martes, 30 de enero de 2018

Otro adiós

Se va, casi en silencio, el padre una amiga. Se están yendo los padres de gente próxima. Y el miedo pespunta nuestros alrededores. ¿Quién sabe enfrentarse a todo eso? Uno se va reponiendo (a ratos) de algunos derrotas, de algunos desengaños, de algunas enfermedades cercanas. Pero la muerte es otra historia. La muerte es la nada, el vacío más absoluto. La muerte es la orfandad. La muerte es ese silencio que recorre paisajes desolados por la crisis, en una tarde fría y soleada de finales de enero. Ni siquiera donde luce el sol hay un poco de calor. Ni siquiera ahí, donde la sombra no alcanza. 
Después de acompañar a mi amiga, llego a casa y no tengo ganas de hacer nada. Ni de leer, escribir, ver una película o preparar la cena. Sólo quiero huir. Refugiarme en aquel tiempo donde todo esto no tenía cabida en nuestros pensamientos. Donde, incluso en el lado sombrío de la calle, siempre hacía un poco de calor. 
Recordaré, eso sí, al padre de mi amiga como lo que fue: un buen hombre. Y esto, sabiendo lo que uno sabe a los 46 años, es decir mucho. Es decirlo todo, creo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario