viernes, 31 de julio de 2015

La lluvia de verano

Sigue lloviendo. No importa. Me gusta la lluvia. La lluvia de verano, como tituló Marguerite Duras aquel libro (la historia de aquel padre y de aquella madre que leían libros que robaban o que la gente abandonaba en los trenes de cercanías, la historia de aquellos niños). Me gusta sentirla desde la cama, caminar por las calles agarrando con fuerza el paraguas, esquivar los charcos más profundos, sentarme bajo los toldos de las terrazas y no pensar en nada (o pensar en todo). Decía una mujer que conocí hace mucho tiempo que en Asturias el primer día de agosto es el primer día de invierno. Puede ser. Aquí ya nadie le tiene miedo a los inviernos. Ni a la lluvia, creo. Me gusta la lluvia, aunque la humedad deteriore nuestros huesos. Me gusta la lluvia, sí. Y escuchar a Marina Rossell. Cuando, como hoy, no deja de llover.

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