sábado, 3 de septiembre de 2011

La piel que habito

Inquieto. Desasosegado. Impactado. Son algunas de las palabras que se podrían utilizar para definir el estado con el que sales del cine tras ver la última película de Almodóvar, "La piel que habito". No es fácil hablar de ella, pese a que están incluídas muchas de las obsesiones del director. Más que nunca, los espectadores que ya la hemos visto debemos ser cautos para no destripar ni uno solo de los múltiples detalles que conforman el argumento. Un argumento lleno de puertas por las que van apareciendo los poderosos cimientos sobre los que se sustenta esta historia en la que el deseo, la venganza, la locura y el amor más desatado ocupan lugares destacados, primordiales. Mientras esas puertas se van abriendo y nos van llevando de un laberinto a otro, de una sorpresa a otra, el corazón late deprisa, ansioso y expectante, por saber un poco más, por conocer un tramo más de esos retorcidos pasadizos por los que el director nos conducirá. Siempre hay un nuevo giro, un nuevo sobresalto, una nueva vuelta de tuerca, que le dará sentido a esas imágenes que estamos viendo y que nos desconciertan, nos retuercen, nos emocionan, nos sorprenden, nos cautivan, nos deslumbran. De vez en cuando, con la ayuda de la música (espléndido Alberto Iglesias, como siempre; balsámica, con su ardiente voz, Concha Buika; terciopelo puro el susurro de Chris Garneau) o de alguna palabra pronunciada a media voz, hay un momento de tregua, un respiro necesario. Pero pronto retomamos ese estado de inquietud que nos hace estar en alerta permanente, ojo avizor. La historia, perfectamente anudada, continúa. Una película dura, inclasificable, deslumbrante, rotunda. De una belleza extrema, de una potente sutileza, de una intensísima crueldad. Lo primordial de esta narración nos hará daño como nos lo hace ese puñado de arena que una inquieta ráfaga de viento arrastra hasta nuestros ojos, pero antes, ahí, en el aire, volando hacia nosotros, hemos descubierto cómo ese baile nos parecía un espectáculo hermoso, el más hermoso. El dolor después del placer. Y la belleza que queda atrapada entre ambos.
Vuelve, Pedro, a apoyarse en unos actores en permanente estado de gracia para sostener esta historia. Antonio Banderas, misterioso, muy contenido, despojado de cualquier tic facilón, le otorga a su personaje toda la frialdad para resultar creíble. Elena Anaya, más bella que nunca con máscara o sin máscara, en medio de una gran desenvoltura física, despliega los matices necesarios para que su difícil personaje transmita la credibilidad necesaria y demuestra que Victoria Abril, como referente necesario, es ya una intérprete clásica del cine mundial. Marisa Paredes borda un personaje escrito para ella. Es, quizá, el más siniestro de la historia: por lo que sabe, por lo que calla, que es mucho. Su monólogo frente al fuego y a esas sábanas ensangrentadas es de Goya, que ya va siendo hora de que esta mujer tenga el premio en su casa. Todos los secundarios, con Roberto Álamo a la cabeza, aprovechan al máximo su oportunidad. No quiero dejar de mencionar a la gran Susi Sánchez, que aquí le da un bocado a su pequeño trozo de tarta con la rotundidad de las actrices curtidas en mil batallas cinematográficas y teatrales y cuyos rostros dicen tanto como sus voces.
Y al final, después de todo, quizá esté algo parecido a la luz. Y respiramos.

7 comentarios:

  1. Ovidio he visto el trailer de "ventanas compartidas" y estoy deseando ver la película. No nos puedes adelantar un poco de tu film?
    Estoy ansiosa por verla, seguro que triunfas como con tus libros.
    Besos, Ana.

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  2. Ovidio, como siempre estás acertadísimo en tus consideraciones y has diseccionado con la maestría de un cirujano consumado esta maravilla que es La piel que habito.
    Yo también he quedado completa y absolutamente sobrecogida; aún me encuentro en fase de digestión de esta suculenta vianda.
    Tanto es así que he convencido a mi amigo Joan para pasarnos el día recorriendo la costa en su descapotable, nada me eleva tanto (bueno casi nada) que mi melena al viento en carreteras viradas mientras mi cerebro sigue deleitándose en un libro recién terminado, en una película a cuyo estreno asistí, una ópera en el Liceu...
    en un rato nos iremos, y recordaré también una de estas frases "...con máscara o sin máscara, en medio de una gran desenvoltura física..."
    genial
    Montse Grimau

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  3. siento una sana envidia cuando veo que alguien es capaz de encontrar unas palabras tan certeras como estas para expresar las multiples y tremendas emociones que ha generado en mi esta película
    ¡bravo Oviedio!

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  4. Tus relatos tambien son como "ese puñado de arena que una inquieta ráfaga de viento arrastra hasta nuestros ojos"
    me ha gustado mucho. Gracias OP

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  5. Me encantas Ovidio, me pareces tan masculino...
    Fran P.

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  6. Reseña esperada.Después de ver la de el periódico global(Carlos Boyero "carga" de nuevo sus tintas contra Almodóvar)sólo quedaba saber tu opinión...En cuanto se estrene aquí en México iré a verla. Gracias.

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  7. Ya está nominada al Óscar...Deseémosle lo mejor a Pedro Almodóvar.

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