martes, 22 de octubre de 2013

Cuatro años escribiendo aquí

Hoy no tenía pensado escribir nada en el blog, pero me he dado cuenta de que hoy, precisamente hoy, veintidós de octubre, se cumplen cuatro años desde que empecé a escribir aquí. Cuatro años en los que he ido llenando este espacio en blanco de todo aquello que me interesa: el cine, el teatro, la literatura, la música, la pintura, la fotografía, el arte, la vida... La propia y la de los que me rodean, y la vida de esas personas ajenas que pasan por nuestro lado, a su aire, distraídamente, mientras paseamos o tomamos una copa de vino tinto en un café y fumamos unos cuantos cigarrillos (que no hay manera de dejarlo), en invierno o en verano. La vida real y la vida imaginada. El cuento de nunca acabar, que diría Martín Gaite en aquel magnífico ensayo. Que ya no sabe uno dónde empieza una y acaba la otra. Hay una canción -preciosa y melancólica- de la gran Marina Rossell titulada "Ha llovido" (escrita por Pedro Guerra) que viene como anillo al dedo para este día. Ha llovido, sí, ¡cuánto ha llovido desde entonces! Cuatro años. ¡Cuántos hilos han ido uniendo estas palabras que suelo escribir a primera hora de la mañana! ¡Cuántas amistades nuevas, cuántos nuevos lectores! (Mi gratitud hacia todos los que siguen este blog, hacia todos los que compran mis libros o van a las bibliotecas públicas en su busca). Cuatro años en los que he publicado otros tantos libros, en los que me he casado, en los que alguna gente se ha quedado en el camino (aligerando el equipaje, que vale más estar solo que mal acompañado y hay traiciones tan tremendas que resulta hasta ridículo explicarlas) y en los que la crisis se ha ido afianzando en nuestras vidas como en la de tantísimas otras personas de todo el mundo. Parecen pocos, pero cuatro años son suficientes años para que pasen muchas cosas. Muchas historias, muchos anhelos, muchos miedos, muchos desvelos, muchos proyectos. Muchas tardes en los cafés, en los cines, en las librerías, en las bibliotecas, en los teatros, en las calles (que callejear sigue siendo uno de nuestros placeres favoritos, incluso bajo el frío o la lluvia). En ciudades de este país y de otros países. Muchas noches en hoteles de esas ciudades a las que esperamos volver pronto como ese viajero que las visita por vez primera. Mucha complicidad. Muchas madrugadas al lado de la ventana, escribiendo. Viendo películas antiguas que tienen mucha más vigencia que muchas de las actuales; leyendo; pensando; planificando; montando y desmontando ideas; peleándose con los vaivenes del destino, con sus caprichos. Observando el movimiento de las sombras que se mueven al otro lado y de las sombras que no lo hacen, que no se mueven. De todo ha habido. Y aquí seguimos. Y aquí sigo. Risas y satisfacciones. Y también algunos momentos donde el reverso de esos conceptos mostró toda su intensidad. El lado menos amable. El más cruel. Ah, la vida. Nadie dijo que las cosas fueran fáciles. Sin embargo, la lucha continúa. Las luchas en las que uno cree siempre deben continuar: hasta el final. No queda otra. Y casi mejor vamos a seguir haciéndolo con una carcajada. La de Charo López, sí, en aquella obra de teatro. La de Samuel Beckett, que tantas veces he recordado aquí mismo: "Riendo salvajemente en medio de la más tremenda aflicción". Eso dice Charo. Eso dice Beckett. Riendo y escribiendo. Leyendo y escribiendo. Viviendo y escribiendo. Haciendo los tramos oscuros más llevaderos. Contando la vida. Intentando explicárnosla a nosotros mismos, qué lío. Aunque, a veces, todo eso suene demasiado complicado. Y volvamos a empezar, atrapando la palabra más sencilla, despojada de todo aderezo, como nos gusta. Llenando espacios. Llenándolos de palabras. Aquí, en este blog, donde llevo cuatro años escribiendo. Y en otros espacios en blanco, donde llevo escribiendo desde que era un niño. Cuentos, novelas, reseñas, artículos, relatos... Y algún poema que no pienso enseñar a nadie. Escribir siempre y en todo lugar, como dijo Marguerite Duras. Escribir. Cuatro años escribiendo aquí. Y parece que fue ayer. Cuatro años escribiendo aquí y aún te siento, silencioso, mirando de reojo las palabras que van surgiendo antes de que nadie alcance a leerlas.

3 comentarios:

  1. Cuatro años viviendo, cuatro años compartiendo, cuatro años de dulce romance con los lectores, cuatro años contando historias,... Ovidio el contador de historias, el narrador de sueños, el inventor de vidas... Un beso

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  2. Felicidades sinceras por los años. Yo leo sus escritos directamente al correo. Porque decidí después de leer varias entradas suscribirme directamente. No he leído ninguno de sus libros, pero si algún día encuentro uno en México, lo compraría. Soy un estudiante que sueña con ser escritor, sus publicaciones me llegan todos los días como un incentivo para seguir escribiendo. Felicidades!

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  3. Hoy he descubierto el blog y me gusta. Me he suscrito, espero seguir leyendo y aprender.
    Un saludo.

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