sábado, 27 de octubre de 2018

Llueve y Lou Reed sigue por aquí

Me levanté muy temprano y abrí la ventana. Sólo otra persona, en el edificio de enfrente, estaba en pie a esas horas. Era una mujer, cocinaba. Descubrió otra luz, la de mi estudio, y alzó por un momento la vista de su tarea. Luego, continuó a lo suyo. Sentí el frío en la cara y el sonido de esa lluvia que no ha dejado de caer en toda la noche. A ratos, cuando te descuidas, golpea el cristal de la ventana y la gata, lejos de asustarse, parece desafiar cualquier ruido que provenga del exteriorNi el frío ni la lluvia me ponen triste ya. Los años te van enseñando que sólo dos o tres cosas tienen capacidad para eso. Cuestión de supervivencia. Ni siquiera, a día de hoy, las decepciones me ponen triste. Trato de evitar ser un tipo amargado, imagino que como todo el mundo. Bebo café y escucho la música de Lou Reed, cinco años ya de su muerte. Sé que hoy no podremos beber sangría en los parques, pero tal vez consigamos un día perfecto, aunque la luz sea tan difusa y la lluvia se empeñe en ensuciar los cristales. 

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