Estar de vacaciones es no tener que mirar el reloj, hacer lo que te apetece en todo momento, dejarte llevar a cada instante. Pasear, relajarse, leer siempre que quieras, comer, beber vino y cervezas heladas, tomar el sol, hacer fotos, muchas fotos, soñar sin que la rutina te devuelva a la dura realidad (con crisis o sin ella), bañarte en el mar, contemplarlo -majestuoso- desde lo alto de un acantilado, como ayer por la tarde hicimos. El tiempo, aunque sigue avanzando velozmente, parece detenerse durante esos días, los de las vacaciones. El día y la noche se confunden. No importa no domir durante la noche, desvelarte en mitad de la madrugada: ya se encuentra la mañana disponible para eso, las primeras horas de la tarde, cuando sea. La pereza, ¡qué maravilla!
Estar de vacaciones es acostarte tarde, simplemente cuando te apetece, dejar pasar la vida, aspirar el olor de las flores y de los árboles, escuchar el sonido de las gaviotas y el rumor tranquilo del mar entrando por la ventana de la casa, de esta casa de Llanes en la que estamos. Aquí veníamos al principio de nuestra relación, buscando un refugio, un escondite del que huir de las miradas ansiosas de cotilleo, ávidas de novedades y morbo. Aquellas visitas a Llanes, en invierno, durante dos días que se esfumaban a gran velocidad, forman parte de los recuerdos más bonitos del inicio de nuestra relación, tres años y pico atrás ya... Llanes, en invierno o verano, siempre posee su encanto. Cada estación tiene su particularidad, pero el invierno, con su bruma heladora y sus calles solitarias, sigue estando en un lugar destacado de mis preferencias. Raro que es uno.
Ahora mismo, que son las siete de la mañana, la casa está en silencio, como las calles. Las gaviotas, que vienen y van, están más alborotadas que nunca: chillan y chillan, y sus chillidos tapan el sonido de esos pájaros que se posan ahí, a un palmo de mis manos. Una fina lluvia se cuela por la ventana y se enreda con el olor de la humedad, del mar, del calor. El olor del verano que trae olores de otros veranos. Otras voces, otros ámbitos. Ahora mismo, no hay otro plan, no hay mejor plan. Cerrar los ojos y dejarse llevar. Disfrutar. Detener el tiempo, este tiempo que avanza. Llanes. Julio, 2010.
Estar de vacaciones es acostarte tarde, simplemente cuando te apetece, dejar pasar la vida, aspirar el olor de las flores y de los árboles, escuchar el sonido de las gaviotas y el rumor tranquilo del mar entrando por la ventana de la casa, de esta casa de Llanes en la que estamos. Aquí veníamos al principio de nuestra relación, buscando un refugio, un escondite del que huir de las miradas ansiosas de cotilleo, ávidas de novedades y morbo. Aquellas visitas a Llanes, en invierno, durante dos días que se esfumaban a gran velocidad, forman parte de los recuerdos más bonitos del inicio de nuestra relación, tres años y pico atrás ya... Llanes, en invierno o verano, siempre posee su encanto. Cada estación tiene su particularidad, pero el invierno, con su bruma heladora y sus calles solitarias, sigue estando en un lugar destacado de mis preferencias. Raro que es uno.
Ahora mismo, que son las siete de la mañana, la casa está en silencio, como las calles. Las gaviotas, que vienen y van, están más alborotadas que nunca: chillan y chillan, y sus chillidos tapan el sonido de esos pájaros que se posan ahí, a un palmo de mis manos. Una fina lluvia se cuela por la ventana y se enreda con el olor de la humedad, del mar, del calor. El olor del verano que trae olores de otros veranos. Otras voces, otros ámbitos. Ahora mismo, no hay otro plan, no hay mejor plan. Cerrar los ojos y dejarse llevar. Disfrutar. Detener el tiempo, este tiempo que avanza. Llanes. Julio, 2010.
LLanes desde una ventana,,,tumbado sobre la cama con la ventana de mi habitacion abierta y enfrente una maravillosa vista del Cuera ,las tres y media de la tarde en el pueblo de Llanes donde vivo ,,CUE,cierro los ojos y pienso que etoy de vacaciones que no tengo nada que hacer ni nadie a quien atender y vuelvo a mirar al frente la maravillosa estampa en silencio y derepente algo me hace volver a la realidad y pienso que maravilloso seria estar aqu realmente de vacaciones sin conocer a nadie mas que a quien tengo y deseo seguir teniendo a mi ladoo...
ResponderEliminarEn el fondo te envidio Ovi,aunque yo lo tenga a diario nunca es igual,,no es lo mismo.
Por cierto no pasastes a verme..muuu mal e? ,,
Jaja totalemtne, estar de vacacines es exactamente hacer lo que te plazca, no hay un alma por las calles porque todos se mueven de la vida ruidosa de la ciudad para pasar el verano en otros lugares lejanos junto a sus seres queridos, y los pocos que quedan están felices de tener toda la ciudad sola para ellos. Yo siempre hago costa cruceros porque los barcos me relajan mucho y me ponen de buen humor.
ResponderEliminarEspero que sea un verano memorable!
Agostina