lunes, 8 de marzo de 2010

Otra mujer trabajadora

Nati tiene la voz de las mujeres que han vivido mucho y fumado mucho (tabaco negro, para ser exactos). El pelo de oscuro color ceniza, los ojos inquietos, la mano dispuesta siempre a hacer algo, cualquier cosa, la que sea. Nati es de esas mujeres que no puede parar, que no sabe estar quieta: la mente en constante ebullición, el cuerpo siguiendo los dictados de esos pensamientos, puro nervio en continuo movimiento. Nati viene dos tardes a la semana a limpiar la librería, lunes y jueves. El resto de la semana, desde antes del amanecer, se ocupa de oficinas, naves, cárceles, lo que toque ese día. Me gusta hablar con ella. Detrás de ese trabajo, de su voz bronca, de su parecido físico a Marisa Paredes antes de que Almodóvar la rescatase de los teatros más underground y la aupase al estrellato que merecía, hay una mujer realmente interesante. No cabe duda: toda mujer con un pasado revuelto es una mujer interesante. Y está un poco loca, que es como hay que estar para no volverse loco de remate. Nati es mucho más que ese trabajo que, por esas cosas del destino, viene ejerciendo en los últimos tiempos. Ha estado en muchos sitios, arriba y abajo; ha conocido a mucha gente, gente de todo pelaje y condición. Sabe lo que cuestan las cosas. Y valora ese precio. Valora, sí, cada minuto de la vida porque ella, la vida, es lo único que tenemos. Así de simple. Y no merece la pena complicársela con malos rollos ni tonterías. Eso, Nati, lo tiene muy claro. A veces, ya casi a última hora de la tarde, con las luces ya bajadas, le pongo la canción de Celia Cruz que más le gusta, La vida es un carnaval, y salimos bailando -¡le encanta bailar!: y además lo hace muy bien, su cuerpo fibroso es ideal para ello- de la librería. Nati es mucha Nati. Todo un carácter. Una buena persona. Una amiga. Por eso, en este día internacional de la mujer trabajadora, le dedico estas palabras, mientras, a mis espaldas, casi puedo escuchar sus sonoras carcajadas. Esas carcajadas -tan necesarias siempre- con las que enfrenta los días. Y la vida, que, como bien sabemos, no siempre es un carnaval.

1 comentario: