domingo, 29 de marzo de 2020

Carmen de Mairena

Supongo que no soy la única persona que cuando Carmen de Mairena salía por televisión veía más allá de aquel personaje excesivo, deslenguado, ordinario. Veía el camino recorrido hasta llegar allí, bajo los focos que la convertían por unas horas en lo que siempre había querido ser: una artista. Y allí, bajo los focos de aquel plató convertido en circo, lo era, con sus limitaciones y extravagancias, pero lo era. Y no veía, más allá de las lentejuelas del personaje y la peluca roja que remitía a la Montiel, un camino fácil. ¿Os imagináis lo que tuvo que ser aquel trayecto durante los años más  grises de una dictadura y también durante los años posteriores? (Su trayecto y el de tantas personas como ella). Es sencillo imaginarlo, por poca sensibilidad o capacidad de ponerse en la piel ajena que se tenga. El precio de la libertad, de querer ser uno mismo, de hacer lo que te salga del coño (por utilizar sus propias palabras) en todo momento. Y eso, para mí, dejando a un lado cualquier valoración artística, merece un aplauso. 

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