miércoles, 31 de marzo de 2010

Ricky Martin

Qué importante me parece que personajes públicos -personajes que, nos gusten o no, aportan algo al mundo de la música, del cine, de la literatura, de la política: personajes que hacen algo, no meros famosillos de esos que ahora abundan tanto y que no hacen más que empañar las televisiones con su vulgaridad y su cutrerío vocinglero- declaren públicamente su homosexualidad. Son más bien pocos los que se animan a hacerlo: con clase, con elegancia: diciendo aquí estoy, soy así y no pasa nada. Terenci Moix, Nacho Duato, Jodie Foster, Jesús Vázquez, Ricky Martin. (Las chicas, a este respecto, suelen ser más tímidas). Supongo que las presiones de los dirigentes, de todo el entramado empresarial y publicitario que tienen detrás no se lo debe poner demasiado fácil. Hay siempre importantes cuestiones económicas de por medio. Por eso aplaudo doblemente su actitud. Sigue siendo necesario que la gente de la calle, mucha de esa gente que nos cruzamos cada mañana y que sueña con ver a sus artistas en directo, se dé cuenta de que hay homosexuales en todos los ámbitos de nuestras vidas. Y que no pasa nada, que siguen siendo igual de buenos o de malos artistas, de buenos o malos políticos, de buenas o malas personas, de listos o de tontos; que la homosexualidad es una opción más, la suya y la de muchos otros seres anónimos que están ahí, ocultos, temerosos de decir la verdad, su verdad, de vivir sus vidas plenamente, por miedo al rechazo, al insulto, a la indiferencia. Es triste, pero sigue siendo así. Se ha avanzado mucho, es cierto, en cuestiones de derechos y de respeto a pie de calle, pero aún queda mucho -mucho- camino por recorrer. Aún hay padres que dejan de hablar a sus hijos cuando éstos reconocen su homosexualidad. Qué cansancio. Sólo por eso: por tener una sexualidad diferente a la de la mayoría. Gente mayor y gente joven que aún piensa así, que aún actúa así. Homofobia pura y dura, más o menos encubierta, más o menos declarada. Que pierde a sus hijos o a sus hermanos o a sus amigos por su necedad, por sus mentes cerradas, por su incomprensión, por querer erigir su verdad en absoluta. Y es triste, muy triste. Y muy lamentable. Porque ese tiempo perdido, desgraciadamente, no regresará jamás. Y el daño ya está hecho.

1 comentario:

  1. Ojalá todo el mundo gozase del valor para decir abiertamente lo que es y lo que piensa. Vamos poco a poco entre todos y eso es más que nada.
    Felicidades por el escrito!!! Un beso.

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