jueves, 27 de octubre de 2016

En el hospital

Mi madre está en el hospital, recuperándose del infarto que sufrió el pasado lunes. Mientras unas amables enfermeras entran de nuevo en la habitación para hacerle no sé qué cosas a su cuerpo, me siento en una de las butacas de la sala de espera más cercana y echo un vistazo al Instagram de Jose Castellano. No puedo leer, no logro concentrarme, aún sigo demasiado conmocionado: sólo la visión de cosas bonitas consigue que me evada un poco. En medio de un montón de fabulosas fotografías que podrían resumir buena parte de mi itinerario (actrices, escritores, películas, escenarios, tejados...), descubro una foto espléndida de Gonzalo Juanes donde una madre camina por un parque con su hijo de unos diez años y me echó a llorar. No sé si son lágrimas de alivio o de furia. Supongo que de ambas cosas. Alguien dijo que la vida era como un día de picnic: Preparas una comida exquisita y cuando llegas al campo el sol desaparece y cuatro pajarracos te cagan encima. Sí, podría ser una buena definición de la vida. Y de toda esa mierda, sólo te salva, a ratos, el arte y ese hombre que posa su mano en tu espalda y que no dice nada porque en realidad no hace ninguna falta. 

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