jueves, 22 de octubre de 2020

César Inclán escribe sobre La noche se detiene

"Presiento que hay un antes y un después de la pasada noche, y ese después comienza ahora mismo. Quiso pues el azar o la casualidad que ayer terminara de leer la nueva novela de Ovidio Parades titulada "La noche se detiene", ya que esa jornada otoñal se daba la curiosa y feliz coincidencia de que el escritor asturiano celebraba su 49 cumpleaños.

La novela, cual si fuera una obra de teatro, se divide en tres actos titulados "En el taxi", "El corazón del sábado noche" y "Domingo todo el día" (tengo para mí que en las páginas de este último acto se encuentran tal vez algunos de los mejores momentos en la trayectoria como narrador de Ovidio Parades), un libro en el que se busca siempre la palabra más adecuada y donde se hace palpable la sutileza o la fiereza de ese lenguaje, de esas palabras que son tan poderosas como algunos silencios,, con unas descripciones minuciosas dibujadas casi a flor de piel y francamente logradas en no pocos momentos.
Sin desvelar de la trama más de lo necesario, la obra es una sentida reflexión sobre la vida y la muerte en un viaje al fin de la noche (Julia, la protagonista, cuida a una mujer mayor llamada Milagros en una pequeña ciudad de provincias cualquiera), una novela que de alguna manera es una mirada al presente y también al pasado a los acordes de una hermosísima canción de Tom Waits y en la que se nos muestra toda la poesía de una juventud que nunca se ha ido del todo cuando el oficio de Ovidio Parades aparece ante nuestros ojos del mejor modo.
Y no resulta desde luego sencillo, como Julia expresa en uno de los momentos más bellos y hermosos de este libro, hablar de una misma en dos tiempos, el pasado y el presente, un recuerdo melancólico de otro tiempo o incluso un remolino que no se olvida ya que la vida siempre, siempre, es demasiado corta cuando pensábamos en aquel instante que teníamos toda la vida por delante".

César Inclán, periodista


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