"Las criadas" es una pieza magistral, difícil de interpretar, complicada de digerir (para algunos más que para otros). Jean Genet trazó la imagen perfecta de esas dos mujeres, siempre al límite, perversas, seductoras, manipuladoras, víctimas de la sociedad y de sí mismas. Dos outsiders. Dos desarraigadas. Dos sórdidas perdedoras. Se han hecho muchas versiones de la obra. Mítica, dicen los que tuvieron la suerte de verla, fue la de Núria Espert y Julieta Serrano. No lo dudo, desde luego: ambas son dos actrices de raza. Yo tuve la suerte de ver hace unos pocos años a Emma Suárez y a Mónica López (Aitana Sánchez-Gijón, que interpretaba originalmente su papel, no salió de gira) en los papeles de las criadas y a Maru Valdivielso en el de la señora. Cambió, con esta obra, la idea que tenía de Emma, a la que admiraba -sobretodo por las películas de Julio Medem- y consideraba buena actriz, pero no una actriz superlativa. Después de ver esta obra sí la incluí en ese grupo. Revolvía su cuerpo menudo con una naturalidad -¡con aquellos taconazos sobre la pendiente por la que se movían sobre el escenario: añadiendo más dificultad a la dificultad!- impresionante. Y de su interior arañaba una voz grave, arrastrada, doliente, herida, ideal para el personaje. Mónica López estaba a su altura, lo que no es decir poco, en un duelo interpretativo memorable; y, aunque me quedé con las ganas de ver a mi admirada Aitana en aquel papel, me gustó (re)descubrirla. Maru Valdivielso también estaba magnífica haciendo de señora en el papel menos agradecido si es que en esta obra hay alguno así. Soberbia, distante, envuelta en una bruma de lejanía, fragilidad y avasallamiento: otra víctima más. Las tres, ya digo, estaban memorables. Como lo estaban Isabel Huppert, Sandrine Bonnaire y Jacqueline Bisset (¿en el mejor papel de su madurez?) en "La ceremonia", la libre adaptación cinematográfica dirigida por Claude Chabrol.
Ahora, en un giro ya empleado en alguna que otra ocasión, se representa en Madrid una versión protagonizada por hombres. Quizá esté bien, no lo dudo, es una apuesta diferente, pero no me apetece demasiado verla. Creo que la obra está concebida para tres mujeres, para tres actrices de primerísimo orden. Porque sólo ellas, las mujeres, son capaces de alcanzar ese grado de vulnerabilidad y violencia y no parecer unas simples locas o salvajes.
Ahora, en un giro ya empleado en alguna que otra ocasión, se representa en Madrid una versión protagonizada por hombres. Quizá esté bien, no lo dudo, es una apuesta diferente, pero no me apetece demasiado verla. Creo que la obra está concebida para tres mujeres, para tres actrices de primerísimo orden. Porque sólo ellas, las mujeres, son capaces de alcanzar ese grado de vulnerabilidad y violencia y no parecer unas simples locas o salvajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario