miércoles, 27 de junio de 2018

Recordando a la Matute

Abrir de nuevo los libros de Ana María Matute es regresar al mundo de la infancia, de la adolescencia, de la belleza y de la crueldad. Al mundo del tiempo azul y de los tiempos negros. A esas luces que, trémulas, iluminan una parte de la noche, y son faros y son preámbulo de sorpresa y de misterio, según el instante de la narración. Volver a esos libros es descubrir otra vez la vida en toda su extensión y complejidad, contada, eso sí, de un modo tan sencillo como poderoso, como si alguien nos narrase un cuento donde las piedras y los abrazos se sucedieran y confundieran a su libre albedrío, casi de una manera mágica e imprevisible. Volver a esos libros es regresar a todas las edades que hemos tenido. Es, también, adentrarse en la edad actual como si uno, como todo su bagaje, se adentrase en un bosque frondoso y liberador, que es, con sus variaciones, como nos enfrentamos a la vida, cada mañana.

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