domingo, 26 de junio de 2011

Las flores y los penes

La fotografía con la que se abre la exposición es la de una mirada, la suya. No podría asegurarlo, pero me imagino que en esa fotografía, la de la mirada, Robert Mapplethorpe ya estaba enfermo. Refleja cierto cansancio, cierta tristeza, cierto abatimiento. Esos ojos claros y melancólicos. Los ojos de Robert Mapplethorpe, el fotógrafo que murió a causa del sida a los 42 años y que escandalizó a buena parte de la sociedad -siempre tan fácilmente escandalizable, por otro lado- con sus magníficas fotografías de desnudos masculinos, los sexos prominentes por bandera. Fuera los armarios que quieren ocultar la verdadera naturaleza de las cosas. Ahí están ahora, después de sus ojos, algunas de esas flores y de esos penes de generoso tamaño (de hombres negros en su mayoría), en esa exposición que ha sido seleccionada por la mirada del cineasta Pedro Almodóvar. Las fotografías de Mapplethorpe son, pese a las posturas de algunos, mucho más poéticas que eróticas. Muestran, de una manera desafiante y rotunda, la postura de un hombre homosexual que quiere mostrarnos con orgullo el objeto de su deseo. Tal cual. Los hombres desnudos, sus penes exhibiéndose con absoluto descaro -nunca exento de poesía, repito-, desafiando a la cámara y al resto del mundo. Casi al mismo tiempo que vemos en Madrid esta exposición, leo la biografía de Patti Smith, "Éramos unos niños", que puede considerarse, a su vez, la del propio Mapplethorpe. En ella cuenta cómo se conocieron, cómo congeniaron desde ese primer instante, cómo empezaron a dedicarse al arte y a depender uno del otro. No tenían un duro, tenían que realizar trabajos alimenticios, mal pagados, que les consumían muchas horas al día. Si compraban los lápices necesarios para dibujar (los dos empezaron dibujando), tenían que prescindir de una de las comidas de la jornada. No importaba. Estaban llenos de ilusión, de creatividad, de entusiasmo por la vida y por el arte. Ah, el arte y el hambre. ¡Cuántos ensayos se podrían escribir sobre eso! Sus vidas se juntan y se separan, pero esa unión poderosísima que hay entre ellos jamás desaparece. Lo que viene después, es bien conocido, pero no conviene olvidar esos duros comienzos. Patti y Robert caminando por las calles de aquel Nueva York de principios de los años setenta, buscándose la vida, observándolo todo con los ojos fascinados de quienes aún tienen pocos años y están alerta. La vida por delante. Los temores de ella cuando él se adentraba en los rincones más sórdidos de la ciudad. El proceso de aprendizaje, de conocimiento, de búsqueda. Los miedos y las contradicciones. "Nueva York es una urbe auténtica, furtiva y sexual", escribe Patti. Y él, Robert, no estaba dispuesto a mirar hacia otro lado. Todo eso estará después ahí, en sus fotografías: en las de esta exposición y en las del resto de su obra. El lado oscuro también puede volverse luminoso. Sólo depende de la mirada que lo refleja y de la mirada que lo observa. "¿Adónde conduce todo? ¿En qué nos convertiremos?". Esas eran las preguntas de aquellos dos jóvenes que pasaban hambre, que escuchaban a los Doors (una y otra vez el mismo disco, el que tenían) y que leían obsesivamente a Genet y a Rimbaud. Las preguntas que todos nos hacemos. El comienzo del viaje. El tiempo, como siempre, se encargó de revelar las respuestas.

2 comentarios:

  1. Solo salen penes negros o también los hay chinos?

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  2. Pues yo soy más de generoso rabo que de producto nacional,,, y que me quiten lo bailao...
    Marián

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