Ventanas compartidas acaba de llegar a Nueva York. Viene de Oviedo y trae entre sus páginas muchas ventanas por abrir. Porque uno no sabe lo que le espera, abrir una ventana a veces no es sencillo, pero las ventanas de Ovidio Parades se abren solas. Te enganchan y te invitan a que entres en el mundo del autor. Un mundo en el que hay que destacar de entrada dos virtudes que uno aprecia: la sinceridad del escritor a la hora de ver el tema y la naturalidad con que escribe. Tienen estas ventanas cristales impolutos que te dejan ver el interior de las habitaciones donde personas de carne y hueso, junto con “famosos”, viven y trajinan en el libro. Son ventanas con una luz de atardecer, de madurez, una mirada fresca, a veces desenfadada, siempre con destellos que te llevan a la reflexión. Estremece la valentía, a menudo descarnada, del yo narrativo. Y sobre todo uno valora el sentido común del escritor, la mirada face to face con el personaje, con el amigo, con la noticia. Uno admira el nivel visual y emocional de Parades y como eleva, de una manera “natural”, temas que a la mayoría de nosotros se nos pasarían por alto. Lo cotidiano lo convierte en extraordinario. Lo que otros escritores han pensado y no han querido, podido o sabido decir, Parades nos lo ofrece a corazón abierto, tan real como la vida misma. Esta sinceridad tan visceral es uno de los hallazgos del libro, como lo es la brevedad. Y ya se sabe: Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Ventanas compartidas es un viaje con parada y fonda en muchas ciudades, un diario que anota, sin anotar, el latido de una ciudad, un pequeño museo de provincias con retratos de personajes resueltos de trazos sólidos que configuran una sociedad que nace, vive, trabaja y muere. Un edificio con buenos cimientos y mejor techo. En la planta baja un melancólico café de ciudad, antes lleno de humo, donde el escritor fumaba, con personajes que sin prisa esperan que la lluvia acabe, con pasadizos resbaladizos, confesonarios ateos, fotografías de artistas enmarcadas, cuartos más o menos oscuros, habitaciones claras y luminosas y armarios en donde nadie está escondido. Y dos anillos de plata, uno mayor que el otro, comprados en Paris, una sonrisa inolvidable compartida una mañana en Nueva York y la gata Francesca.
Ventanas compartidas tiene textos llenos de “dolorido sentir”, de dulce melancolía por la vida que se va, del tiempo pasado y del presente, de noches en blanco y de días de vinos y de rosas. Textos que hablan de una hermosa historia de amor, de una familia y de una madre, de ti y de mí, del vecino del quinto, de Alice Munro y de Mapplethorpe. De lo humano y de lo no divino. Textos interioristas, hondos y con techo y textos abiertos, al aire libre, aparentemente light, pero que bien leídos y reflexionados pueden estallar en el corazón y en la mente del lector dejando en ellos una carga de munición emocional.
Otro acierto del libro es el orden de los textos y los subtítulos que los agrupan. Personalmente, se valora que Ventanas compartidas comience en Manhattan y termine en Brooklyn, dos barrios conocidos. Este alfa y omega neoyorkino, le da al libro un aire cíclico. Redondo, con un principio, un cuerpo y un final, una fruta madura llena de sabor y de perfume. Revisado por Esther Pietro (a quien no se le escapa nada, cosa que ya es difícil con la extensa nómina que se maneja) y editado por Trabe, es un mundo dentro de muchos mundos y de muchas vidas, de esperanzas y soledades. Un libro para los que vamos a pie y soñamos, en ocasiones, que volamos.
En el perfil de Manhattan y de Brooklyn, pasando por Oviedo, se encienden y se apagan cien luces, cien miradas, cien destellos que iluminan nuestras vidas a menudo en tinieblas. Un viaje nada extraño alrededor del mundo cotidiano y compartido de Ovidio Parades y que ahora ya es el nuestro. Las ventanas de Ovidio Parades, las del corazón y las de la vida, las de la noche y las del amor, están abiertas de par en par.
Hilario Barrero
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Ventanas compartidas tiene textos llenos de “dolorido sentir”, de dulce melancolía por la vida que se va, del tiempo pasado y del presente, de noches en blanco y de días de vinos y de rosas. Textos que hablan de una hermosa historia de amor, de una familia y de una madre, de ti y de mí, del vecino del quinto, de Alice Munro y de Mapplethorpe. De lo humano y de lo no divino. Textos interioristas, hondos y con techo y textos abiertos, al aire libre, aparentemente light, pero que bien leídos y reflexionados pueden estallar en el corazón y en la mente del lector dejando en ellos una carga de munición emocional.
Otro acierto del libro es el orden de los textos y los subtítulos que los agrupan. Personalmente, se valora que Ventanas compartidas comience en Manhattan y termine en Brooklyn, dos barrios conocidos. Este alfa y omega neoyorkino, le da al libro un aire cíclico. Redondo, con un principio, un cuerpo y un final, una fruta madura llena de sabor y de perfume. Revisado por Esther Pietro (a quien no se le escapa nada, cosa que ya es difícil con la extensa nómina que se maneja) y editado por Trabe, es un mundo dentro de muchos mundos y de muchas vidas, de esperanzas y soledades. Un libro para los que vamos a pie y soñamos, en ocasiones, que volamos.
En el perfil de Manhattan y de Brooklyn, pasando por Oviedo, se encienden y se apagan cien luces, cien miradas, cien destellos que iluminan nuestras vidas a menudo en tinieblas. Un viaje nada extraño alrededor del mundo cotidiano y compartido de Ovidio Parades y que ahora ya es el nuestro. Las ventanas de Ovidio Parades, las del corazón y las de la vida, las de la noche y las del amor, están abiertas de par en par.
Hilario Barrero
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Qué fuerte!! Llevas una carrera meteórica Ovidio, me alegro muchísimo. Un beso muy fuerte cosa wapa!!
ResponderEliminarCarmen (Cangas del Narcea)
esta crítica si que ha entrado dentro del mundo creativo de Ovidio, ha analizado a fondo sus motivos, sabe y capta los sutiles matices de su escritura, ...por fin!!!!!!
ResponderEliminares certero cuando escribe "...es real como la vida misma...", Ovidio transmitiendo sus vivencias sin maquillarlas, diseccionándolas, mostrándonoslas para que participemos.
¡Extraordinario!
Ovidio te vi el pasado jueves en la presentación de un libro, pero no me acerqué a saludarte para no molestarte, siempre tenías gente alrededor.
ResponderEliminarLa verdad es que no te hacen justicia las fotos, bribónzuelo, además se te veía radiante rodeado de tantos libros.
Ya falta menos para la presentación de Ventanas
Si había alguien que todavía dudaba en comprar el libro, este es el empujón perfecto para que entre en la primera librería que encuentre y se haga con él. Preciosa reseña, tanto como lo que se esconde detrás de cada una de esas ventanas por las que me colaré en breve. Enhorabuena. Un beso
ResponderEliminarCon los dientes largos. Así me he quedado.Supongo que tardará mucho tiempo en venderse en México.Tengo una opción;pedirle a mi sobrino Alfredo que,precisamente hoy ,se marcha a Oviedo a terminar sus estudios de música,me consiga "mi"ejemplar firmado...Debo convencerlo desde ya para que acuda a la presentación de tu libro(utilizaré el "chantaje emocional"para convencerlo...).Bueno,así de paso le pediré que me envíe "El extraño viaje" para tener completo el favor que le pediré.Un saludo Ovidio y muchos éxitos(de corazón).
ResponderEliminarPreciosa la reseña, acabo de venir de vacaciones y he estado un poco desconectada, me tengo que poner al día... me lleve a Alice Munro en mi viaje a través de Croacia. Tengo marcada la fecha del día 3 de noviembre en rojo en el calendario, espero que no se me pase. Un beso
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