jueves, 15 de febrero de 2018

La edad de la inocencia

No creo que tuvieran más de quince años. Ella estaba en un portal cercano al nuestro, esperando, colocándose el simpático gorrito de lana que se había puesto. Justo cuando pasé por allí, llegó él. Con una rosa en la mano. Roja. Se la dio y se besaron en los labios con cierta timidez. Todo esto de San Valentín me parece un tinglado demasiado manido y comercial. Lo que, bien mirado, dados los tiempos, tampoco está del todo mal, pero ésa es otra historia. La historia de ayer, tras presenciar esta escena, es que me fui a casa tarareando un par de canciones de Aute y de Tom Waits en las que se rememoran amores de juventud, aunque aún faltasen unas horas para las cuatro y diez. Y me sentí reconfortado. No porque añorase ningún amor de juventud ni nada de eso, sino porque me agrada cuando, en medio de tanto endurecimiento al que tenemos que hacer frente cada día dadas las variadas circunstancias que nos rodean, me recuerdan que hubo un tiempo en el que la edad de la inocencia era la nuestra. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario