Tantas noches, tantas, leyéndola. Hasta que la voz, enfadada y soñolienta, de mi padre atravesaba la casa para decir que ya estaba bien, que ya eran horas de ponerse a dormir, que al día siguiente había que ir al colegio, o la luz del nuevo día asomaba tímidamente por las rendijas de la persiana. Tantas noches, tantas, sumergiéndome en aquellas historias tiernas, crueles, estremecedoras, repletas de fantasía, delicadeza, desbordantes de imaginación y lirismo. De "Pequeño teatro" a "Paraíso inhabitado", esa obra maestra. Las historias de la Matute, como decíamos, como decían. La Matute, así, sin el nombre, como se denomina a las grandes actrices, a las actrices de verdad, de cine o de teatro, o de ambas cosas, de aquí y de allá, de Madrid, de Londres, de París, de Argentina o del mismísimo Broadway, las que, con su trabajo y su inmenso talento, han conseguido que las llamemos así, por el apellido, despojándolas del nombre. La Maura, la Redgrave, la Deneuve, la Membrives, las Hepburn... La Matute, hoy, al fin, recibe el Cervantes, el gran premio de las letras españolas. La Matute se merece este premio y todos los demás que vengan: el Nobel, un suponer. Por su literatura, evidentemente. Y también se merece el aplauso, el más fuerte, el más sonoro, el más encendido, por esa literatura de primerísimo orden, evidentemente, y por esas palabras tan suyas, refiriéndose siempre a sí misma como una niña rara, diferente, muy imaginativa, a la que no le gustaban las muñecas ni se sentía identificada con las otras niñas, esa niña con ganas de jugar con las palabras, extraña en este mundo, en el mundo de los adultos, con las que muchos de nosotros, sintiéndonos identificados con ellas, con sus palabras, nos encontrábamos menos solos, menos diferentes, hasta que la voz, enfadada y soñolienta, de un padre nos obligaba a dormir o la luz del amanecer entraba por las rendijas de aquella vieja persiana que no cerraba del todo.
Yo recuerdo que leía bajo las sábanas con una luz "desmontable" de un camerino de muñecas que había heredado de alguna prima para que mis padres no me pillaran. En mi casa se prohibieron los libros en la cocina, hasta leía mientras comía, no te digo más.
ResponderEliminarEs gracioso recordar todo esto ahora, leyéndote. Gracias por las palabras y por los recuerdos despertados :).
Es tan, tan, tan merecido este reconocimiento que le haces a la espléndida Ana María Matute, Ovidio, como el premio Cervantes. Solo me atrevo a hacerte llegar una mínima observación, que no crítica, ¿no te parece que deberíamos desterrar del castellano ese artículo antes del nombre o apellido de nuestras mujeres, escritoras, actrices, cantantes, bailadoras, ministras...? ¿no crees que es un reducto en el lenguaje del machismo y del patriarcado, una manera de encumbrarlas con cierto demérito? Nunca se aplica ese artículo fatídico a los hombres brillantes, no caben en las loas periódisticas o animadas conversaciones de café o taberna, no hay costumbre de decir El Millás, El Rabal, El Banderas, El Mouriño o El Zapatero. Sólo me viene a la cabeza algún ejemplo del mundo taurino, como El Litri, pero más para apodos o de modo arcaíco o barriobajero. En fin, para concluir, prefiero que nuestras mujeres reconocidas no lleven artículo, o lo propongo modestamente. No quiero parecer altiva, pues no era mi intención más que felicitar a Ana María y felicitarte a ti por tus generosas y acertadas palabras. Se nota que llevas la literatura en las venas y eso es lo que importa. Leer todo lo posible a nuestras escritoras españolas y poblar lo asientos de la real academia de voces femeninas, que ya es hora. Gracias
ResponderEliminarPues creo que no es machismo. Al menos, no para mí. Creo que es, pese a que con los hombres, como bien dices, no se use del mismo modo, un reconocimiento. Es como decir: La Matute o la Maura, sin el nombre, cuidado estamos ante palabras mayores. Palabras que vienen a decir: un respeto. Un respeto grande por la mujer, por la trayectoria de esta mujer. Yo creo que habría que darle la vuelta y empezar a llamar a los hombres que se lo merecen así. Me parece, ya te digo, un acto de absoluta admiración. Creo que es algo bonito.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y por tus comentarios. Gracias de verdad.
Qué detallista eres, Ovidio, tomándote la molestia de contestarme. No esperaba tanto. Bueno, tu propuesta es otra opción también igualmente igualitaria y válida. A ver si tiene eco tu propuesta y en tus próximos reconocimientos, que los habrá, se refieren a ti como El Paredes. Es muy importante cambiar o influir en la sociedad aquellas personas que tienen, que tenéis, el poder para hacerlo. Ánimo y gracias otra vez.
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