre Bergé. Me siento en un banco y leo: "¡Qué mañana tan joven y hermosa hacía el día que nos conocimos. Librabas tu primera batalla. Aquel día conociste la gloria y, a partir de entonces, ya no os volvisteis a separar. ¿Cómo iba yo a imaginar que cincuenta años más tarde estaríamos aquí, cara a cara, y que yo me dirigiría a ti para un último adiós? Es la última vez que te hablo, la última vez que puedo hacerlo. Muy pronto, tus cenizas llegarán a la sepultura que te espera en los jardínes de Marrakech". Qué bellas y conmovedoras palabras. El ciclo de una vida que se cierra. ¡Cuántas cosas quedarían en el medio, entre ese principio y el final! Cosas positivas y negativas. La vida de un genio de la costura, Yves, que anhelaba lo mismo que todo el mundo, que luchaba contra los mismos fantasmas y obsesiones, que se emocionaba con idénticos placeres. Cierro el libro y me digo que, después de todo, habrá que seguir tirando del hilo. Y, pensando en esa vida, en la de Ives, sigo caminando en su busca.

3 comentarios:

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  2. El domingo es soportable sólo hasta el mediodía.Después es siempre lo mismo; caes en la cuenta de que existes, de que eres, de que estás.Llega la noche y entonces recuperas tu vida.Saludos.

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  3. el comentario de las 8:46 no ha lugar. Gracias.

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