jueves, 14 de enero de 2010

Isabel Gemio

El otro día hablaba en este blog de la radio nocturna, ese refugio para insomnes, solitarios, creadores, sentimentales, corazones rotos y demás noctámbulos del más variado pelaje. Y no sería justo hablar de la radio nocturna y no mencionarla a ella, a Isabel Gemio. Hace ya casi veinte años, en Radio Nacional, condujo un programa memorable, "Noches de amor", donde la poesía, la música, toda clase de manifestación cultural y las historias de amor de los oyentes (divertidas, tristes, melancólicas, alegres, dolorosas, surrealistas, imposibles...), contadas en apenas tres minutos, tenían cabida. De José Agustín Goytisolo -poeta de cabecera del programa- a Chavela Vargas, de Marguerite Duras a Marianne Faithfull, de Luis Eduardo Aute a Pepa Flores, de Luis Antonio de Villena a la gran Massiel. Joaquín Sabina, Antonio Gala y Tom Waits. Gentes importantes de la música, el cine, el teatro y la literatura pasaron por allí. La noche, en palabras del tristemente desaparecido Goytisolo ("Tu destino está en los demás/ tu futuro es tu propia vida/ tu dignidad es la de todos"), le era propicia: a Isabel y a todos nosotros, sus fieles seguidores. El programa -muy cuidado- tenía magia, mucha magia. Luego, Isabel volvió a la televisión e hizo variados y muy exitosos programas. Unos mejores que otros, pero siempre innovando y marcando su estilo. Treinta años de profesión a sus espaldas, ahí es nada. Cuando la cosa se empezó a hacer imposible, regresó a la radio, donde continúa en las mañanas de los fines de semana, para regocijo de sus muchos admiradores. Estos días, Isabel está de plena actualidad a causa de las declaraciones de su sobrina en esa televisión que se dedicó a masacrar a otra Isabel, Pantoja, hasta la saciedad. En este país algunos han perdido por completo los papeles, ya lo sabemos. El todo vale llevado ya hasta las últimas consecuencias. Soltar por esa boca por un puñado de audiencia. Inundarlo todo de mierda por un cheque en blanco y a ver quién tira más piedras y con más fuerza. No importa el trabajo de la gente, la trayectoria (30 años, ya digo, en el caso de la Gemio), la profesionalidad. Nada. Todo al traste por lavar trapos sucios frente a una cámara de televisión, por masacrar a quien no piensa como tú. Es muy triste y muy doloroso, sí, pero creo que, pese a todo, no hay que darle más importancia. Toda esa gente acabará en su sitio, en ese tipo de programas de carnaza y vísceras. Y los profesionales, los que hacen algo de verdad en su profesión, ahí seguirán, imbatibles, porque la gente, la gente común y corriente, la gente de la calle, no somos tontos, por mucho que se empeñen algunos en lo contrario. Ahí está Isabel Pantoja, contra viento y marea, demostrando lo que sabe hacer: cantar y bailar estupendamente, demostrando su arte, te guste o no te guste, que cada cual es muy libre, ojo. Y ahí seguirá Gemio, Isabel, después de esta absurda e impertinente tormenta, haciendo lo que mejor sabe: una de las mejores radios de este país y recitando poemas como Dios, caso de existir, haría.

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