sábado, 13 de noviembre de 2021

Mejor parecer que estamos en un musical

Tengo que poner la vacuna de la gripe. Pido cita. Y ahora estoy ahí, nueve y veinte de la mañana, esperando a que las enfermeras terminen con las analíticas y se incorporen para esta función. Una mujer me dice que empiezan a las diez menos cuarto. Que espere en la calle. Soy el primero de la fila. Miro el móvil. Llega un hombre y empieza a darme conversación. Como siempre trato de que se imponga el buen humor cuando visito hospitales o centros de salud, le sigo el juego. Es simpático. Tiene prisa, dice con resignación. Todos tenemos prisa. O más bien, ganas de irnos de estos lugares lo antes posible. Como me cansa un poco la conversación (monólogo ya) del hombre, miro de nuevo el móvil y pienso que si estuviese en un musical, cosa que casi siempre pienso cuando tengo que acudir a estos lugares, sería el momento de ponerme a cantar. El hombre seguiría hablando y yo empezaría a cantar. Incluso a bailar sin perder mi puesto en la fila. Mi idea casi siempre son los musicales de Bob Fosse. Mientras pienso en Roy Scheider y 'All that jazz' (ya sé que tratándose de este lugar no es la mejor opción, pero el 'Bye bye life' y su coreografía siempre me animan), llega una mujer con cara de pocos amigos y se pone detrás del monologuista. Intuyo que es de ese tipo de personas que busca gresca a la mínima en estos sitios. No me equivoco. A las nueve y cuarenta y dos, empieza su discurso. Que si dan cita para las diez menos cuarto, ¿por qué no abren ya la puerta? Que si las enfermeras tienen que hacer analíticas, que empiecen con esto más tarde y no mareen al personal. La escucho, pero no la miro. Me pone nervioso este tipo de gente que se pasa de quejas y críticas. Además, estoy en el musical, en cualquier musical, no lo olvido. Ahora me vienen imágenes de 'Bailar en la oscuridad'. Catherine se impone a las críticas de la mujer con cara de pocos amigos, ¡qué pesada! A las nueve y cuarenta y seis, abren las puertas, y una enfermera dice que vayamos pasando por orden. La mujer sigue murmurando no sé qué por lo bajo. Me ponen la inyección y salgo de allí casi volando. Como en aquel número de la película de Lars von Trier donde levantaban a la Deneuve del suelo porque no quería bailar. Y sigo mi camino. 

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