sábado, 28 de noviembre de 2015

Otro recuerdo

Hace más de veinte años, cuando esta ciudad era otra ciudad, mi amiga Araceli y yo salíamos mucho. Salíamos por la mañana y llegábamos a casa al amanecer del día siguiente. Éramos modernos, sí. Pero ser modernos no significaba que no nos gustara la Pradera, como es lógico. Íbamos a sitios donde ponían músicas atronadoras y a otros sitios donde mujeres como la Pradera o como Chavela eran auténticas diosas. Adorábamos a esas diosas. Seguimos haciéndolo. Bebíamos vino y las escuchábamos. No nos poníamos nostálgicos. Eso vendría al día siguiente, tal vez con un poco de resaca (¿quién tiene resaca a los veinte años?). Canturreábamos con ellas: la Pradera, la Vargas. Qué tiempos. Esta ciudad, nos pongamos como nos pongamos, ya no es la misma. Una pena. La crisis la transformó por completo. Como a todas, imagino. La música, sí, permanece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario