jueves, 14 de abril de 2011

Maneras de estrella

La otra tarde, después de ver la última película de Catherine Deneuve, me acordé de ella. Loli tiene algo de Catherine, como tiene algo de Marilyn Monroe y de Sara Montiel, a las que, como es lógico, dada su entusiasmo por el cine clásico, adora. Loli no es de mi familia directa, sino que pertenece a ese grupo de personas que uno decide con absoluto convencimiento que formen parte de su familia real, de esa con la que mantiene toda clase de filias y complicidades. La verdadera familia es la que formas tú con quien tú libremente decides. La que está ahí, aunque no te veas todos los días ni todas las semanas, en lo bueno y en lo malo. La que respeta tus decisiones, la que aconseja, la que no juzga. Loli y su familia estuvieron en mi boda con Íñigo, hace casi un año ya, que es más de lo que puedo decir de algún miembro de esa familia que me fue impuesta, que no asistió por el puro prejuicio que aún tienen algunas personas al ver a dos personas del mismo sexo casarse. Ella y su marido eran amigos de mis padres antes de que ninguno de nosotros, sus respectivos hijos, hubiésemos nacido. La amistad perduró en el tiempo y se afianzó. Con Loli siempre tuve (y sigo teniendo) esa complicidad especial que uno mantiene con los buenos amigos. Una parecida manera de ver las cosas, de entender el mundo, de estar en él. El amor por el cine y la admiración por sus mujeres maravillosas, por esos actores -con Marlon Brando a la cabeza- que ya no existen, por los buenos vinos (también por los espumosos, llegado el caso), por las ciudades alejadas de la nuestra y por la buena vida. Disfrutamos tanto cenando en un buen restaurante como dejándonos seducir por una buena película en pantalla grande, que es donde se deben ver las películas. Todas aquellas películas que veíamos en los cines al lado de nuestras casas, tantas tardes. Y que luego comentábamos, aún emocionados, con esa emoción única que es patrimonio de quien ama el cine profundamente, delante de un vino o de una copa de champán. Siempre en los bares, con ganas de lucirnos y de estar ahí, alternando. La casa siempre se nos caía encima, y nos sigue cayendo, qué le vamos a hacer. Danos una calle, una barra y una charla y somos felices, tampoco es pedir tanto, ¿no?
A mucha gente, entonces, le parecía raro que ella, algunos años mayor, y yo tuviésemos aquella amistad. Una mujer casada y un chico joven. Como la señora Robinson y aquel muchacho que siempre permanecerá en nuestra memoria con la cara de Dustin Hoffman, pero sin tensión sexual ni deseo de por medio. Alguna gente, ya se sabe, sacándola de sota, caballo y rey, nada tienen que hacer. La edad ni el sexo no son obstáculos para que dos personas tengan un universo de cosas en común. Una amistad. Parece una obviedad decirlo a estas alturas, pero parece que aún hay que hacerlo.
Loli, con su carácter abierto, risueño, con un sentido del humor muy peculiar. A mí me hace mucha gracia ese sentido del humor, tan asturiano, por un lado, lleno de refranes que vienen de su madre y de las mujeres de su familia, y tan cosmopolita por el otro: todo ello mezclado con los sueños de visitar con frecuencia París o de conocer a Warhol y su universo. A Warhol le hubiese encantado Loli, no me cabe la menor duda. Como a ella le hubiese encantado asistir a alguna de las fiestas de Andy, en el Studio 54 o donde fuera. Hace unos años, estuvo enferma, muy enferma, y yo no pude estar a su lado tanto como hubiese deseado porque también lo estaba, la depresión es una de las peores enfermedades que a uno le pueden tocar. Y hasta el punto que puede llegar esa enfermedad sólo lo sabemos los que pasamos por ello y los (pocos) que estaban constantemente ahí, a nuestro lado. Ahora vuelve a estarlo. Algo pasajero, aunque igualmente latoso. Por eso hoy quiero recordarla (y recordárselo a ella) como es: risueña, de carácter abierto, con ese amplio sentido del humor. Y con aquel mono de lentejuelas que se puso una Nochevieja (para tomar una copa en algún pub de esta ciudad con la misma naturalidad con la que Liza Minnelli hubiese sacado uno parecido del armario de su madre, la gran Judy Garland: ésa, la naturalidad, y echar a la espalda lo que los demás piensen de esa naturalidad suya, son otras de las virtudes por las que adoramos a Loli), con mucha purpurina en su pelo rubio y en el escote, y que, por un momento, con todo aquel glamour a cuestas me hizo parecer que sí, que, juntos -juntos y diferentes, y orgullosos de ambas cosas-, estábamos a punto de entrar en una de las fiestas de Andy Warhol, en el Nueva York de los ochenta, en el Studio 54 o donde fuera.

2 comentarios:

  1. Loli es mi madre. Pero yo soy muy distinta a ella. He salido a mi padre, más discreta, qué se le va a hacer. A veces le recrimino que se ponga tanto anillo o que vaya con determinada ropa que me parece demasiado llamativa. Hoy, leyendo lo que Ovidio ha escrito, me he parado a pensar que soy yo la que está equivocada y que ella tiene que ir cómo le gusta, cómo se siente cómoda y con esa naturalidad a punto de entrar en el Studio 54 o en un café de Valentín Masip.
    En cuando a Ovidio, ese amigo de la infancia y la complicada adolescencia que, curiosamente para mucha gente, conectaba más con mi madre que conmigo porque, como él dice, no es cuestión de edad sino de gustos comunes, quiero decirle lo mucho que me ha emocionado su relato y que estoy muy orgullosa de que seamos familia.

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  2. La familia directa,la biológica,nos llega impuesta,como muy bien dices.La familia real tiene que ver más con los afectos,las vivencias,las afinidades...En tu caso,además,encontraste una suerte de alma gemela que nada tiene que ver con convencionalismos,protocolos o esquemas sociales;Loli."Dios los cría y la vida los junta".Las grandes amistades no se buscan...se encuentran.Hoy te toca a ti hacerle saber a Loli que estás para ella(para cuando pueda salir de su depresión;para acompañarla en el doloroso camino de salida).Sabemos que sólo se puede salir cuando se supera en terrible soledad esta situación.Será difícil pero Loli tendrá a Ovidio para restaurar los daños y para acompañarla siempre.Un abrazo

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