miércoles, 30 de mayo de 2018

La Pradera

La historia de María Dolores Pradera no es sólo la historia de una mujer elegante que cantaba como una diosa, sino la historia de todas aquellas personas que, de un modo u otro, la fuimos descubriendo y admirando. Y seguiremos haciéndolo, admirándola, a través de todas esas grabaciones que perdurarán a lo largo de los años, y a través también del recuerdo de todas aquellas veces que la vimos actuar en directo. Memoria sentimental de primer orden. (Ah, aquellas noches en el Campoamor, sola o con Carlos Cano). Sobre el escenario, alentada por un público siempre fiel y entregado, la Pradera se crecía al mismo tiempo que crecía nuestro entusiasmo por sus canciones, por sus movimientos, por su luz incuestionable. 
La muerte es una especie de tránsito estúpido, inexplicable y doloroso. La desaparición física de quienes amamos o admiramos. Todo lo demás continúa en el mismo sitio. El sitio de nuestros recreos, que diría aquel otro genio.

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