domingo, 31 de enero de 2010

Cuestión de sexos

Aún hoy, después de unos cuantos años ya dedicado al oficio de librero, me sigo sorprendiendo cuando determinados padres o madres (sobre todo ellas, las madres, que siguen siendo las encargadas de comprar los libros de los hijos) se escandalizan al recomendarles un libro protagonizado por una chica a su hijo masculino, o al revés. Siendo sinceros, suelen tolerar peor que un niño lea una historia protagonizada por chicas que lo contrario. (Como siguen tolerando menos que un niño juegue con muñecas o con un carricoche a que una niña lo haga con una pelota de fútbol, que ésta, siendo otra historia, es la misma). Las historias de Kika Superbruja, sin ir más lejos. Siempre hay excepciones, claro, honrosas y muy plausibles, pero, aunque parezca mentira, son pocas las madres que a día de hoy se llevan un libro de Kika para un chico (o de "La Cenicienta", o "Blancanieves": ese tipo de madres, ya desde bien temprano, se encarga de no familiarizar a su hijo con el ambiente, digámoslo así, de las chicas, y suele decantarse por "El gato con botas" o "Los tres cerditos"). Desde aquí, insisto, me quito el sombrero ante esas otras madres (incluso abuelas: esas abuelas maravillosas, modernas, inteligentísimas, ávidas lectoras ellas también) porque con su gesto convierten en normal lo que, hasta la fecha, al menos mayoritariamente, resulta extraordinario. ¿Miedo? ¿Temor a que otros niños se rían de él, a que lo hagan otras madres? ¿Resquicios de ese pasado carca y machista y homófobo del que procedemos? Quizá un poco de todo ello. A veces, aunque sé que no debo hacerlo, me apetece preguntarles si en el futuro dejarán a sus hijos leer "Madame Bovary" o "La Regenta" -sólo por citar dos casos de protagonistas femeninas-, o si, por el contrario, sólo les permitirán leer historias de guerreros, aventureros y espadachines. Es un poco absurdo, ciertamente. Creo que, en este sentido, los nuevos libros de Tea Stilton están abriendo nuevos caminos. Los niños están tan enganchados a las historias de Gerónimo, les gustan y les entretienen tanto, que esas madres más cerradas parecen ir abriéndose a esas historias, aunque la protagonista sea una ratoncita. Algunas llegan a medio disculparse con el socorrido "lo importante es que el niño lea, ¿verdad?". ¡Claro que lo importante es que el niño lea, señora! Y esas lecturas, todas ellas, protagonizadas por chicos y por chicas, harán del niño un hombre maduro, culto, inteligente que sabrá respetar a las mujeres, verlas de igual a igual, sin misterios, medias tintas, pasos en falso o demás tonterías variadas.

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