sábado, 12 de marzo de 2011

Torrente 12

Como a cualquier persona con dos dedos de frente, me repugna profundamente el personaje y los valores (si así pueden llamarse) que defiende Torrente. Su discurso racista, sexista, homófobo. Su estética. Su ranciedad. Su cobardía. Su espantosa vulgaridad. Su infinita cutredad. Todo en él resulta grosero, grotesco, patético y ciertamente asqueroso, como le llaman algunos personajes en la película. Santiago Segura ha dicho en una de las cientos de entrevistas que le han hecho estos días algo así como que le repugnaría parecerse a un tipo así. Normal. Creo que Segura, al que tengo por un tipo inteligente, quiere hacer una crítica de cierta parte de la sociedad española, la más casposa, con su personaje. Sin embargo, a mi juicio, no lo consigue. Aquí y allá, puedes darte cuenta de que hay verdaderos seguidores de este personaje. No lo ven como al ser abominable que Torrente es, sino como a una especie de héroe. Me pasó viendo la primer parte de esta saga (las dos siguientes no las vi) y, ayer, durante la proyección de la cuarta entrega, pude comprobarlo una vez más. Las dos veces salí de mal humor del cine. Hay gente (y muy joven) que empatiza con ese personaje repulsivo aunque parezca increíble. Ríe sus gracias, comparte sus chistes. Y eso me parece peligrosísimo. Por ejemplo, cuando Torrente hace uno de sus repugnantes y facilones chistes sobre los negros (por no hablar de lo grotesco que presenta al mundo gay, con constantes y despectivas alusiones al mismo), la gente se parte de risa. No consigo entender cómo puede haber personas a las que les haga gracia una expresión como "negro de mierda" o "negro que vienes de la selva", etc, etc, etc. Ay, el sentido del humor... Me parece inaudito. Y muy peligroso. Creo que, queriendo criticar el racismo, se está cayendo de lleno en él. Hay que tener otro tipo de sutileza e ingenio para conseguir lo que Segura, sin éxito, trata de lograr. No obstante, estoy convencido de que habrá más películas de la saga. Y cierta gente seguirá riéndose con ellas. Esa misma gente -apostaría- que luego abomina del cine español. De ese otro cine español que también existe.

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