martes, 5 de enero de 2010

María

Esa chica que camina ahora por la calle con un gorro de colores en la cabeza es mi hermana. Se llama María y a pocas chicas les sientan tan bien los gorros de colores como a ella. Conozco a un puñado de chicas guapas, incluso guapísimas, a las que les sientan fatal los gorros de colores. Qué se le va a hacer. Es, como casi todo en esta vida, cuestión de suerte. Quizá a mi hermana le sientan de maravilla ese tipo de gorros porque todo en ella es una intensa gama de colores. Y, a veces, como sabemos, los iguales también se atraen. Un vibrante y luminoso arco iris: así veo a mi hermana, esta mañana, la de su cumpleaños, treinta y tres esplendorosos y rotundos años, mientras camina acelerada por la calle y enciende otro cigarrillo, que siempre -dice, aunque no se lo crea ni ella misma- va a ser el último. El verde de sus ojos, el negro de su pelo, el rojo de su corazón, el azul de su inteligencia, el naranja de su chispa, el rosa de su solidaridad y el morado de sus camisetas escotadas, que son las que mejor le sientan: por moradas y por escotadas. La que puede, puede. Y ella, las cosas como son, puede. Vaya que si puede. Si mi hermana fuera una chica de película (que podría serlo perfectamente), estaría entre la Audrey Hepburn de "Desayuno con diamantes" y Aitana Sánchez-Gijón. Porque a mi hermana, aparte de los gorros de colores, lo que le sienta bien es buscar gatos perdidos bajo la lluvia mientras suenan los acordes de "Moon River". Aún no ha encontrado a su gato definitivo (lo encontrará, como yo encontré a esta Francesca que dormita sobre mi regazo mientras escribo), ni a su chico (también lo encontrará) porque la desventaja que tienen las chicas guapas e inteligentes es que no hallan demasiados chicos a su altura. La cosa está muy escogida. Y es bien sabido que hay muchas más chicas inteligentes que chicos inteligentes (con perdón): así son las cosas.
El año pasado -adiós, adiós- no fue un año demasiado bueno para ella. Pero, como dijo el poeta, todo pasa y toda queda, pero lo nuestro es pasar. Pasar, proseguir, avanzar, hacer caminos sobre la mar si podemos, y mirar hacia atrás justo lo imprescindible. De la noche a la mañana, la vida da un giro sobre sí misma, 180 grados en un halehop, que la vida es muy caprichosa y muy danzarina, y todo puede cambiar. Y, de hecho, cambia. Porque lo bueno que tiene el destino es que a veces trata a las chicas de película como si realmente estuvieran en una película, en una buena película con final feliz. Sólo es cuestión de tener un poco de paciencia, hermana. Que ese color, el de la paciencia (cosas de familia), es el que tienes, a día de hoy, más apagado. Y la vida, como el show, debe continuar. Muchas felicidades.

2 comentarios:

  1. Cierto es. Felicidades por el escrito. FELIZ CUMPLEAÑOS PEQUEÑA!

    ResponderEliminar
  2. :') Precioso!!!! ... ya no estoy en tiempo, pero aún así tengo que felicitarla, y desearla de todo corazón que haya pintado de verde su día a día ... pero sobre todo darle la enhorabuena por tener a alguien tan bonito como tú a su lado.

    ¿Por qué nunca te lei?

    Mar-ia

    ResponderEliminar