sábado, 16 de junio de 2018

Cafetería San Francisco

La cafetería San Francisco es uno de esos pocos lugares que sigue conservando en esta ciudad la decoración de finales de los 70. Las paredes, la barra, el suelo, las lámparas... Se resiste a las reformas y ahí, a mi modo de ver, reside su encanto. Ahí, y en la estupenda comida que sirve, lógicamente. Comer un plato combinado allí es retroceder treinta y pico años atrás, verte sentado en una de esas sillas cuando los pies apenas te llegaban al suelo y escuchando las explicaciones de tu madre sobre cualquier asunto de la vida, comiendo un plato combinado, merendando unas tostadas con mantequilla y mermelada o un bocadillo de calamares, después de volver del médico (por ejemplo). 
Todos estos lugares van despareciendo porque los cierran o los convierten en franquicias de medio pelo. Ojalá esta cafetería aguante muchos años. Porque, comida al margen, constituye una especie de refugio donde la memoria se mantiene a flote, ofreciendo todas esas estampas que conforman lo que somos a día de hoy. 

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