martes, 27 de octubre de 2015

El don y el látigo

Hace cinco años, en la misma plaza donde hoy presento mi último libro, más o menos por la misma fecha, presentaba `El extraño viaje´. Fue una tarde memorable. Conseguimos llenar esa plaza, tan bonita como enorme. Han pasado muchas cosas desde entonces. Un mes después de aquella tarde, cercana ya la Navidad, me comunicaron que la librería en la que trabajaba cerraba sus puertas. Eso, como comprenderéis, lo cambió todo. Desde entonces, no he hecho otra cosa más que escribir. Escribir con auténtica disciplina. Suena bien, lo sé, pero las trastiendas de la mayoría de los escritores que no tienen otro trabajo o que no pueden vivir de la literatura (cuatro nombres contados pueden hacerlo, a pesar de lo que algunas personas piensan) suele ser como el rostro de los payasos cuando se retiran de las luces de la pista. Muchas sombras acechan ahí, más aún en estos tiempos. No importa (o sí). Sabemos que nos quedan las palabras y la voluntad de seguir haciendo aquello en lo que creemos y a lo que Truman Capote se refirió con aquellas tremendas palabras: cuando Dios le da a uno un don también le entrega un látigo y el látigo es únicamente para autoflagelarse. En ello estamos, señor Capote. Hoy toca salir a la pista y presentar estos cuentos a los que he dedicado casi tres años de mi vida, compaginando esa escritura con otras. Os espero: a las 20 horas, en Trascorrales. Con la mejor sonrisa: la misma que la del payaso que, bajo los focos de la pista, ofrecerá lo mejor de sí mismo: su trabajo.  

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