martes, 7 de abril de 2020

Musicales

Me gustan los musicales. No todos. No todo el tiempo. 'Cabaret', del gran Bob Fosse, es mi favorito. Por varias razones. Sobre todo, por la manera tan inteligente que tiene de introducir temas muy importantes en la trama, entre canción y canción. Pienso en ellos, en los musicales, mientras espero con mi carro de la compra para entrar en el supermercado. El guarda jurado me da unos guantes, que pongo encima de los otros, y me dice que pase. Si estuviésemos en un musical, puede que lo dijera cantando. Puede que estemos en un musical. Entro en el supermercado y me doy cuenta de que, evidentemente, estamos en un musical. Unas personas, con sus guantes y mascarillas, bailan bien, incluso muy bien. Otras, con el mismo atuendo, lo hacemos con la deliciosa torpeza de Catherine Deneuve en 'Bailar en la oscuridad'. No reconozco la música que suena, pero me resulta familiar. Los pies se mueven ligeros. La coreografía está muy ensayada. Nadie pierde el ritmo. Sigo metiendo las cosas que necesitamos en la cesta. Queso, fruta, pan... La cámara se centra ahora en la sección de los congelados, donde una mujer que se parece a la Bernadette Peters de 'Pennis froma heaven' hace un número con un hombre que no se parece demasiado a Steve Martin, pero qué importa. Todos dicen I love you. Cojo una bolsa de guisantes y otra de coliflor y los dejo ahí, a lo suyo. Meto una botella de vino en la cesta y escucho a Audrey Hepburn entonar el célebre 'Moon River'. Ya sé que 'Desayuno con diamantes' no es un musical, pero esa escena vale por muchos musicales juntos. "My Huckleberry friend, moon river and me". Me voy alejando de ella con esa melodía en la cabeza, pensando que algún día volveremos a desayunar en Nueva York. O en París, como la propia Audrey en 'Una cara con ángel', que no es mi Stanley Donen favorito, pero es que en 'Dos en la carretera' no cantaban. 
La voz de la cajera me devuelve a la realidad. "¿Quiere bolsa?". Y de repente, negando con la cabeza y señalando mi carrito, me doy cuenta de que todo el mundo está en silencio. El musical ha terminado. Salgo del supermercado y está lloviendo. De regreso a casa, voy pensando que sería un acto de justicia poética que la muerte, cuando haga su aparición, tuviese el rostro de Jessica Lange, como en 'All that jazz' (otra vez el gran Fosse), otro de mis favoritos. Pero no te apures, Jessica. El espectáculo, aunque suene manido, debe continuar. Y continúa, a pesar de que esta decadencia no sea tan divina como la de Bob y Liza. 

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