De Gran Vía al parque del Retiro, camino de la feria del libro, bajo un poderoso sol que nos reconforta tras numerosas semanas de frío, lluvias y humedad en el norte, pienso en Carmen Martín Gaite, tan admirada desde la adolescencia, que era una de las presencias fijas año tras año. Ahora, en el medio de las casetas, hay un pabellón que lleva su nombre. Al poco de llegar, una joven pareja con un bebé en su silla pasa por nuestro lado. Él le dice a ella: Creo que este año viene Carmen Martín Gaite. Así estamos. Hay, en la feria, todo tipo de gente. Personas, como ese muchacho que piensa que vendrá a firmar una escritora que murió hace más de diez años, y otras, en su mayoría, interesadas por la literatura. Ahí estamos nosotros ahora, haciendo cola para que Elvira Lindo nos firme su espléndida colección de artículos, "Don de gentes". Elvira, tan cercana y cariñosa como siempre, con esa sencillez que poseen las personas con verdadero talento, nos estampa una dedicatoria preciosa. Recorremos todas las casetas, una por una, para tocar, hojear, acercarse a los libros, una y otra vez, como una especie de rito necesarísimo. Al día siguiente de esa mañana, alrededor del mediodía, firmo ejemplares de "El extraño viaje", ese libro que tantas satisfacciones me está dando y que tanto me está haciendo viajar, conocer a los lectores, acercarme a ellos. Vienen algunas personas que conocí a través de facebook, esa red social que ha añadido nuevas variantes a la manera de conocer gente, de hacer amigos. Sin facebook, no hubiese conocido a muchas de las personas que ahora conozco. Gente reconocible por todo el mundo y gente anónima, la que ahora se acerca a la caseta donde me encuentro para comprar mi libro o, con él ya leído, para que se lo dedique. Lucía, una de las profesoras que utiliza textos de "El extraño viaje" para trabajar con sus alumnos, es una de ellas. Algunos me hablan del artículo que Maruja Torres publicó en EL PAÍS sobre él y las ganas que tienen desde entonces de hacerse con uno. Me conmueve especialmente un hombre de unos sesenta años que se acerca con ese artículo recortado. Lo saca de la cartera y me lo muestra. Me dice las ganas que tiene de leerlo y de conocerme. Y, dentro de esa caseta donde me encuentro, vuelvo a pensar en Carmen Martín Gaite y en todas esas otras mujeres que llevo admirando desde la juventud y que, ahora, están ahí, firmando a escasas casetas de la mía. Pienso en Elvira Lindo (la gente de la distribuidora me cuenta que, gracias a su prólogo, una famosísima cadena de librerías, quiso incluirlo en su catálogo), que tanto ha hecho por este viaje. Y en Maruja, claro, tan sabia y generosa. Y ahora, días después, en esta mañana plácida cercana al verano, con el rumor del mar a escasos metros de la terraza en la que me encuentro escribiendo (Llanes, otra vez, como refugio), pienso que, pese a lo complicado que resulta todo, el viaje, a ratos tan extraño, está mereciendo la pena.
Me alegro muchísimo que la experiencia en la Feria del Libro de Madrid haya sido un éxito.
ResponderEliminarMe alegro de que tus fans te hayan ido a conocer, a ver, a tocar, de que hayas dejado de ser para ellos un escritor virtual...
Me hubiera gustado estar allí para que me firmaras, otra vez será.
Qué tal Montse?
Qué suerte el solecito por fin despertando nuestros cuerpos aletargados después de este largo invierno en Asturias. Ya ves aquí nada de buen tiempo... por ahora.