jueves, 7 de junio de 2012

Escribir para niños

El trabajo está terminado. Qué difícil es en algunos casos dar con el tono de las cosas, de las historias. Sobre todo, de esas que, en principio, nos resultan ajenas. Escribir libros para niños, por ejemplo. Qué admirables me resultan las personas que lo hacen bien. El lenguaje, el tono, el fondo... Todo debe ser sencillo, fácil de entender para un niño de ocho o nueve años, pero no estúpido, simple o ñoño. Todo cambia con respecto a la otra literatura, la de adultos. Tenía, desde hace meses, muy clara la idea, el personaje principal y los secundarios, las situaciones. Lo complicado me resultaba tirar del hilo, adaptar esa historia para la mente de un niño, hacerla verosimil, cercana, apetecible. Ah, tirar del hilo. Ahí está la clave, el hallazgo. Como siempre. Después, al tener la historia tan clara en la cabeza, las cosas van solas. La magia de la literatura, ese milagro. Las palabras que salen, que vuelan hacia el espacio en blanco de un modo casi inmediato. Escribir es subir a las nubes, atrapar las palabras adecuadas y traerlas de nuevo aquí abajo: algo así dejo escrito Truman Capote, aquel genio. Creo que lo he conseguido. De repente, casi de un modo mágico, aparece el hilo por el que debes tirar. Encuentras una pista y tiras y tiras, y el hilo parece que se deslizase solo. No sirve con tener las ideas y los conceptos claros en la cabeza: hay que plasmarlos en el papel o en la pantalla del ordenador. Darle forma a la historia, crear un mundo, hacerlo apetecible para ese niño que está ahí, que escucha, que observa, que ya pregunta a los mayores y se pregunta a sí mismo las cosas, algunas cosas. Todas las cosas. Cómo son esas cosas o los motivos por los que son realmente así. O los motivos -cuando lo pensamos, ya de adultos- por los que nos complicamos la vida en tantísimas cosas. Cuántos misterios rondando por la cabeza de un niño. De ese niño que, en algún momento, leerá lo que acabo de escribir (espero). Inocentes misterios aún. El tiempo irá despejando unas dudas y complicando todas las demás cosas, ya lo sabemos.
No fue un trabajo fácil. Pero ya está hecho. Ahora, como siempre, es turno de esperar. Una vez más.

2 comentarios:

  1. Lo sencillo lleva consigo siempre lo difícil, pero la satisfacción que deja el trabajo bien realizado, anula cualquier página o pantalla de ordenador que al principio estuvieron inexorablemente en blanco.

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  2. El reto supremo ante el juez más implacable;el niño. Aquí no valen subterfugios,éxitos pretéritos o reputadas famas. A un niño jamás se le puede engatusar;o le gusta de verás lo que lee o te descalifica de inmediato con una mueca inapelable.El salto mortal sin red.Confío en que le hayas dado en la tecla correcta(hay muchos indicios y argumentos para que así haya sido).Enhorabuena por esta nueva andadura Ovidio.

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